Silencio neoclásico en el rumor de vísperas

El cortejo del Cristo de la Corona no tuvo un recorrido tranquilo: adelantos en su salida y entrada, además de alguna que otra leve llovizna que hizo a todos mirar hacia el cielo

18 mar 2016 / 22:37 h - Actualizado: 19 mar 2016 / 20:28 h.
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  • El Cristo de la Corona en la calle Alemanes. / Manuel Gómez
    El Cristo de la Corona en la calle Alemanes. / Manuel Gómez

Las escasas parejas de penitentes se afanaban en conseguir la posición exacta de la cruz de su Cristo, con un ángulo difícilmente imitable. Se les veía mirar para arriba, tal vez a la cruz del de delante (alta, muy alta), o quién sabe si hacia las nubes rosas. Pasaba entonces la cofradía de ruán morado justo por delante de la parroquia del Sagrario.

En ese momento, los policías nacionales que acompañaban a la Cruz de Guía hacían aspavientos mirando al diputado mayor de gobierno. Parecía que se estaba manejando el plan b de entrar directos a recogerse si caía una gota más. En ese momento no fue así y la procesión siguió adelante buscando la Alcazaba. Ya se había adelantado la salida de la cofradía en veinte minutos y varios planes alternativos seguían mirando al cielo.

Al final del cortejo iba el espléndido paso con el canasto recién estrenado y aún por terminar, rematado por los hermosos faroles también obra de Francisco Verdugo. La cofradía catedralicia trata de poner sentido y sensibilidad en una Avenida que, al menos en este momento, no lo tiene. No hay silencio más allá del cortejo, pues para muchos, esto aún no ha empezado. Para los nazarenos de morado ruán y cruces arbóreas, sí.