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Del aguardiente y otros placeres

Salvador Jiménez, biólogo y profesor en Cazalla de la Sierra. Nunca como hasta ahora un licor como el aguardiente había proporcionado una historia tan singular, ni se había conseguido aglutinar tanta información en torno a él. Salvador Jiménez presenta ‘El país del aguardiente’, un libro que hacía falta en la localidad

29 nov 2015 / 13:52 h - Actualizado: 29 nov 2015 / 13:57 h.
  • Del aguardiente y otros placeres

En los tiempos que corren, en medio de conatos sentimentales acerca de nacionalismos acérrimos enfrentados a pelotones secesionistas, sin duda, el mejor país para vivir sería El país del aguardiente. Al menos, el más agradable. Y al frente de dicho país, o mínimo formando parte de su cúpula, estaría Salvador Jiménez Cubero, un biólogo y reconocido profesor en su localidad natal que ha decidido sumergirse y bucear en la profundidad de los caldos más exquisitos de Cazalla de la Sierra.

A sus 64 años, y tras alcanzar la merecida jubilación, Salvador decidió responderse a tantas y tantas preguntas que se hacía acerca un licor característico de su pueblo y, tras cuatro años de trabajo, este fin de semana veía la luz el trabajo con el que da cuerpo a una historia fascinante a través del tiempo y los sabores. En referencia al título del libro, Jiménez confiesa que lo tomó de un periodista decimonónico, Carlos del Río, quien ya en 1895 publicaba un artículo en el Liberal de Madrid en referencia al preciado licor y su zona de producción.

Y fue precisamente esa proliferación de artículos periodísticos aislados la que motivó en parte la labor de este cazallero, decidiendo otorgar una historia viva que llenara esos espacios. Como bebedor de aguardiente que se confiesa, además de coleccionista de etiquetas de la bebida, Jiménez inició un trabajo documental y se dedicó a ojear el archivo municipal así como el de protocolo notarial, donde se empapó de todo cuanto necesitaba para llevar a cabo su trabajo.

En estos cuatro años confiesa que no ha desfallecido en ningún momento, «todo lo contrario, mientras más cosas descubría más ilusionado estaba». Además, jamás pensó en abandonar y tan solo lamenta no haber podido tener acceso a hemerotecas privadas. Hemerotecas, señala, que tal vez hubieran facilitado «muchos y muy interesantes datos», pero algunas permanecen inlocalizables y otras contienen datos de caracter personal y, por lo tanto, el acceso a ellas resulta más complicado. El libro, comenta, se divide en tres partes, una dedicada al vino, donde se trata sobre su origen, historia y demás datos. Otra, de igual manera, centrada en el arrope, y una última con el producto estrella, el que centra la atención del libro, el aguardiente.

Un producto, afirma Jiménez, ligado a Cazalla desde su propio nombre. Como novedad, un anexo con las distintas marcas comerciales que operaron en el pueblo y otro con un mapa de la localidad señalando dónde se encontraban los centros de producción.

Echando la vista atrás, Salvador da buena cuenta de la disminución de fábricas o centros de producción de este tipo de licores. Una de las principales causas de su dispersión, a su parecer, son los cambios de hábito entre la población. Y es que hoy en día, son cada vez menos los jóvenes que beben aguardiente, «si acaso una copa de guinda» comenta, pero hoy en día la juventud prefiere otro tipo de bebidas y combinados más actuales.

Aún así, no se atreve a hacer un pronóstico futuro acerca de la vida de las fábricas que actualmente residen en Cazalla. Una de ellas, Miura, es bien conocida traspasados los límites de la localidad serrana, mientras que la otra, El Clavel, gozó igualmente de prestigio más allá de Cazalla de la Sierra. Además, comenta, dichas marcas se reinventan y vuelven a engancharse al mercado a base de la elaboración de nuevos productos como la ginebra, tan de moda en los últimos tiempos.

En la elaboración de El país del aguardiente, Salvador Jiménez se confiesa un «romántico» y asegura haberlo «escrito a mano» en un primer momento, para posteriormente informatizarlo y, por último, hacerle las oportunas correcciones. De igual forma, Jiménez, señala la importancia de la Asociación Cultural José María Osuna, de cuyos fondos ha salido el capital necesario para su publicación y para los que irán los beneficios.

No obstante, la aventura literaria de Salvador Jiménez no empieza en esta obra sino que antes, en la década de los noventa, ya publicó su otro libro, Cazalla de la Sierra, naturaleza e historia, y confiesa, puede que su periplo con las letras «no acabe aquí», ya que en su mente ronda un nuevo proyecto, aunque esta vez centrado en la educación, una materia que asegura conocer a la perfección por haber sido su forma de vida.