Villamanrique, «maestra» con puertas abiertas

Paso de hermandades. La Primera y Más Antigua se funde con La Puebla para homenajear a Los Romeros en su primer camino tras la muerte de Faustino

01 jun 2017 / 23:44 h - Actualizado: 04 jun 2017 / 09:57 h.
"El Rocío 2017"
  • La carreta de plata de Coria del Río enfila los porches de Villamanrique. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
    La carreta de plata de Coria del Río enfila los porches de Villamanrique. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
  • Afanados peregrinos impulsan a su carreta.
    Afanados peregrinos impulsan a su carreta.
  • Caballistas en la manriqueña Plaza de España.
    Caballistas en la manriqueña Plaza de España.
  • Una pareja de Romeros disfruta del ambiente en Villamanrique.
    Una pareja de Romeros disfruta del ambiente en Villamanrique.
  • El azulejo rociero de Villamanrique preside una estampa rociera.
    El azulejo rociero de Villamanrique preside una estampa rociera.

Delante del Simpecado, en la antepresidencia, cuando ya habían pasado cantando y bailando todos los peregrinos, con cuatro varas, como hermanos de honor, entraban en la plaza de España de Villamanrique de la Condesa Los Romeros de la Puebla. «No podíamos faltar al camino aunque me ha costado mucho decidirme», confesaba Manuel, hermano de Faustino, recientemente fallecido. Sabían que en los porches recibirían uno de esos pellizcos que te dejan marcados para siempre, pero seguramente no se esperaban que fuera de tal calibre. Sus vecinos, los cientos de romeros que acompañan a su hermandad, y los manriqueños, encabezados por la presidencia de la suya, se unieron en un homenaje que acabó emocionando a todo el que en ese momento se encontraba en la plaza.

Los Serafines, un grupo de jóvenes manriqueños, les dedicaron las primera sevillanas tras la Salve que rezan juntas todas las filiales que pasan ante la parroquia de Santa María Magdalena. Inevitable recordar a Faustino en unas letras escritas expresamente para esta ocasión. Se sumaron después Raúl y Damián, el primero de La Puebla del Río y el segundo manriqueño, ambos concursantes de Yo soy del Sur, el programa de Canal Sur dedicado a las sevillanas; después se lanzó Faustino hijo, una nieta del desaparecido... hasta que los propios romeros no aguantaron más ese luto autoimpuesto y deleitaron, entre lágrimas, a todos con una de sus clásicas sevillanas dedicadas a los carreteros que guían a los bueyes que llevan a los peregrinos hasta El Rocío.

Terminado este rosario de sevillanas, el presidente de la hermandad de Villamanrique, Roque Espinar, leyó el pequeño homenaje que habían escrito sobre pergaminos a estos romeros que han acompañado con sus sevillanas tantos años a los rocieros. Y todo esto después de que la carreta del Simpecado hubiera subido a los porches con los mismos bríos que la de Coria y, como la vecina, con el apoyo de sus peregrinos. Y, como ésta, se alejaba de la plaza de cara al público.

Agarrado a la rueda derecha de la carreta de Coria iba Manuel Gutiérrez. Apenas se le veía entre todos los corianos que la sujetaban en los porches, cuando estaban los bueyes que manda Francisco pisando el suelo del templo. Manuel tiene 11 años y éste es su primer camino –el miércoles recibió en el Quema el bautizo rociero, su nombre: Amanecer del camino– pero no dudó en permanecer en su sitio pese a la dificultad y el riesgo que conlleva esta maniobra: «Sabía que no me iba a pasar nada porque mi padre me está ayudando desde arriba». Junto a él, su hermano y otros muchos rocieros corianos pendiente de lo que necesite.

No tuvo un ayudante así Marcelino Ruiz. El carretero de Espartinas pasó un mal rato para bajar los siete escalones. «Botinero se echó sobre Alegrío y le cortó el paso», explicaba cuando ya había superado la prueba.

El caso es que al bajar en lugar de hacerlo hacia la derecha, tiraron a la izquierda, despertando desconcierto hasta en los experimentados manriqueños que se encontraban en primera fila en los porches. Una maniobra difícil que no hicieron Gelves, San Juan de Aznalfarache o Dos Hermanas, entre las 20 que pasaron ayer por Villamanrique, aunque no por eso su paso supieron a menos. Los cantes, la entrega de sus romeros, por encima del calor asfixiante de toda la jornada –la sombra se cotizaba muy alta en las horas centrales, sólo empezó a dar algo de alivio al llegar Gines–, congregaban a cientos de personas en los porches, tanta que por la tarde, justo a la hora de esta filial aljarafeña, uno de los agentes de la Guardia Civil que intentan hacer el pasillo para evitar incidentes en la subida de los bueyes tuvo que recurrir a un silbato como si estuviera dirigiendo el tráfico.

Pero todo se asume sin aspavientos en Villamanrique, «maestra» de las hermandades, que recibe «con las puertas abiertas» a todas las filiales como cantó una romera de Mairena del Aljarafe.