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El dulce más solidario de Sevilla

Los confiteros de Los Palacios y Villafranca elaboran un roscón de Reyes de 100 metros de longitud para que ningún niño de la localidad se quede sin juguetes en el día más mágico

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
03 ene 2017 / 22:19 h - Actualizado: 03 ene 2017 / 22:23 h.
"Gastronomía","Navidad","Navidad en Sevilla"
  • Manuel Navarro y Antonio Carmona posan con el resto de reposteros junto al roscón gigante. / Á.R.
    Manuel Navarro y Antonio Carmona posan con el resto de reposteros junto al roscón gigante. / Á.R.
  • El roscón de reyes solidario fue todo un éxito. / Á.R.
    El roscón de reyes solidario fue todo un éxito. / Á.R.

Los Palacios y Villafranca sacó ayer al centro de su plaza de España otro de los valores gastronómicos que lo identifican con especial dulzor en toda la provincia, y que no eran esta vez sus tomates, sino sus pasteles. Cada uno de sus nueve obradores llevó un roscón de reyes lineal de al menos 11 metros de longitud, con lo que consiguieron trazar una multicolor línea para chuparse los dedos de algo más de 100 metros y unos 200 kilos de peso; desde la peña Bética hasta la mitad de la plaza, lo nunca visto en el pueblo ni en la provincia, si se exceptúa uno elaborado en Camas hace unos años que llegó a medir 150 metros, si bien el objetivo de ayer de los confiteros palaciegos no era batir ningún récord, sino conseguir que ningún niño del pueblo se quede estos días sin su regalo de Reyes Magos.

La idea surgió de la sección juvenil del Centro de Mediación que ya funciona en la localidad bajo la dirección del juez de paz, Antonio Hormigo, que ha sido capaz de poner de acuerdo no solo a las nueve confiterías del pueblo, e incluso a todas las cafeterías de la plaza –que también ofrecían café o chocolate, previa presentación del tique por valor de un euro– sino a cuantos colectivos locales se mueven por los demás, como las asociaciones de discapacitados físicos y psíquicos, la de donantes de órganos, la protectora de animales, la sede palaciega del Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla o la Fundación de la Escolanía, cuyos niños colaboraron por primera vez sin necesidad de cantar. Todos ofrecían en la plaza, bajo carpas acondicionadas, información sobre sus actividades, mientras se agotaron varias veces los tiques para adquirir una porción del gigantesco roscón, tal era la magnitud del gentío que se agolpaba. De hecho, muchos vecinos terminaron pagando el euro en moneda directamente a los obradores porque incluso a la imprenta que colaboraba aportando las entradas –y que en el pueblo llevaban vendiéndose una semana– se les había ido el evento de las manos. «Es señal de que la gente está por la labor y de que el próximo año tenemos que repetir», aseguraba exultante el juez de paz.

La tarde también les sirvió de convivencia al sector, que no entendía el encuentro como competencia sino como una suma de solidaridad cuyos beneficios unos 1.500 euros, calcula la organización se destinarán a comprar juguetes a las 120 familias más necesitadas del pueblo, según los criterios de la Concejalía de Asuntos Sociales, cuya titular, Carmen María Molina, se mostraba «especialmente orgullosa porque los palaciegos sepan demostrar una vez más hasta qué punto sabemos ser generosos».

Una de las pruebas más contundentes del compañerismo solidario del sector se resumía en la estampa del abrazo entre Manuel Navarro (el patriarca de Confitería Navarro) y Antonio Carmona (el fundador de Confitería Distinguido). «El 16 de octubre de 1955 entré a trabajar en su fábrica», recordaba con una exactitud cariñosa este último con el brazo echado por encima de aquel. Navarro asentía agradecido mientras lo oía. «Allí no había órdenes porque no nos tratábamos como jefe y empleado, sino como amigos; entonces había una cosita que ya se ha perdido», proseguía Carmona con los ojos humedecidos, mientras sus trabajadores actuales no daban abasto partiendo porciones para los miles de palaciegos que se agolpaban –los niños locos de alegría por los muñecos sorpresa que aparecían cada dos por tres entre la nata–, los papás divididos entre las colas del tique y del roscón. «En el año 62 fuimos los dos a Madrid a ver la final de la Copa del Generalísimo porque jugaba el Sevilla, ¡y fuimos en moto!», recordaba Navarro. «El mejor viaje de mi vida», sentenciaba.

Actualmente, las confiterías Navarro y Distinguido son dos referentes de la repostería en la comarca, al igual que Pepita Vázquez, que aterrizó desde Utrera hace varias décadas y cuyo tocino de cielo es insuperable. Sus hijos se afanaban ayer en cortar porciones, entusiastas y algo agotados después de una madrugada prácticamente sin dormir. «Empezamos antes de las cuatro», aseguraba uno de ellos. Otros obradores más recientes pero no menos exigentes como Vera Cruz, el Horno Magdalena, Confitería Ángel o la Panificadora El Pino también lucían sus recetas para un roscón que, unido por trozos de unos sesenta centímetros, parecía inacabable, aunque se acabó en poco más de una hora. Incluso las panificadoras Upanpa y Copán, que también se han volcado en los últimos años con sendos obradores, sumaron sus 11 metros respectivos como de brazo gitano para que el roscón adquiriera unas dimensiones de récord. «Estoy muy satisfecho de que nuestro tejido empresarial colabore para que ningún niño se quede sin juguetes en el pueblo», valoró el alcalde, Juan Manuel Valle (IU). Antes de que anocheciera, las confiterías del pueblo seguían despachando, pues el roscón de reyes más grande hasta ahora no solo se había acabado por hambre de solidaridad, sino que había abierto el apetito para más.