Ave María ‘capipota’

El arquitecto Honorio Aguilar expone en Cantillana una selección de su colección de imágenes marianas de devoción doméstica propias del Levante español

15 feb 2018 / 16:43 h - Actualizado: 15 feb 2018 / 20:03 h.
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  • El arquitecto Honorio Aguilar posa junto a las ‘capipotas’ que se muestran en Cantillana. / F.J.D.
    El arquitecto Honorio Aguilar posa junto a las ‘capipotas’ que se muestran en Cantillana. / F.J.D.
  • Virgen del Tránsito, una iconografía muy habitual en el Levante español. / F.J.D.
    Virgen del Tránsito, una iconografía muy habitual en el Levante español. / F.J.D.

No es una advocación, pero se las conoce como capipota. Imágenes que conservan vestigios de una fe doméstica, atesoradas por el arquitecto Honorio Aguilar en una extensa colección y que el Ayuntamiento de Cantillana expone estos días en el anexo al Centro de Historia Local. La muestra exhibe una selección de las más de medio centenar de vírgenes capipota que posee, como parte de una colección que supera las 300 piezas. Iniciada por su padre en los años 70, el arquitecto ha ampliado el conjunto, conformando un interesante museo del arte sacro doméstico, que conserva en la casa familiar de la calle Cardenal Spínola de Villaverde del Río.

Para Aguilar las capipota «no son esculturas muertas, cada una tiene una historia detrás, eso las hace entrañables». Su culto en la casa, en el seno de la familia, enlaza con los dioses lares de la tradición romana. «No es casual que surjan en la costa mediterránea, donde la presencia de Roma fue tan fuerte. Ese culto doméstico ha perdurado a lo largo de la historia».

capipota es el nombre genérico que reciben. Del catalán cap i pota –cabeza y pies– describen las características propias y definitorias de este tipo de imaginería, propias de la escultura en el levante español de los siglos XVIII y XIX. Imágenes de vestir, habitualmente de la Virgen, para el culto íntimo y doméstico, que carecen de candelero, como es más propio en nuestra tradición, y muestran talladas la cabeza y el rostro, las manos y siempre los pies. Con el cuerpo solo desbastado, teñido habitualmente de añil, tienen una figura que «estéticamente resulta muy atractiva, con la cintura estrecha y caderas abultadas».

Muchos son los coleccionistas de capipota –como los cantantes Joaquín Sabina o Alaska–, que las exhiben desnudas y sin atributos. «Me gustan más con sus ropas de telas antiguas y bordados, con enaguas hechas a mano, su orfebrería. Además de hacerlas más interesantes, entroncan con nuestra tradición andaluza».

De cada una tiene inventariado su origen y su historia. Habitualmente insertas en sus propias capillas o urnas, proceden de casas de pueblo, transmitidas como herencia. «Más que el valor artístico, que lo tienen, destaca su valor etnológico y antropológico, la cultura de una época mantenida en el ámbito familiar». Define estas capillas como «contenedores de tiempo, en una relación dual. El tiempo detenido en el interior, mantenido igual que se creó hace 200 años. Un tiempo pasado que se puede ver desde fuera». Aunque destaca «la lectura desde el interior, las experiencias vividas, las historias de cada familia donde ha estado depositada, acumuladas en cada urna». Un carácter doméstico que ha mantenido al conservarlas en su casa.

Una Divina Pastora y una Asunción se acompañan en la exposición de varias dolorosas, inmaculadas, dos escenas de la Piedad y distintas advocaciones de gloria. La exposición estuvo, entre los meses de diciembre y enero, en el sevillano Hospital de la Caridad. En Cantillana permanecerá hasta el día 4 de marzo. «Estoy unido a Cantillana por mi estudio de arquitectura, que ahora cumple 25 años. La muestra, en un pueblo donde interesa este tipo de arte, es una forma de devolverle parte de lo que me ha dado para mi realización como arquitecto». Posteriormente, viajarán al Museo de la Ciudad de Carmona, como muestra dentro de la ruta Caminos de Pasión.

Destaca como más antigua una Virgen de gloria del XVIII, advocada de la Candelaria, que además fue la primera que él adquirió. La más lejana es una dolorosa sentada, de gran tamaño, proveniente de México, que compró en Bolbaite (Valencia) «con su urna de más de dos metros». Como más singular señala una Virgen del Tránsito, «iconografía muy habitual del Levante español». No tienen un valor económico excepcional, asegura, aunque algunas sean de buena factura y de autores destacados como Domingo Pi o Tomás Picas. Pero poseen un incalculable valor sentimental, «sobre todo las primeras con las que mi padre inició la colección».

Aguilar mantiene desde sus redes sociales una continua difusión del patrimonio y de la arquitectura. Continúa ahondando en la importancia de la luz en el mudéjar, ampliando este estudio actualmente a la provincia. Sigue apostando por la recuperación de la iglesia de San Lázaro, promoviendo una concentración para reivindicar poder mostrar el templo. «Hay interés, la cuestión es encauzarlo para que la administración vea la preocupación por conocerlo». Organiza también rutas por Sevilla para conocer los relojes de sol. Porque al igual que con San Lázaro, «si no se conocen, llegará alguien, quitará alguno y no pasará nada. Si la sociedad los conoce y los valora se apostará por preservarlos como parte de la historia».

Su objetivo es «mover conciencias, interesar por el patrimonio y la cultura, motivar su preservación para dar pie a nuevos usos, que redunden en la persona, en el entorno, en la sociedad». Invitando a la conciencia crítica, hasta incluso permitiendo que la devoción doméstica lleve a una admiración pública a través de sus capipota.