La auténtica patrulla canina

La unidad Alpesa colabora desde la Vega en tareas de búsqueda, rescate y salvamento de personas desaparecidas de forma totalmente altruista

22 feb 2017 / 17:36 h - Actualizado: 23 feb 2017 / 09:24 h.
"Solidaridad"
  • Niños de un centro escolar acarician a uno de los perros de rescate. / Unidad Alpesa
    Niños de un centro escolar acarician a uno de los perros de rescate. / Unidad Alpesa
  • Miembros de Alpesa muestran sus perros. / Unidad Alpesa
    Miembros de Alpesa muestran sus perros. / Unidad Alpesa

Seis perros integran la patrulla canina. Sus nombres son Dina, Kiko, Morfeo, Tara, Hispano y Duque, y participan en tareas de búsqueda de personas desaparecidas. Pero no son los conocidos cachorros de la popular serie infantil de animación, sino los integrantes de la unidad canina de búsqueda y rescate Alpesa-Sevilla. Una asociación que colabora con las fuerzas de seguridad y que realiza su labor de forma altruista con el apoyo de estos animales.

Fue en Villaverde del Río donde se creó hace 15 años. Su fundador, Bruno Sarmiento, decidió denominarla con el nombre tartésico de su localidad. Aunando su afición a los perros con su dedicación –profesional y voluntaria– con los servicios de ayuda y emergencia, constituyó el cuerpo canino. De forma autodidacta comenzó a trabajar el adiestramiento de perros, llegando a constituir una unidad hoy reconocida y avalada por su trayectoria.

Ahora está radicada en Burguillos, en el centro cultural Carmen Laffón, la integran 15 personas además de los perros, entre los que hay bomberos, policías locales y guardias civiles. Constituidos como asociación sin ánimo de lucro, llevan a cabo su trabajo de forma voluntaria. Su servicio se extiende «hasta donde podemos llegar con nuestros limitados medios», explica Sarmiento. Han intervenido en búsquedas en Sevilla, Cádiz, Jaén o Málaga. Su principal actividad es la búsqueda de personas desaparecidas en grandes áreas.

La intención desde su origen ha sido «cubrir esta carencia en nuestro entorno». Los protocolos de actuación fijan un plazo de 48 horas para iniciar la búsqueda de desaparecidos. «Cuando se trata de personas mayores o enfermas, esas primeras horas son cruciales». En esos casos, contactan con los ayuntamientos y las familias, ofreciendo el servicio. Gracias a sus años de actividad, son incluidos en los planes de Protección Civil, Policía Nacional, Guardia Civil y el GREA (Grupo de Emergencias de Andalucía).

Cualquier raza de perro y de ambos sexos sirve para la búsqueda y el rescate. Aunque Sarmiento los prefiere de tamaño medio y grande, al ser más aptos para la búsqueda en campo, sierra y lugares de difícil orografía. El adiestramiento se realiza desde que son cachorros, con el juego como base. «Se les despierta el instinto de búsqueda con juguetes. Incentivados en el hábito, la siguiente fase es buscar el objeto sostenido por una persona, y posteriormente eliminarlo para que busque solo a la persona». De ahí se continúa trabajando en la identificación del olor, «las feromonas propias y las específicas que se segregan en situaciones de estrés, miedo o angustia». Así se llevan a cabo búsquedas de desaparecidos mediante el olor de prendas personales y la localización de personas atrapadas, señalando la ubicación y el hallazgo mediante ladridos.

El perro ofrece en torno a 9 años de servicio, y en la unidad el juego, el refuerzo positivo y el cariño son la base para capacitar a estos «compañeros». Los integrantes se entrenan también, además de recibir formación en primeros auxilios, pautas de actuación para la atención y apoyo psicológico. Son necesarias cualidades físicas y conocimientos diversos –escalada, localización y orientación– para optimizar la búsqueda.

Realizan también exhibiciones en colegios, en ferias, eventos y simulacros. Buscan darse a conocer y mostrar la utilidad de los animales en este servicio. Además de sensibilizar en la tenencia de perros. Y apostar por la integración «con Kiko, que se ha quedado parapléjico y mediante un carrito adaptado sigue cumpliendo su labor. Mostramos que la discapacidad en el animal, como la persona, no significa que no sea válido para seguir aportando».

Con un presupuesto anual cercano a los 10.000 euros, la unidad se autofinancia. Sufragan los seguros de los perros, alimentación, atención veterinaria; vehículo y remolque, uniformes, arneses, equipos de oxígeno, de escalada, o incluso el dron que usan para rastrear en acantilados o barrancos. El Ayuntamiento burguillero les cede las instalaciones, pero no cuentan con ninguna subvención «salvo nuestra aportación y algunos colaboradores privados». Y sobre todo recalca que «nunca hemos cobrado ni lo vamos a hacer. Alguna familia ha querido pagarnos y lo hemos rechazado. No estamos aquí para ganar dinero».

A pesar de ello «compensa con la simple satisfacción de dar un hilo de esperanza». Al igual que emociona vivir situaciones como la de «una niña que en una búsqueda en Cádiz se dirigió al perro y le dijo: por favor, encuentra a mi tito que lo quiero mucho». Como también reconforta que la búsqueda sea fructífera, encontrar a la persona con vida y después mantener el contacto. «En Navidad nos llegan sus felicitaciones». Y con mucho sacrificio, como «una búsqueda en Villaverde un 24 de diciembre por la noche y bajo la lluvia. Dejé a mi familia ante la cena y me fui a buscarlo. Lamentablemente al día siguiente apareció fallecido», relata el jefe de la unidad. O sintiendo el desánimo y el dolor, como en la infructuosa búsqueda de Marta del Castillo, en la que el propio Sarmiento participó con Dina en Majaloba, Camas o Santiponce.

«Esto es una afición a la que se le da una utilidad social». Asegurando que «un latido es un ladrido, y así se salvan vidas», y manteniendo la esperanza en momentos difíciles a través de la auténtica patrulla canina.