Un pregón directo al corazón

El cantautor sevillano cosecha numerosos elogios por un pregón cargado de emotividad

13 mar 2016 / 14:23 h - Actualizado: 14 mar 2016 / 11:33 h.
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  • El pregonero, emocionado, recibe la ovación final del auditorio después de una hora y veinticinco minutos de disertación que encandiló al respetable. / José Luis Montero
    El pregonero, emocionado, recibe la ovación final del auditorio después de una hora y veinticinco minutos de disertación que encandiló al respetable. / José Luis Montero
  • Muy emocionante el pregón de Rafa Serna en el Maestranza. / José Luis Montero
    Muy emocionante el pregón de Rafa Serna en el Maestranza. / José Luis Montero
  • Rafael González-Serna durante su pregón de la Semana Santa. / José Luis Montero
    Rafael González-Serna durante su pregón de la Semana Santa. / José Luis Montero
  • El delegado de Fiestas Mayores saluda al pregonero antes de su pregón.
    El delegado de Fiestas Mayores saluda al pregonero antes de su pregón.
  • Autoridades en pie durante la interpretación del himno de España.
    Autoridades en pie durante la interpretación del himno de España.

En el camerino número 5 del Maestranza se lo querían comer a besos, abrazos y felicitaciones. «¿Y el pregonero, no sale?». Hasta tuvieron que abrirle un pasillo para rescatarlo de aquella habitación –que más parecía el camarote de los hermanos Marx– después de haber puesto boca abajo el teatro y levantar de sus asientos al respetable hasta en tres ocasiones durante su pregón de la Semana Santa. ¿Alguien recuerda algo así? Si este Domingo de Pasión Rafa Serna no salió a hombros del coliseo que cobija la Virgen Niña de Guadalupe –a cuyo paso subió instantes antes de comenzar a recitar para tomarle el pañuelo directamente de sus manos–, es porque quizás el escenario de este espacio teatral, con ese foso de por medio donde se ubica la orquesta, no lo permitía. Al cantante y compositor sevillano no le hizo falta doctorarse en el arte de la retórica, ni pulir metáforas perfectas, ni someter sus versos a la férrea disciplina de la métrica de arte mayor para persuadir y emocionar a un público que saltó como un resorte de sus butacas para aplaudirle y jalearle con óles y que lloró de emoción, a moco tendido, al otro lado de la pantalla al ver al hijo más pequeño de Domingo y de Margarita pregonar por la tele la inminente llegada de los días santos.

Escrita de pitón a rabo en verso –habría que remontarse al pregón de Antonio Murciano, en 2005, para encontrar un precedente así–, la de este vecino de la Cuesta del Rosario fue una disertación plena de emotividad y de sabiduría popular que llegó directamente al corazón de todos los que le escuchaban. Una auténtica protestación de fe de un creyente sevillano, poeta popular de las emociones, que se valió de su larga experiencia sobre los escenarios para hacer vibrar al respetable con un pregón de una hora y veinticinco minutos de duración que en ningún momento se llegó a hacer pesado y en el que fue ovacionado hasta en 23 ocasiones.

Si por algo, además, pasará a la historia el pregón de Rafa Serna es por haber asumido el riesgo de introducir en la siempre cuidada liturgia de este acto del Domingo de Pasión no ya una sino dos innovaciones musicales que amenazaban de antemano con polarizar toda la atención y acaparar todos los titulares de prensa. Qué equivocados estábamos algunos.

La primera de ellas no se hizo esperar: un pasaje de apenas 15 segundos de la Marcha Real que puso en pie al público y a las autoridades y con el que Serna remató su vibrante arranque para sacar a la calle el pregón. «¡Escuchadme ahí abajo! Esta levantá va por mi padre», fueron las primeras palabras de un pregonero que se enfundó imaginariamente el terno negro de capataz para impartir las órdenes precisas y arengar a sus costaleros para «poner en las calles de la ciudad más hermosa del mundo a nuestra Semana Santa».

Ya en estos primeros compases de su disertación el pregonero dejó destellos de su absoluto dominio de las tablas, de la musicalidad de su oratoria, de su defensa por «mantener intactas nuestras tradiciones» y de su continua conexión con el auditorio con versos tan conmovedores como estos: «Benditas sean las iglesias/ y las misas de hermandad,/ los altares de quinarios,/ los viacrucis de barrio,/ bendito sea el esparto,/ la túnica de ruán/ el penitente descalzo,/ la capa mu bien planchá,/ benditas sean las madres/ y el beso que siempre dan/ cuando te marchas de casa/ camino de tu hermandad». A los seis minutos de pregón, Rafa Serna ya había logrado poner en pie al patio de butacas, donde se hallaba sentado el octogenario compositor Fulgencio Morón, autor de Cristo en la Alcazaba, la marcha escogida por el pregonero como prólogo a sus palabras.

Acto seguido, con el auditorio aún sobrecogido por tan vibrante comienzo, Serna incluyó una cuña en su pregón para dedicárselo a Fernando Carrasco, periodista y escritor sevillano fallecido hace sólo unos días y que tantos años cubrió el pregón.

Usando como hilo conductor una estructura clásica, con un recorrido literario desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección, en el pregón de Rafa Serna sobresalió su reivindicación de la Semana Santa como fiesta de raíz esencialmente religiosa y ligada a Dios y a su Palabra: «Si no la vives por Él,/ no existe Semana Santa,/ si no eres capaz de ayudar/ de aprender a perdonar,/ serás simplemente un fantasma/ vestido de penitente,/ protagonista de una farsa/ y no te llames creyente,/ porque tú no crees en nada». Y, más adelante, cuando habló del Gran Poder, tampoco faltó la réplica del pregonero a quienes han osado utilizar la oración del Padrenuestro con una intención de mofa.

La segunda innovación musical, de la que tanto se ha hablado en los prolegómenos, llegó a mediados del pregón, cuando Serna, después de un emocionado recuerdo a su padre, nazareno de Santa Cruz «que todo me lo enseñó», se adentró en los vericuetos del Miércoles y Jueves Santo. Las palabras del pregonero danzaron entonces sobre una melodía de ocho minutos, compuesta ex profeso por Manuel Marvizón y en la que, tras un preludio que va in crescendo para introducir al espectador en un ambiente cofradiero, se llegan a engarzar, a modo de collage musical, fragmentos de hasta siete marchas procesionales, clásicas pero también modernas, caso de Nuestro Padre Jesús, Estrella Sublime, Macarena de Cebrián, Esperanza Macarena de Morales, Corpus Christi, Madre Hiniesta y Procesión de Semana Santa en Sevilla de Marquina. El resultado, pura emoción, una delicia que puso de nuevo al público en pie, que recibió con óles esta apuesta del pregonero.

Rafa Serna arrió el paso de su pregón después de ponerse a las plantas del Gran Poder, «puerto» al que se agarró el pregonero cuando hace sólo dos años más grandes nubarrones atormentaban su salud. Y concluyó su disertación con un chispeante diálogo con el Señor de la Sentencia, que levantó las carcajadas del público, y con un bello romance a la Macarena, antes de recordar de nuevo, casi con lágrimas en los ojos, a su padre Domingo.


cabrera expresa su deseo de que una mujer ocupe el atril

Ni se perdió por vericuetos literarios ni tuvo la tentación de suplantar al pregonero. El nuevo delegado Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, se estrenó en la tarea de presentar al pregonero con un oportuno texto en el que se confesó como «un humilde cofrade de a pie que heredó el aprendizaje en la Fe de la mano siempre querida de mis padres, aquellos que un día me inculcaron mi amor a la Esperanza», un legado de amor que le gustaría transmitir a sus dos hijas. Cabrera se recordó como «ese chiquillo que correteaba por la muralla donde antaño crecieron los huertos» y reconoció que «jamás pensó que tendría el honor de desempeñar este cargo de delegado de Fiestas Mayores». Agradeció a las hermandades la acogida que le han dispensado en su nuevo desempeño, enalteció las labores sociales y de caridad que realizan las hermandades en sus barrios, recordó a dos grandes periodistas que han abierto corresponsalía en el cielo (Pepón y Fernando Carrasco) y mostró su gratitud a artesanos y medios de comunicación. Hasta se acordó de las Hermanas de la Cruz, «verdaderos ángeles terrenales». Definió a Rafa Serna como «un pregonero popular» que ha tenido que enfrentarse a «la noche oscura de la enfermedad» y expresó su deseo de que una mujer («rosa sin espinas») ocupe algún día el atril del Domingo de Pasión.


una dedicatoria a un amigo, fernando carrasco

Fue después de saludar a las autoridades y de agradecerle al delegado de Fiestas Mayores sus palabras de presentación. Serna introdujo una cuña en su pregón para dedicarle el pregón al periodista Fernando Carrasco. «Vamos a andar con roneo/ que está la calle llorando/ y tengo dentro un jipio./ Vamos de frente despacio/ porque las aguas del río/ son hoy caudal de llanto/ que me dan escalofrío/. Vamos de frente despacio/ que las telas de damasco/ que engalanan nuestro brío/ demuestren su poderío/ va por Fernando Carrasco».


La réplica de serna al ‘padrenuestro’ blasfemo
«Me enseñaste a poner la otra mejilla y en mi perdón es donde encuentran fortaleza, se equivocan si al pensar que aquí en Sevilla, dudaremos en salir a tu defensa. No propongo enfrentamientos ni guerrillas y no impongo mi creencia por la fuerza, sólo hablo de rezar un Padrenuestro que se escuche en los confines de la tierra. Y en ese día, que me encuentre ante tus ojos, de rodillas, humillado en tu presencia, Gran Poder que perdonas nuestras deudas, si me pides que perdone, yo perdono, aunque duela perdonar al que te ofenda».


un pasaje dedicado al hermano mayor gitano

El pregonero se permitió improvisar unos instantes para dedicar el pasaje relacionado con la hermandad de Los Gitanos a su hermano mayor, Pepe Moreno. «Cada vez que te miro y cada vez que tú hablas, encuentro a mi padre. Va por ti», le espetó Rafa Serna. El pregonero sitúa al Señor de la Salud subiendo la Costanilla con el frío de la mañana. «Tanta falta que me hacías/ me agarré a tu amor pidiendo/ con las esperanza que un día/ la angustia que yo tenía/ se fuera desvaneciendo./ Gitano de piel morena/ Salud para los enfermos».


el chispeante diálogo con el señor de la sentencia

Fue uno de los pasajes más entrañables del pregón. Ese íntimo diálogo entre el Señor de la Sentencia y un Rafa Serna, ya vestido de morado, presto para realizar la estación de penitencia. Un enternecedor diálogo donde se mezclan la alusiones a la Macarena, «la puerta del cielo», la llegada de los armaos, «esos romanos arrepentíos que desfilan detrás de mí», y la de «los de negro» que vienen a pedir la venia, con el recuerdo a los macarenos que ya no están, pero cuyas almas resplandecen en los cirios de la candelería.