Portando al primer Sagrario

Los costaleros sacan de rodillas el palio de Madre de Dios de la Palma, la dolorosa del Cristo de Burgos

28 mar 2018 / 23:20 h - Actualizado: 28 mar 2018 / 23:33 h.
"Cofradías","Miércoles Santo","El Cristo de Burgos","Semana Santa 2018"
  • Contraluz del Cristo de Burgos camino de la Campana. / Fotos: Manuel Gómez
    Contraluz del Cristo de Burgos camino de la Campana. / Fotos: Manuel Gómez
  • El público aprovecha las gradas de las Setas para presenciar el paso de Madre de Dios de la Palma.
    El público aprovecha las gradas de las Setas para presenciar el paso de Madre de Dios de la Palma.

Las campanas de la torre de San Pedro llamaban a misa cuando a las 19.45 horas se abrieron las puertas de la parroquia. En el interior, completamente a oscuras, se podía apreciar todo el cortejo del Cristo de Burgos formado ya con los cirios encendidos pese a que era completamente de día. En la plaza, varias filas de sevillanos se agolpan tras las vallas para presenciar esta aparentemente cómoda salida pero que acaba con una maniobra de ingeniería que los costaleros de Antonio Santiago solventan con suma delicadeza.

Silente, la cruz de guía se abre paso con facilidad rumbo a las Setas, tras sortear la nube de fotógrafos que se había disputado su foto bajo el dintel. En apenas tres minutos, un nutrido grupo de monaguillos dan un toque de color al único cortejo de negro de la tarde del Miércoles Santo. Detrás, Carolina Blasco, portavoz del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Burgos, representando a su ciudad, escoltada por dos agentes de la Policía Municipal de Sevilla de gala. Enseguida se escuchó el llamador en el interior. El paso se arrió en el compás de la parroquia, junto a la capilla Sacramental donde, estandarte en mano, aguardaba la representación de la Sacramental de San Pedro. Levantá a pulso aliviado y Antonio Manuel Santiago, continuador de la saga que inauguró su abuelo, fue, con el apoyo de su padre al oído, mandando la salida. Impecable. Sobre el acerado, elevaron al Crucificado de Juan Bautista Vázquez el Viejo sobre su monte de claveles rojo sangre. Completada la maniobra, la capilla musical Sevilla inició su cometido. La tarde iba cayendo y ofrecía un precioso contraluz con el arco de las Setas como marco.

El cortejo, formado en total por 475 nazarenos, terminó de salir rápido. Tenían que dejar todo el tiempo posible para el palio. Y después debían pasar por la calle Orfila de forma apresurada para que los Panaderos iniciaran su estación de penitencia a la hora establecida. Pronto llegaron los monaguillos y la representación del Ayuntamiento de Sevilla: la delegada de Economía, Comercio y Relaciones Institucionales, Carmen Castreño, y el concejal del PP, hermano del Cristo de Burgos, Alberto Díaz.

Los capataces generales regresaron rápidamente para ponerse al frente del palio. La maniobra de la salida comenzó como con el primer paso: el palio de Madre de Dios de la Palma, exornado con claveles blanco, brotó del interior en un abrir y cerrar de ojos, se arrió junto a la representación de la hermandad Sacramental y el joven capataz dedicó la levantá que los llevaría a la calle: «Por el Señor que está en el Sagrario, el centro de nuestra fe». El paso fue al cielo, priostes y costaleros de refuerzo retiraron los zancos, después los cuerpos a tierra animados por Antonio Santiago, que no paraba de arengar a sus hombres –«valientes»–, que, de rodillas, como si ante el Sagrario estuvieran, sacaron a la Virgen –estrenaba una cruz pectoral de oro y granate realizada en la joyería Manuel Soto García–, primer Sagrario, a la calle. Los costaleros de refresco lo sujetaron por fuera mientras iban levantándolo poco a poco. Sólo terminada la maniobra, el capataz le hizo un gesto a José Manuel Tristán para que la banda tocara la Marcha Real. A continuación, tras arriarlo de nuevo, el propio Santiago se encargó de echar los faldones y de que colocaran convenientemente los faroles de cola. Al levantarlo de nuevo, la banda Tejera interpretó Nuestra Señora de la Palma.