Guía cofrade: Relicario (193)

Los relicarios portan las reliquias del lignum crucis, de la corona de Cristo o de santos. Pueden ir en los pasos o portados por un nazareno dentro del cortejo.

21 jun 2017 / 12:29 h - Actualizado: 22 jun 2017 / 09:39 h.
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  • El palio de la Virgen de la Concepción del Silencio lleva cinco relicarios. / José Luis Montero
    El palio de la Virgen de la Concepción del Silencio lleva cinco relicarios. / José Luis Montero

El relicario, como podrá imaginar, es el lugar donde se guardan las reliquias y la RAE establece que es una caja o estuche precioso donde son custodiadas. En las cofradías de nuestra Semana Santa existen numerosos tipos y siempre, por definición, contienen algún fragmento del cuerpo de un santo o de una pieza perteneciente a ellos, siendo las reliquias del lignum crucis –pequeño trozo de la cruz en la que fue crucificado Jesús– y las espinas de la corona que le colocaron las más importantes y con más devoción entre los cristianos.

En el primer apartado destaca el relicario que posee la hermandad de la Vera-Cruz –portado por un nazareno y besado por numerosos fieles durante la estación de penitencia–. Por otra parte, la espina más venerada en la ciudad se conserva en la Catedral y la vemos cada año en la procesión del Corpus Christi, en el llamado paso de la custodia chica. La hermandad del Valle también tiene un relicario con la santa espina, dentro de un templete dorado que cada Jueves Santo es portado por cuatro acólitos en unas andas.

Suelen ser de orfebrería y de un tamaño parecido; por norma general, se ubican en los palios aunque el resto del año se veneran en las iglesias donde radican esas corporaciones, a los pies de los sagrados titulares. En este sentido, es inevitable nombrar los cinco relicarios que aparecen en el paso de la Virgen de la Concepción de la hermandad de El Silencio. Además de las citadas reliquias, contienen fragmentos del manto de la Virgen, de San Antonio María Claret y de una piedra de la gruta de Nazaret. La hermandad de La Candelaria posee un relicario relacionado con San Nicolás; la Amargura tiene uno a los pies de la Virgen con una reliquia de Santa Ángela de la Cruz y la Trinidad, un ostensorio dedicado a San Juan Bosco. El canasto del Cautivo de Santa Genoveva acoge un relicario con la roca de la agonía.

La Sed decidió encargar un relicario para custodiar un fragmento de San Juan de Dios y, como curiosidad, no se diseñó para que fuera en el palio de Consolación sino para ser portado por un nazareno. Su ejecución está cargada de simbolismo pues se trata de una pieza de orfebrería que reproduce el báculo de madera que servía de apoyo al santo en sus recorridos.