Un mural del pintor Ocaña ‘rejuvenece’ en su colegio

Acuerdo para restaurar un lienzo plasmado en el CEIP La Esperanza

Iñaki Alonso @alonsopons /
17 jun 2015 / 22:23 h - Actualizado: 18 jun 2015 / 20:45 h.
"Pintura"
  • Los promotores del acuerdo de restauración, enfrente del mural de Ocaña en el CEIP La Esperanza. / El Correo
    Los promotores del acuerdo de restauración, enfrente del mural de Ocaña en el CEIP La Esperanza. / El Correo

Hace 35 años, los inocentes ojos de los alumnos del colegio La Esperanza de Cantillana asistían ensimismados a la última creación del pintor –y vecino– José Pérez Ocaña. Un colorido mural con mujeres haciendo mantones, niños vestidos de monaguillos o elevando a los aires cometas. Y una inscripción en una esquina de la obra: «Nunca dejéis de ser niños, porque el día que lo hagáis, es señal de que estáis muertos». Ahora, son los hijos de estos alumnos de antaño los que ven el languidecer de un cuadro al que la dirección del colegio ha intentado salvaguardar por todos los medios. Primero, buscando su blindaje patrimonial –con diálogo con las administraciones–, y después con su protección real, mediante la colocación de una pantalla de metacrilato que minimizara los daños.

Su grado de degradación exigía una actuación urgente y eso es, precisamente, lo que busca el acuerdo a cuatro bandas firmado por la dirección del centro escolar, la familia Ocaña, la cooperativa cultural Atrapasueños y el autor del próximo libro Ocaña, pintor de la libertad. Este último destinará parte de las ventas del libro a la restauración del mural, con un presupuesto estimado de 2.000 euros. Pero no será la única fuente de ingresos: en septiembre arrancará una campaña de recogida de dinero a través de la fórmula cada vez más recurrida del crowdfounding e incluso los alumnos piensan en otras iniciativas como sacar camisetas conmemorativas. Según los promotores del acuerdo, esta iniciativa no sólo trata de rejuvenecer el mural, sino otros lienzos en mal estado –algunos hasta con hongos– guardados en un almacén de la familia de Ocaña.

El empuje e ilusión de los escolares por restaurar esta pieza tiene una razón de ser: la vida social del colegio gira en torno a la obra. Desde pasacalles y carnavales hasta halloween; todo se construye en torno a recrear, con disfraces, a los actores de esta obra. A eso, se sumará un nuevo aliciente, que consiste en que, como vivieran sus padres, podrán ver cómo se actúa en el cuadro, ya que la restauradora, Yedra García, trabajará en periodo escolar.

Hace 35 años, los inocentes ojos de los alumnos del colegio La Esperanza de Cantillana asistían ensimismados a la última creación del pintor –y vecino– José Pérez Ocaña. Un colorido mural con mujeres haciendo mantones, niños vestidos de monaguillos o elevando a los aires cometas. Y una inscripción en una esquina de la obra: «Nunca dejéis de ser niños, porque el día que lo hagáis, es señal de que estáis muertos». Ahora, son los hijos de estos alumnos de antaño los que ven el languidecer de un cuadro al que la dirección del colegio ha intentado salvaguardar por todos los medios. Primero, buscando su blindaje patrimonial –con diálogo con las administraciones–, y después con su protección real, mediante la colocación de una pantalla de metacrilato que minimizara los daños.

Su grado de degradación exigía una actuación urgente y eso es, precisamente, lo que busca el acuerdo a cuatro bandas firmado por la dirección del centro escolar, la familia Ocaña, la cooperativa cultural Atrapasueños y el autor del próximo libro Ocaña, pintor de la libertad, José Naranjo Este último destinará parte de las ventas del libro a la restauración del mural, con un presupuesto estimado de 2.000 euros. Pero no será la única fuente de ingresos: en septiembre arrancará una campaña de recogida de dinero a través de la fórmula cada vez más recurrida del crowdfounding e incluso los alumnos piensan en otras iniciativas como sacar camisetas conmemorativas. Según los promotores del acuerdo, esta iniciativa no sólo trata de rejuvenecer el mural, sino otros lienzos en mal estado –algunos hasta con hongos– guardados en un almacén de la familia de Ocaña.

El empuje e ilusión de los escolares por restaurar esta pieza tiene una razón de ser: la vida social del colegio gira en torno a la obra. Desde pasacalles y carnavales hasta halloween; todo se construye en torno a recrear, con disfraces, a los actores de esta obra. A eso, se sumará un nuevo aliciente, que consiste en que, como vivieran sus padres, podrán ver cómo se actúa en el cuadro, ya que la restauradora, Yedra García, trabajará en periodo escolar