La Campanita que abre la Cuaresma

La Soledad de Alcalá del Río mantiene la tradición de convocar a cabildo anunciándolo al son de una campana por las calles, acto que supone el inicio del tiempo cuaresmal

15 feb 2018 / 10:22 h - Actualizado: 15 feb 2018 / 11:10 h.
"Cuaresma 2018"
  • Multitud de público se concentra en la capilla de San Gregorio a la espera del sonido de la campana que da el pistoletazo de salida a la Cuaresma. / F.J.D.
    Multitud de público se concentra en la capilla de San Gregorio a la espera del sonido de la campana que da el pistoletazo de salida a la Cuaresma. / F.J.D.
  • Los niños juegan un papel trascendental en esta tradición de la Cuaresma. / F.J.D.
    Los niños juegan un papel trascendental en esta tradición de la Cuaresma. / F.J.D.

Que una campana es capaz de abrir la espera hasta Semana Santa es más que sabido en Alcalá del Río. Porque la Cuaresma no empieza hasta que la Campanita de la Soledad pone sus sones en la calle, en la tarde del Miércoles de Ceniza. Una añeja tradición, que hunde sus raíces en los orígenes de la hermandad, y que cada año es el anuncio fehaciente de que los cuarenta días de preparación para la semana grande han llegado.

No destaca por su valor material, aunque sí por su antigüedad. Tampoco por su tamaño, puesto que –provista de un mango de madera al que se prende un lazo morado– se lleva con una mano. Lo importante en esta Campanita es el mensaje que transmite. Su sonido asegura, de forma inequívoca, que la Cuaresma –este tiempo tan deseado que aquí incluso se felicita– ha empezado.

Y empezó en Alcalá del Río a las 5 de la tarde. A esa hora, el mayordomo de la corporación, desde la casa hermandad de la calle Arroyo Aguas Duras, hizo sonar la pequeña esquila, a compás de vivas a la corporación y a sus titulares, acogidos con júbilo por el público soleano expectante.

Se remonta esta tradición a los orígenes de la cofradía del Viernes Santo. Ya las reglas de 1582, las primeras conocidas –que no son las fundacionales, sino las de fusión con la hermandad de San Bartolomé– recogen la figura del muñidor como persona encargada de convocar a los hermanos para que acudiesen a las procesiones, entierros y cabildos, señalan fuentes de la hermandad. Esta función se ha mantenido a lo largo del tiempo y en la actualidad la Campanita sigue saliendo el Miércoles de Ceniza para convocar al cabildo que se celebra en la noche. Y ejercer así de pórtico cuaresmal.

La letanía de vítores dio paso al ancestral canto que acompaña a la Campanita, dos versos de eco añejo que se repiten al vaivén del sonido metálico: «Viva la Virgen de los Dolores, viva el Cabildo de la Soledad». Así se anuncia el cabildo y la Cuaresma, y se avisa de su llegada paseando la Campanita por las calles, en manos de los niños y los jóvenes, que dan así un pregón público de espera y vísperas.

En este singular acto mucho hay de costumbre. Tanto es así que las reglas actuales solo recogen que «el cabildo general de salida se celebrará cada año el Miércoles de Ceniza, previa convocatoria por la tradicional Campanita». Sin itinerario ni duración, no hace falta norma que la organice, pues sigue año tras año un recorrido preciso, conocido por repetido a través de los siglos.

Niños y jóvenes fueron pasándose la Campanita, para continuar su desfile. Seguida por un numeroso gentío que cantaba, una y otra vez, los dos versos que fundamentan su labor. Gente de toda edad y hasta bebés con carrito participaron de este rito iniciático, que da comienzo a la Cuaresma pero también a la vida cofrade como soleano. Las niñas lucían en el pelo –en todos los formatos posibles– el imprescindible lazo morado, distintivo inequívoco de pertenencia a la hermandad, complemento perenne en estos cuarenta días en un pueblo polarizado en devociones como este.

Este día de la Ceniza ha sido de ayuno, y los viernes se dejará de comer carne, como es costumbre en los hogares alcalareños. Es tiempo de inicio y preparación, en cualquier aspecto imaginable. Con el aviso de la Campanita, el zafarrancho de limpieza y pintura en las casas dará inicio. En estos 40 días hay que ponerlas a punto para lo que viene. Además de preparar túnicas, mantillas, trajes de angelitos y acólitos para las cofradías. Hay que limpiar la plata en las hermandades, recorrer el pueblo en comisiones petitorias para recaudar el último pellizco para las bandas de música, los cultos o los mejores saeteros. Comenzó la cuenta atrás para que el azahar inunde los naranjos de la calle Ilipa Magna –la céntrica Laguna–, y las casas desprendan el dulzón aroma de la mejor repostería casera: pestiños, torrijas, rosquitos. Es el tiempo fuerte de Alcalá del Río, que la Campanita, como si de una alarma para el sentimiento y la devoción se tratase, ha despertado.

Durante la tarde, la Campanita fue pregonando su anuncio por el casco histórico alcalareño. Un desfile continuo solo interrumpido cuando alguna soleana de mayor edad la reclamaba, para hacerla sonar y dedicar, a modo de oración, una sarta de vivas encadenados a la hermandad, sus titulares, los capirotes negros o los soleanos.

Acabó la Campanita su recorrido en la capilla de San Gregorio, sede de la hermandad. Momento deseado, pues es la primera ocasión en que puede admirarse a la Virgen de los Dolores en su Soledad ataviada de hebrea. A la hora tradicional, las 10 de la noche, se celebró el cabildo de salida, que sortea entre los hermanos las insignias para el Viernes Santo y las maniguetas para portar a la Virgen en los traslados para la celebración del Septenario. Y en la mesa de la junta de gobierno, presidiendo la reunión, la Campanita. Protagonista del día, es por sí sola capaz –como demuestra cada Miércoles de Ceniza– de abrir la Cuaresma, en una tradición mantenida en la historia alcalareña.