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Un pregón de mayoría absoluta

La poesía personal de Lutgardo García en su pregón despierta unanimidad. El arzobispo Asenjo le ofrece colaborar en la Archidiócesis y el alcalde le pide una copia para llevársela al Papa Francisco.

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
23 mar 2015 / 01:13 h - Actualizado: 23 mar 2015 / 15:38 h.
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  • Lutgardo García con su esposa, dos de sus hijos y las autoridades en el teatro. / Fotos: J. L. Montero
    Lutgardo García con su esposa, dos de sus hijos y las autoridades en el teatro. / Fotos: J. L. Montero
  • José Luis García Palacios (Caja Rural del Sur), Rafael Herrador (Caixabank Andalucía Occidental), Carlos Bourrellier e Ignacio Blasco (Caixabank Sevilla).
    José Luis García Palacios (Caja Rural del Sur), Rafael Herrador (Caixabank Andalucía Occidental), Carlos Bourrellier e Ignacio Blasco (Caixabank Sevilla).

No hubo que esperar al recuento final. Ya en los primeros sondeos en la puerta del Teatro de la Maestranza los votos de los cofrades que iban saliendo otorgaban una abrumadora mayoría al texto que acababa de pronunciar Lutgardo García (Sevilla, 1979). «Espectacular», «sublime como la marcha», «de una calidad literaria incuestionable» o «con un final apoteósico», que llevó a más de uno a «sacar el pañuelo» por la emoción, como bien relató al presidente del Consejo de Cofradías, Carlos Bourrellier. García alentó un vendaval de versos y vivencias que literalmente zarandeó el patio de butacas y gustó al pueblo llano y a la distinguida mitra. «Es una obra muy hermosa, que yo no podía haber escrito y que no se parece en nada a los tres pregones que he dado... y bien que lo siento», confesó el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, quien conocía el texto desde hace más de un mes cuando le fue entregado en un pen drive durante la tradicional visita que realizaron las autoridades a la casa del pregonero. Es por ello que sorprendido por el don de este médico de 35 años y ante la intención anunciada ayer de cortarse la coleta y dejar los atriles, Asenjo aprovechó su turno de palabra en el almuerzo del Alcázar para lanzarle el siguiente reto: «Si dimites de tu condición de pregonero, en el Arzobispado hay muchos frentes en los que se necesita a gente como tú».

No fue el único halago que le dedicó. El arzobispo recordó también cómo le felicitó a través de un email una vez que había leído «de un tirón» tras llegar de un viaje de Lima: «Me acordaba de aquella frase de Dostoyevski que dice que ‘solo la belleza salvará la muerte’. Y le dije que ojalá tocase a todos los corazones y su mensaje cayera en buena tierra. Creo que lo ha conseguido». En este sentido, destacó que el pregón «nos invita a sacar de nuestro interior lo mejor que llevamos, pues a través de la belleza material es posible entrever a Dios. Es, en definitiva, la pieza de un creyente que se honra en reconocerlo y confesarlo».

Igualmente, Asenjo puso en valor las evidentes virtudes poéticas de la oratoria de García. A su juicio, este hizo «muy bien» al traer al Maestranza «las citas de grandes poetas, como Machado, Bécquer o Cernuda».

Las palabras del prelado (y en especial su email) fueron muy valoradas por el pregonero. Así lo expuso cuando se dirigió a «los cofrades de Sevilla» para darle las gracias por su cariño y por las felicitaciones. «De todas las recibidas, como los toreros, hay una oreja que me guardo en el corazón: el correo que recibí de don Juan José, un hombre muy cercano y de una sensibilidad extraordinaria. Usted me ha ganado para siempre», sentenció antes de reconocer que había cumplido con la ilusión de su vida: «No sabía muy bien lo que quería ser, pero siempre tuve claro que quería ser pregonero de la Semana Santa». Ayer lo logró y lo hizo con nota. Sonriente y disfrutando de cada instante como lo hizo durante todo el día, García se despedía ante los comensales del Alcázar con una nueva declaración de amor a la ciudad en la que dio su primer beso a Paula, la joven trianera que hoy es su mujer y la madre de sus tres hijos (Lutguardo, Inés y María): «Sueño de luz que se está extendiendo a todos y que se llama Sevilla. Muchas gracias».

También el alcalde de la ciudad se mostró bastante satisfecho con lo que había oído (y sentido) en el Maestranza. En especial, señaló, la versión del Padre Nuestro que dedicó a su suegro, José María Rubio Rubio, que asumió la labor de anunciar la Semana Santa en 1991: «Padre Nuestro que habitas esta muerte/ que todos algún día poblaremos...». Embargado por la emoción del pasaje y convencido de la necesidad de darlo a conocer, Juan Ignacio Zoido le trasladó al arzobispo esta propuesta: «Don Juan José, ese Padre Nuestro hay que ponerlo en valor». Pero su pretensión no queda ahí. El regidor sevillano requirió al Consejo o al que procediera una copia impresa del Padre Nuestro y del pregón entero. No era para él, sino para el Papa Francisco, con el que tiene concertada una audiencia para este miércoles. «Me encantaría llevárselo al Papa», insistió Zoido, quien le pareció muy emotivo que el pregonero haya ido de la mano de su padre y recordando a la familia para exaltar la fiesta.

Pero si había una persona que estaba henchida de alegría, ese era José María Rubio Rubio. El reconocido cofrade llevó a galardón el título de suegro del pregonero. «Sevilla ahora mismo está gozosa, gloriosa y orgullosa de su pregonero. Como las crónicas taurinas, así lo contarán y recogerán los periódicos», dijo convencido de la unanimidad que había conseguido despertar el texto elaborado por su yerno.

No obstante, José María Rubio no tuvo reparos en aludir a los pequeños contratiempos que a veces vienen en estos encargos cofrades y a los que hay que hacerles frente: «El pregón ha sido luminoso. Está escrito con el corazón y llega al corazón de quien lo escucha. En él has dejado hasta tu sangre», en referencia a un pequeño corte que sufrió Lutgardo en la nariz. El autor de «que con dos penitas me muero...» explicó que la clave de esta oratoria ha estado en que muchos sevillanos se han visto identificados, en especial con ese final de ¿Conocéis el lugar? con el que se describe «la permanente víspera en la que viven los cofrades».

«Te doy las gracias, en mi nombre, en el de mi familia y en el de los enfermos que te han oído por la televisión», concluyó Rubio mientras que otro pregonero de Sevilla, Francisco Berjano (2014), redundó en esta misma idea: «Gracias por habernos hecho poeta de nuestra fe y por habérnoslo puesto tan fácil, al haberlo hecho tan bien. Don Juan José, tengo una primicia para usted: El Espíritu Santo existe».