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"No existe un lugar más difícil que este para ser profesor de conservatorio"

Asido al instrumento más humilde que existe, el flautista Guillermo Peñalver habla con pasión de música antigua y de mejores políticas educativas. Así, su sonar y su palabra resultan, ambas, igual de inspiradas.

el 14 mar 2014 / 23:15 h.

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Formado en Sevilla y en Holanda, Guillermo Peñalver ha cincelado, desde Triana, donde reside, una carrera propia de intérprete internacional. Si la Orquesta Barroca hiciera una encuesta entre sus abonados, la mayoría optaría por dar más protagonismo a su flauta solista. Empatía y excelencia con denominación de origen hispalense. Comenzó con la trompeta, se pasó a la flauta dulce. Y con ella quiso hacer carrera. Imagino las advertencias de peligro de sus allegados... Cuando empecé a tocar la flauta dulce supe que eso es lo que quería hacer. Ocurrió así y no sé explicar por qué. Incluso mi profesor, Fernando Pérez, director del Conservatorio Superior de Sevilla durante 25 años, e impulsor de la música antigua en el mismo, me insistió en que además de tocar la flauta me hiciera profesor de solfeo. No sé, imaginaría que acabaría dándome a la bebida... pero no, logré sobrevivir tocando este modesto instrumento de madera. Sevilla 13 03 2014: Flauitsta Guillermo Peñalver.FOTO:J.M.PAISNO Peñalver participará el día 23 en el Festival de Música Antigua / J.M. Paisano ¿Qué encuentra en ella? La pureza de su timbre me fascina. Hay algo mágico en ella, parece como si los límites del sonido estuvieran perfectamente definidos. Sin embargo en los últimos tiempos está más volcado en el sucesor de la flauta dulce, el traverso. Con este paso he querido asumir un reto técnico. El traverso pertenece a ese tipo de instrumentos en los que hay que luchar cada nota a brazo partido. Además cuenta con un repertorio de una dificultad y una belleza extraordinaria. La flauta dulce o de pico adolece de obras de peso, más allá de los Conciertos de Brandenburgo, las Cantatas de Bach o las Sonatas de Haendel. Usted fue uno de los pioneros en plantar la semilla de la música antigua en una ciudad que hoy la defiende casi como una seña de identidad. Sí, junto con Ventura Rico con la viola de gamba y Juan Carlos Rivera con la cuerda pulsada. Comenzamos a enseñar instrumentos y prácticas de época. Pero después de tantos años el crecimiento a nivel oficial sigue siendo enormemente lento. No hay cátedra de instrumentos de cuerda barrocos. En fin, desde el punto de vista de la enseñanza estamos muy lejos de centros ejemplares como el Conservatorio Superior de Cataluña. Sucede que se produce una falta de interés y sensibilidad por parte de las autoridades educativas que no se dan cuenta del tesoro que tienen y de las medallas que podrían colgarse. En Madrid miran con recelo toda la expectación que genera la música antigua en Sevilla. Ahí tiene el inminente Festival (FEMAS). Pero esto no tiene una contraprestación real en la enseñanza. ¿Por eso dejó el Conservatorio? Por eso y por el empecinamiento de la Consejería de Educación en no permitir que los profesores desarrollemos una carrera de concertista. En otras ciudades si además de profesor das conciertos, mejor, porque saben que eso repercutirá positivamente en la enseñanza. Aquí no, todos son trabas y amenazas de expedientes. No existe un lugar donde los profesores de conservatorio tengan más problemas que aquí. ¿El resultado? El nivel de los músicos profesionales es muy bajo y lo que se crean son músicos-funcionarios, que dan la clase y se van a su casa. Volviendo a la flauta dulce. Habrá quien piense que es un instrumento anclado en el pasado, sin un repertorio actual. Esto no es así. Hay más obras contemporáneas catalogadas que antiguas. Algo que no sucede en instrumentos como la viola de gamba. Yo mismo durante una época de mi vida toqué mucho repertorio moderno con el cuarteto Extramundi. A un nivel práctico, ¿cree que es útil la enseñanza obligatoria de la flauta dulce en la educación primaria? ¿no puede generar una cierta aversión al instrumento? No lo creo. Pienso que sí que es útil. El problema no es la flauta, es que la música no está integrada de verdad en nuestra sociedad. No tiene sentido poner a tocar a 15 niños Noche de paz y que luego no haya más actividad musical; que no acompañen a un coro y que no vayan más allá. Lo grave es que en este país la música no es importante, los políticos siempre han pasado de ella y de todos los estamentos culturales el nuestro es el más sensible, el primero en recibir los palos de turno. Vive prácticamente como free-lance. Al escoger su instrumento también renunció tácitamente a una vida cómoda en una orquesta. Ni siquiera sabía al principio si llegaría a poder vivir de la flauta. Y tampoco acaricié la idea de tener una nómina a final de mes, mucho menos confié en trabajar de manera estable en una orquesta. Y no se crea que la vida fuera de España es fácil. Estudié en La Haya y tal vez podría haberme quedado en Centroeuropa. Pero si hoy analizamos las plantillas de las orquestas antiguas más punteras –piense en La Petite Band, Amsterdam Baroque Orchestra o Akademie für Alte Musik– observará que los músicos de hoy son los mismos de hace 30 años. El movimiento historicista que usted defiende con su instrumento y con su técnica cada vez conquista más territorios. Acaba de publicarse una grabación ‘de época’ de los Cuadros de una exposición de Mussorgsky, que son de 1874, muy lejos ya del barroco. ¿Todo vale? Si comparásemos las flautas que conoció Ravel en 1920 con las de hoy, estas serían como satélites espaciales en relación con aquellas. Los instrumentos no han dejado de evolucionar y para mí tiene todo el sentido del mundo abordar la música del XIXcon instrumentos y criterios de época. Igual de bien me parece lo contrario; que orquestas modernas interpreten el repertorio antiguo. Una y otra opción enriquecen al oyente y abren infinitas posibilidades en la escucha. Ha tocado en muchas ocasiones con la Orquesta Barroca de Sevilla. ¿Qué repertorio le gustaría abordar en el futuro? Tal vez le sorprenda si le digo que me encantaría hacer la Novena Sinfonía de Beethoven. O alguna sinfonía de Schubert o Schumann. Pero no lo contemplo en el futuro cercano... ni puede que en el lejano tampoco.Exigiría una plantilla de 40 o 60 músicos e importar instrumentos de época. Volvemos como ve al problema cultural. Estas cosas tienen todo el respaldo y entusiasmo del público pero no motivan a las altas esferas.

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