Sanfermines a la guillenera

El chupinazo desde el Ayuntamiento y un encierro con carretones por la calle Real recrearon la popular fiesta de Pamplona como actividad de ocio para la juventud en este rincón de la Vega

07 jul 2017 / 23:23 h - Actualizado: 07 jul 2017 / 23:24 h.
"Toros"
  • Una multitud corre delante de los fingidos astados por las calles de Guillena. / Reportaje gráfico: F.J.D.
    Una multitud corre delante de los fingidos astados por las calles de Guillena. / Reportaje gráfico: F.J.D.
  • Esfuerzo ímprobo de los ‘toros’.
    Esfuerzo ímprobo de los ‘toros’.
  • El ‘tradicional’ chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento.
    El ‘tradicional’ chupinazo desde el balcón del Ayuntamiento.
  • Los más pequeños también se sumaron a las carreras.
    Los más pequeños también se sumaron a las carreras.

«A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro dándonos su bendición». Con este cántico iniciaron los mozos los encierros pamploneses en la mañana de ayer. Y de seguro que los más puristas de las fiestas, cumpliendo los ritos establecidos, elevaron anoche alguna súplica de oración a la Virgen de la Granada pidiendo amparo en esta singular pelea. Porque estos sanfermines no tuvieron lugar en la capital navarra, sino bastantes kilómetros más abajo. En Guillena en concreto. Por eso los mozos, vestidos de blanco y con pañuelo rojo al cuello, se encomendaron a la patrona de la localidad. Y es que los guilleneros pudieron disfrutar de un encierro, al modo y uso de la mundialmente célebre fiesta de Pamplona, pero adaptada a la idiosincrasia guillenera.

Porque en Guillena gustan los toros, y mucho. Conocidos son sus festejos taurinos coincidiendo con la feria. Por gustar, gustan hasta los toros de fuego. Y los carretones, esos artilugios con cuernos de toros que recrean al animal y se usan para el entrenamiento y para el uso lúdico. El más divertido, desde luego, como ocurrió anoche, en la que estos simulados toros fueron los que hicieron correr a los mozos –y a las mozas– por la calle Real.

Si en Pamplona los toros recorren la distancia entre los corrales y la plaza de toros, en estos encierros a la guillenera el recorrido fue al revés, pues los carretones corrieron desde la plaza de toros hacia las calles. Tripulaban esos artilugios de cuernos y dos ruedas los miembros del Club Taurino de Guillena. Jóvenes aficionados a la tauromaquia que dedican su empeño a dar a conocer y difundir esta fiesta tan propia y autóctona de nuestra cultura.

Unos sanfermines no pueden comenzar sin el esperado chupinazo. Y esa explosión –nunca mejor dicho– de júbilo y alegría también abrió el encierro de Guillena. Desde uno de los balcones del Ayuntamiento, a cargo de la concejal Ana Montero y José Mª Mellado, presidente de la asociación taurina, el silbido del cohete y su estallido en el cielo fue recibido con palmas y vítores, a la vez que se calentaban y estiraban músculos para la gran carrera.

La cuesta de Santo Domingo o la archiconocida Estafeta fueron sustituidas por la calle Real. Ataviados de blanco inmaculado, como no podía ser de otra forma, y con pañuelos rojos al cuello, multitud de corredores dieron muestra de su velocidad y agilidad, consiguiendo recrear por horas las calles de Pamplona en el centro de la localidad sevillana. El Ayuntamiento incluso repartió los típicos pañuelos para cumplir a rajatabla con la tradición y la costumbre de la importada fiesta. Todo como marcan los cánones, hasta el punto de que si Hemingway hubiera estado por aquí, la fama hubiera sido en sus escritos para Guillena y no para la capital de Navarra.

Seis astados, tres infantiles y tres de gran tamaño, corrieron durante una hora. Fue un encierro divertido, limpio y sin heridos, como ya quisieran para sus crónicas en Pamplona. Porque lo mejor fue que no hubo que lamentar bajas. Estos toros no arrollaban ni corneaban. Las únicas consecuencias para los corredores fueron el cansancio de las carreras calle arriba y calle abajo, las agujetas en los costados de tanto reírse y –según la valentía y lo mucho que se acercaran a los fingidos astados– acabar mojados con el agua con la que rociaban a los valientes que se atrevían a hacer quiebros ante los pitones.

Y amenizando el evento desde el inicio, así como ambientando al público que asistió al encierro desde las aceras y la plaza de España, la charanga Los Alterados. A través de versiones a saxofón, trompeta, bombo y platillo de los temas más conocidos de este y de todos los veranos, sus animados miembros pusieron la refrescante banda sonora. La temperatura, fresca y suave, también animó la asistencia de público y corredores a estos particulares sanfermines.

Este encierro y hasta una veintena de propuestas más forman parte del programa Fly Guillena, un compendio de actividades de ocio y tiempo libre organizado desde el Consistorio a través de las Delegaciones de Cultura y Juventud. Así entre julio y agosto se desarrollarán actividades como fiestas del agua, viajes y excursiones, veladas o conciertos.

La oferta lúdica y de ocio juvenil incluida en esa agenda para este fin de semana se completará este sábado a partir de las 20 horas con el Guillena Summer Festival, más de ocho horas de música en el parque de los Naranjales. Con artistas y grupos como Palodú, Luitingo y Caramelo, y los DJ’s Quini Rivera, José Always o Deejay Wino, entre otros, la fiesta se complementará con una batalla de colores.