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Actualizado: 24 feb 2017 / 19:28 h.
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Esta es una nota escrita que he encontrado en el autobús. Me daba pena deshacerme de ella y aprovecho para compartirla con los lectores de este periódico. Reproduzco lo que se dice en ella textualmente:

¿Por qué me cuesta tanto esfuerzo saludar a un conocido cuando me lo encuentro por la calle? Un movimiento de la mano, enarcar las cejas sonriendo o decir hola, sería suficiente. Sin embargo, soy capaz de cruzar de acera para no hacer ese mínimo esfuerzo.

Tal vez sea a causa del miedo, del temor a tener que comunicarme con otro ser humano. Quizás tenga que ver con no tener nada que contar, ni siquiera que estoy bien o mal. Es posible que la razón se acerque a sentirme feucho o hecho unos zorros o a estar escuchando mi canción preferida o a pensar en algo que me interesa y que trato de ordenar.

Sea cual sea la razón, evito un ademán y, según lo hago, me siento estúpido. Algo tan pequeño me convierte en un enano detestable. Por supuesto, si percibo que alguien hace algo parecido a esto que cuento, inmediatamente, pienso que el que cruza la calle es un idiota. Nunca somos capaces de alcanzar a valorar nuestros defectos que vistos en otros resultan desagradables.

¿Qué es lo que quiero ocultar cuando evito a alguien del que no me separan grandes problemas o una discusión? ¿Tengo algo que quiera mantener oculto tan importante como para hacer el ridículo de esa forma? ¿Qué representa un gesto tan mínimo en el conjunto de mi vida? ¿Por qué me niego a mí mismo la posibilidad de tener una vida más amable y más llevadera?

Seguramente nada. El problema está en otro lugar. Ahora que leo lo que voy escribiendo (escribir es una forma de ordenar lo pensado, de explicarse lo que sucede) entiendo algo de lo que procuro explicarme. Lo que no quiero es dejar de mirarme, de pensar eso que me preocupa y que suele coincidir conmigo mismo. Siempre que reflexiono tengo la sensación de hacerlo sobre mí, incluso cuando el vehículo son otros u otras cosas no pierdo de vista que allí estoy yo (como cualquiera). Son tan pocas las ocasiones que tengo para hacerlo que cruzo las calles que es un primor. A veces, sería capaz de cruzar el océano Atlántico para poder seguir dedicándome algo de tiempo. Cualquier estímulo que viene de fuera me perturba cuando pienso.

Esto es lo que se entiende. A continuación, el autor escribió algo pero con una letra que parecía desintegrarse por la desidia de una muñeca que se negaba a realizar el movimiento justo.

Los que me conocen estarán pensando que esto no me pega ni con cola porque saben que escribo rodeado de niños, en la cocina o en una cafetería; que cuento estas cosas porque, al fin y al cabo me dedico a escribir. Pero no, no estoy construyendo un embuste. Es cierto que he encontrado una nota que decía, exactamente, eso y no otra cosa.

Además, todo este asunto me hace pensar en que cuando me siento a escribir tengo muy claro lo que quiero expresar y cómo quiero hacerlo, qué necesito explicarme si no he sido capaz de comprender dando vueltas a la idea o a la imagen. Ya está todo pensado antes de coger la estilográfica. Creo que es esa la forma de hacer las cosas. Si leen con atención la nota anterior, comprobarán que se parecen bastante las afirmaciones que se dejan dichas en ellas y esta mía; no de forma aparente, pero sí en esencia.

En fin, que pienso seguir huyendo de saludos innecesarios porque yo también practico el arte de huir para encontrarme un poco más adelante, en soledad, y sin tener que practicar las buenas normas de educación con el primero que pasa a mi lado (lo reconozco). Aunque seguiré mirando con cara de pocos amigos a los que lo hagan siendo yo la víctima porque tengo la misma sensación que el autor de la nota. Si lo hago yo tiene un pase, pero si me lo hacen a mí la cosa se convierte en un auténtico insulto.

Y ya saben, si algún día me pescan escribiendo en una cafetería pueden interrumpir tantas veces como quieran. Estaré pensando en cosas verdaderas y auténticas y esas no se olvidan aunque descanses o te obliguen a hacerlo con alguna pregunta o un saludo.

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