Los respiraderos son las celosías talladas en madera alrededor del paso, bajo la canastilla, que abrazan la parihuela y que sirven para que los costaleros respiren y vean el exterior del paso. A través de ellos entra además algo de luz dentro del habitáculo de la cuadrilla. Normalmente están ejecutados a juego con la canastilla para darle un sentido compacto al paso en su totalidad. Así, la parte de abajo concuerda en el estilo con la parte superior dotando al paso de una armonía de conjunto. Son, por tanto, además de un elemento necesario para la entrada y salida de aire del interior del paso, piezas fundamentales en cuanto a la decoración total y completa.
Es habitual que los respiraderos de los pasos de Cristo estén labrados en madera, materia principal en este caso –como la canastilla, tal como vimos en el segundo capítulo de esta Guía Cofrade–, mientras que en los pasos de palio –los que portan a la Virgen– los respiraderos están trabajados en metal de orfebrería, principalmente plata o materiales semejantes. Desde los respiraderos hacia abajo van colocados los faldones, que cubren la parte baja evitando así que sean vistos los costaleros. Dichos faldones son, normalmente, de terciopelo o telas parecidas en tonos que guardan la armonía del conjunto –normalmente con el mismo color del techo de palio o el manto–. Los respiraderos constituyen la parte del paso más a mano del público, por lo que es frecuente que las hermandades tengan que vigilar el mantenimiento y la conservación del dorado de los mismos toda vez suelen ser tocados en exceso por los cofrades, devotos y fieles. Especialmente en momentos de lluvia puede perderse parcialmente el dorado si se abusa del tacto porque se desprende con cierta facilidad.