Guía cofrade: Refregador (180)

Prosigue la Guía Cofrade de El Correo para saber de la Semana Santa sevillana tanto como los especialistas de El Correo de Andalucía

08 jun 2017 / 09:32 h - Actualizado: 09 jun 2017 / 20:25 h.
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  • El actual vestidor recuperó hace unos años este estilo en el tocado de la Esperanza de Triana. / Gema García
    El actual vestidor recuperó hace unos años este estilo en el tocado de la Esperanza de Triana. / Gema García

No vamos a hablar de las antiguas tablas de lavar que empleaban las abuelas. No. Tampoco de ninguna tertulia cofrade de barrio en la que se habla de lo que nos gusta todo el año. En la Semana Santa de Sevilla se emplea esta palabra para definir una forma concreta de colocar el tocado a una dolorosa para los cultos y/o salida procesional. Su origen está en la calle Pureza, donde hace décadas nació esta manera de vestir a la Virgen de la Esperanza de Triana, otorgándole una identidad propia que ha quedado inmortalizada en los azulejos del viejo arrabal y que ha creado escuela, siendo reproducida hasta la saciedad por otras cofradías sevillanas. Hay que remontarse a los años cincuenta, cuando el vestidor Fernando Morillo concibe esta forma singular de colocar los encajes y otros ricos tejidos a la Capitana. Así se emplea un doble tejido para su confección: uno de una tonalidad más clara para enmarcar el rostro moreno de la Virgen trianera; y un segundo, habitualmente dorado, para completar el atavío con unas ondulaciones estéticas y armoniosas que caen a la altura del pecho. En el argot cofrade recibe el nombre de refregador, pues así lo bautiza el pueblo en alusión a las antiguas tablas de lavar. Este invento es producto de amalgama de ricos tejidos, amor, ondulaciones, pliegues, arte, blondas, curvas, lentejuelas, inspiración, encajes y una dosis excesiva de buen gusto. Habitualmente Morillo enriquecía la vestimenta con un conjunto de esmeraldas que enmarcaban y resaltaban aún más la belleza de la Esperanza. Hace unos años el actual vestidor, Francisco Javier Hernández Lucas, tuvo a bien recuperar el refregador que popularizó Morillo. Sin duda se ha convertido en una señal de identidad de la cofradía de la Madrugá. Tanto que cuando se opta por otro estilo se echa de menos.