Guía cofrade: Virgen María (263)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

03 nov 2017 / 21:14 h - Actualizado: 03 nov 2017 / 22:49 h.
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  • La Soledad de San Lorenzo, en la tarde del Sábado Santo. / El Correo
    La Soledad de San Lorenzo, en la tarde del Sábado Santo. / El Correo

En Sevilla, hay cofradías de Semana Santa que no llevan en sus pasos la imagen de Jesús –la Soledad de San Buenaventura y la de San Lorenzo–, pese a ser el gran protagonista de los hechos que se rememoran. Pero no hay ni una sola que no saque a pasear a la Virgen, que es sin duda el personaje principal de la religiosidad popular hispalense, y a quien se dispensa idéntico rango que al Salvador, en su condición de sagrario del mismísimo Dios. Sola y con el corazón atravesado por un dolor de oro, recibiendo el consuelo de San Juan, llorando la muerte de Jesús, esperando el cuerpo de su hijo, abrazando su cadáver, presidiendo su duelo, celebrando su resurrección... Como explica Juan Miguel González Gómez en su estudio Sentimiento y simbolismo en las representaciones marianas de la Semana Santa de Sevilla, la devoción a María aparece en Sevilla con la conquista cristiana de 1248, un siglo después de que se extendiera su culto. En palabras del autor, en ese «auge piadoso» del siglo XII, donde tuvo mucho que ver la novedosa idealización de la mujer, se enmarca «la reconquista y organización religiosa de Andalucía». A partir de ese momento, ya no es considerada solo como la Madre de Dios, «sino, sobre todo, como mediadora y consoladora de los hombres», siendo sus primeras advocaciones en esta tierra la de la Virgen de los Reyes, la Hiniesta y la Asunción.

Recuerda este estudioso que el paso de la Virgen, aquel que le es más propio, tiene varias funciones más allá de la de carroza. Es altar y es trono, y además hace suyo el palio, que es un atributo exclusivo de la divinidad, lo que magnifica aún más, dejando testimonio fehaciente de ello, el lugar que ocupa María en el sentir cofradiero hispalense, extendido luego formalmente a otros lugares. El paso de palio compone su armonía con andas, respiraderos, peana, candelería, jarras, candelabros o faroles y el palio propiamente dicho, sustentado en doce varales. «La primera estampa que poseemos de un paso de palio sevillano», escribe González Gómez, «nos la facilita un grabado de la Hermandad del Silencio, datado como obra de 1611. La Virgen de la Concepción luce ya, bajo palio de cuatro varales, ampulosa indumentaria». Lucas Valdés confirma el uso del palio en las vírgenes sevillanas en un dibujo de 1686.