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Actualizado: 19 mar 2017 / 19:12 h.
  • Nasri y Escudero presionan al atlético Koke. / Efe
    Nasri y Escudero presionan al atlético Koke. / Efe

A finales de 2016 y principios de 2017, cuando el Sevilla goleaba y ganaba casi todos su partidos, todos pensamos que podía meterle mano al Real Madrid en la Copa, que cogería al Leicester y lo menearía en la Champions y que en la Liga podía formar un auténtico lío. El Sánchez-Pizjuán rebosaba ilusión y júbilo y había hasta quien juntaba euros para comprar al rubito Nasri. En vísperas de la primavera, ha desaparecido absolutamente todo. El estadio con más ambiente de España se ha convertido en una tumba por culpa de una gestión calamitosa de casi todos, el equipo deambula por los terrenos de juego sin que el entrenador vuelva a encender el GPS ni utilice a nuevos jugadores pese al obsceno estado de forma de algunos titulares, la Champions la dejó tirada de forma grotesca en Leicester y la ventaja con el Atlético, cuarto en la Liga, está a punto de ser finiquitada. Y Monchi con las maletas preparadas antes de que José Castro le abra la puerta a los chinos. Aquella eliminatoria copera ante el Real se perdió y dejó secuelas en todos los ámbitos. El estado psicológico de depresión es absoluto y nadie lo esperaba en una temporada con ilusiones que pocos recordaban. El Sevilla se desangra.

Y quedan dos meses de competición. Marzo está siendo sencillamente terrorífico. Aun aceptando que le va a costar tiempo digerir un golpe como el de Leicester, es sorprendente ver cómo el equipo nervionense se ha caído. Viene un parón que debe servirle a Sampaoli para ponerse de nuevo el traje de Sampaoli. Un técnico que, pese a las metralletas que algunos están encantados de desempolvar ahora, es un entrenador que sabe ver el fútbol claro y nítido. Lo ha demostrado y ahora se le debe exigir como al que más. Porque desde fuera parece del todo inconcebible que Nasri siga jugando como lo está haciendo –¿ha tenido que pedir una talla mayor de camiseta?–, que Franco Vázquez no haya jugado un solo minuto en Leicester ni en Madrid, que Sarabia haya sido lateral por tercera vez en un mes pese a los fracasos de esa apuesta, que Jovetic jugara contra el Leganés pero no saliera de inicio en la Champions o en el Calderón, o que Correa no tenga hueco en la titularidad de ninguna forma posible. La hemorragia es evidente y Sampaoli está dando palos de ciego.

En el Calderón, un Atlético demasiado respetuoso y con un día menos de descanso le metió tres al Sevilla, que casi calcó la actuación en Inglaterra: resbalones cada dos por tres, el 1-0 en una falta exacta, un juego lento hasta la exasperación y, lo más grave, falta de fe y de autoconfianza, la cual hace imposible cualquier atisbo de éxito en los partidos. El Sevilla está muy mal, los futbolistas que juegan lo saben y también los que no juegan, que caen en la frustración eterna. Si algo puede salir mal, con estos ingredientes saldrá mal. ¿Cómo se dice en chino que acabe ya la temporada, por favor?