Los medios y los días

El Pregón

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08 abr 2019 / 08:16 h - Actualizado: 08 abr 2019 / 09:55 h.
"Los medios y los días","Pregón de la Semana Santa 2019"
  • Charo Padilla durante su pregón. / Jesús Barrera
    Charo Padilla durante su pregón. / Jesús Barrera

Ahí estaba ella, Charo Padilla, pregón de cofradiera, pregón a su Dios y a su Sevilla, pregón de mujer y de madre, pregón de cristiana comprometida, pregón de periodista. Un texto con mucho fondo, para ser leído despacio, para pensar sobre él, al lado de los humildes, al lado de los barrios, pegado a unos recuerdos que otorgan vida, desde su yo a lo universal -como los buenos poetas-, desde las hermandades de lejanos arrabales hasta el corazón de esa Semana Santa inmortal por muchas crisis que atraviese. Desde el ser humano más común pero más cercano hasta la divinidad más excelsa y que más llena el espíritu, todo dicho a una semana de que se sentaran a recibir el caminar de los pasos todos aquellos que se han ido pero que se dan un paseo por la ciudad para contemplar lo que fueron construyendo en vida con sus manos y con sus almas.

Generosa Charo Padilla, no se olvidó de nadie, a todos repartió petaladas, sencilla como una rima de Bécquer, como aquella alumna que tuve y con la que mantuve conversaciones de periodistas, una alumna especial que iba más allá de lo que explicaba en clase porque ya ejercía su profesión en Canal Sur. Me comentaba la actualidad y me enriquecía, me presentó a su marido, Manuel Marvizón, quien a su vez me mostró su estudio de grabación musical, el primer estudio en el que entraba este músico frustrado que les está hablando ahora a través de unas letras.

Especial brillantez alcanzó el pregón cuando Charo habló de su maternidad. Sus hijos, ya desde su vientre, se mecían al son de marchas y cornetas y también se desvelaban o se despertaban de pronto cuando nuestra periodista pregonera caminaba apresurada entre la bulla, buscando esa entrevista o esa ubicación necesaria para hacer que el radioescucha gozara la Semana Santa sin necesidad de verla. Pocas semanas antes de dar a luz –dijo la pregonera- ahí estaba ella y desde el Teatro Maestranza nos lo narró como sólo sabe hacerlo una mujer, ahí estaba Charo, madre, mujer trabajadora, sin alharacas, sin estridencias, hablando con los hechos.

El pregón de Charo no tuvo grandes fastos verbales ni giros abstrusos o barrocos, su fuerza estaba en el seno de sus letras y de sus frases, fue un pregón tendente a lo renacentista en una Sevilla barroca que supo comprenderlo, algo que el público empezó a demostrar en el primero de los aplausos, largos aplausos con los que interrumpió por primera vez la disertación de la pregonera, para celebrar su apoyo a quienes más sufren y menos tienen, pura coherencia con el evangelio que llegó de un nazareno que la semana que viene maltratarán y asesinarán para después volver a la vida a sembrar entre los humanos el reto de entenderse entre ellos. La primera mujer pregonera ha dejado alto el listón con su pegón íntimo y personal. Sí, fue un pregón de cristiana y de mujer, de toda una mujer que supo sonreír y emocionarse cuando no fueron suficientes las palabras y era imposible evitar que brotara un lenguaje no verbal que añadía gestos de pasión y de sosiego a sus ideas hondas como el profundo sentir que despierta una conmemoración para todos los públicos, ideas, condiciones, sensibilidades. Para todas las mentes y todas las almas.