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Actualizado: 18 feb 2016 / 18:49 h.
  • Adán, acompañado por sus guantes, posa tras el entrenamiento del miércoles / Manuel Gómez
    Adán, acompañado por sus guantes, posa tras el entrenamiento del miércoles / Manuel Gómez

—¿Cómo lleva ser el hombre del momento en el Betis?

—No sé si el hombre del momento... Estoy contento por la línea que llevo y por ayudar al equipo. Desde que empezamos la segunda vuelta, todo el equipo está en una línea regular y seria.

—Roba protagonismo a Rubén Castro, que ya es decir...

—Rubén Castro ha entrado en la historia de este club, es el máximo goleador y otro año más ha marcado el 80% de los goles que llevamos a favor. Tiene su nombre marcado en la historia y está un escalón por encima del resto.

—¿Se ve alcanzando esa cota de importancia en el Betis?

—Me encantaría entrar en la historia de un club como el Betis, pasar muchos años aquí, cumplir objetivos y pequeños récords y que la afición me recuerde como un tío querido que dio todo. Con que se acuerde de mí con cariño estaré contento.

—¿Alguna vez fue tan determinante para un equipo?

—En Primera no tuve continuidad hasta que llegué al Betis, pero en categorías inferiores, en Segunda o en el Castilla, sí. Además, tenía un entrenador que hoy está en el primer equipo del Real Madrid, Luis Llopis, que nos decía que el portero tiene que dar 10 o 12 puntos al cabo del año para que un equipo cumpla sus objetivos. Es la meta de aquí al final de la Liga. Y es una realidad: los equipos se deben construir con un buen delantero y un portero.

—¿El Betis es sólo un gran portero y un gran delantero?

—No. Desde que empezó la segunda vuelta es difícil destacar a un jugador por encima de otro. Se habla de que el equipo ha cambiado la imagen y se le ve mucho más serio, trabajado y ordenado durante noventa minutos. Eso habla bien del equipo en general. Aunque si tienes un buen delantero, como Rubén Castro, marca la diferencia, sobre todo entre los que peleamos del décimo para abajo, en los que la diferencia global en calidad es mínima.

—¿Le cuesta aislarse de tanto elogio como lo rodea?

—Siempre me ha gustado mantenerme en una línea regular. He pasado por momentos en los que no hubo tanto azúcar o se me criticó mucho. Para este puesto, que depende tanto de la confianza, lo mejor es aislarse, coger las cosas positivas y aprender cuando estás en un mal momento. Si no sigo siempre la misma línea, me equivocaría.

—Hablará con sus compañeros para que los rivales no le chuten tanto, ¿no?

—(ríe) Hemos tenido ese problema a lo largo de la temporada y es algo que tenemos que mejorar. Si recibimos tantos disparos a puerta es porque en defensa no estamos del todo bien, aunque últimamente estamos mejor, mucho más compactos y serios, concediendo menos.

—Remates en contra por partido desde que llegó Merino: 14 en total y 7 a portería.

—Es excesivo. Se trata de que el rival esté lo más lejos de tu portería, pero lo importante es que el equipo ha sacado adelante el inicio de la segunda vuelta, que era muy difícil, y está en una línea ascendente. Ha cambiado la dinámica en todos los sentidos y hay un positivismo alrededor que ayuda a trabajar mejor.

—Es el portero que más para. ¿Eso es bueno o malo?

—A nivel personal habla bien de mí y a nivel colectivo significa que tenemos que mejorar. Pero sólo es un dato más. A pesar de que chutan mucho, es un buen año.

—84 paradas. ¿La mejor?

—Fue buena la de Charles al final del partido en Málaga, la de Riazor [a Oriol Riera]... No me fijo en un gesto, me quedo con que me encuentro bien. Sé que hago cosas buenas, pero también que debo mejorar muchísimas otras y trabajar el doble para corregirlas.

—¿Se atrevería a decir que el Betis juega ahora mejor que con Mel?

—Futbolísticamente no hemos mejorado demasiado con la pelota, pero tenemos más orden en el campo, defensivamente estamos más juntos y damos la sensación de que corremos mejor que antes. Hay gente que dice que antes no corríamos. Yo creo que corríamos mucho, pero ahora corremos mejor y eso hace que recuperes la pelota antes, que físicamente te encuentres mejor y que haya momentos del partido en los que parece que jugamos mejor al fútbol. Somos un equipo mucho más ordenado. No mejor futbolísticamente, pero sí más ordenado.

—La crudeza de Merino, por llamarlo de algún modo, ¿les ha sorprendido?

—Los jugadores nos equivocamos si pensamos que sabemos cosas básicas, porque luego nos damos cuenta de que no las sabemos. A veces hace falta que venga un tío como él y te diga las cosas muy claras y sencillitas para que las recuerdes. Lo ha hecho desde el primer momento. Ha cambiado el ánimo del vestuario y eso hace que rindamos mejor o demos mejor sensación que en diciembre.

—¿Cuáles son esas ideas?

—De orden, de presión, de dar un paso hacia delante cuando recuperamos la pelota... Cuatro cositas que el equipo ha entendido bien y hace en cada partido, y a partir de ahí, a crecer. Cuando los resultados acompañen, se verán cosas mejores.

—¿Ratificar a Merino le ha venido bien a la plantilla?

—Para nosotros tampoco hay mucha diferencia. Si un entrenador entra en el vestuario, tenemos que estar a muerte con sus ideas. Pero es cierto que esa ratificación da la tranquilidad de que no va a haber más cambios, que somos los que tenemos que sacar esto adelante, a pesar de la situación del club. Cuanta más tranquilidad haya en todos los sentidos, mejor.

—¿Se conforma con quedar el decimoséptimo este año?

—No. Soy ambicioso y confío ciegamente en el equipo. En diciembre pasamos por una situación que no acompañó, pero es un equipo para salvarse tranquilamente. Hay que mirar más hacia arriba, querer crecer y confiar en el que tenemos al lado. Si la realidad fuese que nos vamos a salvar de milagro, se lo diría, pero no creo que sea así.

—El nuevo presidente se marca como objetivo estar en la élite de Europa en tres o cuatro años. ¿Lo ve realista o populista?

—La realidad a día de hoy es que estamos jugando para salvarnos tranquilamente. Acabamos de subir de Segunda y hay que dar estabilidad dentro del club para que esos objetivos se cumplan. He renovado porque pienso que no voy a jugar año tras año para no bajar a Segunda y porque quiero jugar cosas importantes con este equipo, pero todos debemos tener un punto de sensatez y la realidad es que con tanto cambio y tanta inestabilidad hay años en los que te pueden salir bien las cosas y años en los que te puedes ir a Segunda.

—En dos años ha tenido cuatro presidentes y cuatro entrenadores. Eso no es estabilidad...

—Lógicamente, esos altibajos no le vienen bien al club, pero nosotros tenemos que intentar dar esa tranquilidad para que entre todos reconduzcamos la situación.

—¿Le sorprende todo lo que pasa alrededor de este club?

—Hay situaciones cambiantes en todos los clubes. Aquí es diferente porque hay tanta gente con acciones que en cualquier momento parece que puede cambiar algo. Nosotros nos tenemos que aislar y convivir con todo eso con naturalidad. Y ser conscientes de que los que estamos en el vestuario tenemos que dar esa estabilidad con los resultados y sacar esto adelante.

—Renovó hasta 2019. ¿Se ve cumpliendo ese contrato?

—Renové pensando que quería crecer a la par de este club. Soy muy ambicioso, quiero jugar por cosas importantes y si el club me da eso, yo lo quiero cumplir porque aquí estoy muy feliz. También le debo la oportunidad que me dio en su día. No hay otra cosa que desvíe mi atención. Confío en este proyecto, este club tiene potencial para jugar cosas importantes.

—¿Entonces hay Adán para rato en el Betis?

—Sí, hay que decirlo así porque así lo siento. Quiero estar aquí y crecer con este club.

—Su cláusula es de 8 millones. ¿Es Adán una bicoca?

—Depende de cómo se mire (ríe). Si hablamos del tema económico, dejando claro que mañana puede venir un equipo y pagarla pero que mi idea es estar aquí, es una cláusula normal si la comparamos con cómo está el mercado. El Barcelona firma dos porteros de grandísimo nivel y paga 5 y 6 millones. El traspaso más alto de un portero es Oblak, 16 millones, pero nadie oye 10 millones por un portero ni en Inglaterra ni en ningún lado. Hace dos días descubrimos que el Bayern pagó 9 millones por Xabi Alonso. El traspaso más alto del Betis en los últimos años es Beñat, 8 millones. Sería dificilísimo que hubiese una oferta de 8 millones por mí, algo extraordinario. No lo han pagado por grandísimos porteros, como Bravo o Ter Stegen, y no creo que lo hagan por mí.

—Y llegamos al tema de moda: la selección. El sueño de cualquier futbolista, ¿no?

—Todos los futbolistas querrían jugar con su selección. Yo tuve la oportunidad en categorías inferiores y es el máximo para un jugador. Pero la realidad es que eso está muy lejos. Sólo hay unos pocos elegidos que pueden defender a la selección en una Eurocopa, o simplemente en un amistoso, y el resto estamos alrededor, unos con más posibilidades y otros con menos. Ahora mismo me veo muy lejos de eso. Si pensara que estoy cerca de ir a una Eurocopa en junio, me equivocaría. Primero debo conseguir el objetivo principal, que es ganar al Sporting, luego al Rayo... Una vez que lo logre, veremos si hay más o menos opciones de ir.

—¿Tiene más esperanzas para después de la Eurocopa?

—Ni me lo planteo, de verdad. Me parece algo tan lejano que no me lo puedo plantear. Estoy haciendo un buen año, pero eso no significa que vaya a tener el premio de ir a una Eurocopa. No me lo planteo de ninguna de las maneras. Las posibilidades son pocas y ya está. Y pensar más allá de junio... No sé qué va a pasar mañana. Tienes una lesión o tres partidos malos y esto cambia. Es absurdo que me plantee un objetivo no ya para junio, sino para el mes que viene. No sería real.

—¿Siente al menos que puede estar en la mente del seleccionador?

—Hay tantos grandísimos porteros en España que es muy difícil ser uno de los elegidos. Pepe Reina está jugando para ganar el scudetto con el Nápoles, Víctor Valdés ha vuelto a jugar al máximo nivel, Adrián lleva varios años haciéndolo bien en Inglaterra, Roberto es capitán del Olympiacos y juega la Champions... Hay tal nivel que la competencia es mucha y las posibilidades son menos. Así lo veo, es lo más sensato. Sergio Rico va a jugar la final de Copa, De Gea está en todo un Manchester United y Casillas es Casillas, ha sido el mejor del mundo durante muchos años y es indiscutible. Las posibilidades para el resto son muy pocas.

—¿Qué le parece Sergio Rico?

—Tengo una buena relación con él y siempre digo lo mismo: tiene mucho mérito lo que está haciendo, con veintipocos años está jugando en un club como el Sevilla, compitiendo en Europa. Hacerlo con esa edad y en una línea regular tiene mérito. Me parece un gran portero. Si no, no podría competir a ese nivel. Tengo amigos en el otro lado y me hablan de Sergio como un chaval fantástico.

—¿Cuáles son los tres mejores porteros de la Liga?

—El mejor, y creo que será el futuro mejor portero del mundo en breve, es Oblak, transmite una seguridad tremenda y está un escalón por encima de cualquiera en la Liga. Claudio Bravo me parece otro gran portero, supercompleto, le va bien al juego del Barcelona. Y como tercero, Keylor: fue uno de los mejores del Mundial.

—Ha citado a los tres que quizá tienen menos trabajo. ¿Es más difícil ser bueno cuando le chutan poco?

—La dificultad que ha tenido Casillas durante tantísimos años ha sido esa, que juegas partidos importantes en los que seguramente te chutan una o dos veces y que las pares tiene una dificultad tremenda. La cualidad más importante de Íker es la concentración: momento en el que se le necesitaba, momento en el que estaba.

—¿Intuye que, por haber salido de allí, acabará sonando algún día para el Real Madrid?

—Para nada. Ni a medio ni a largo plazo me planteo que esa llamada suceda. Estoy muy centrado y feliz aquí y pensar en volver al Real Madrid sería equivocarme totalmente. No se me pasa por la cabeza que el Real Madrid vuelva a llamarme nunca.