Utrera rendirá honores en 2018 a su hijo ilustre, el abate Marchena

El clérigo revolucionario nació en 1768, con lo que el próximo año se conmemora su 250 aniversario

03 may 2017 / 16:00 h - Actualizado: 03 may 2017 / 16:03 h.
"Historia"
  • La avenida Abate Marchena, junto a la estación de Renfe. / Fotos: V. Córdoba
    La avenida Abate Marchena, junto a la estación de Renfe. / Fotos: V. Córdoba
  • Placa en la avenida que lleva su nombre.
    Placa en la avenida que lleva su nombre.

La ciudad de Utrera rendirá honores durante el próximo año 2018 a la figura histórica de uno de sus personajes más destacados en el aspecto literario, cultural y político de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX, José Marchena y Ruiz de Cueto, popularmente conocido en sus últimos años de vida como el abate Marchena, del que el próximo 2018 se cumple la efeméride del segundo centenario y medio de su nacimiento en esta población acaecido en el año 1768.

Así lo acordó el pleno municipal aprobando por unanimidad una propuesta consensuada por todos los grupos políticos de la ciudad del mostachón en la que se dio el visto bueno a la declaración de 2018 como Año del abate Marchena.

El popular personaje, según la crónica de la época de aspecto raquítico, no muy agraciado físicamente y con mucho éxito entre las mujeres, tuvo una alta incidencia en la política española y europea de finales del XVIII y principios del siglo XIX al vivir en primera línea acontecimientos históricos de gran relevancia como la Revolución Francesa y la invasión napoleónica a España.

En el expediente para la declaración de 2018 como Año del abate Marchena, en el que ha participado el historiador local y funcionario del Área de Cultura, Javier Mena, se destaca que José Marchena nació en Utrera un 18 de noviembre de 1768, siendo hijo de un fiscal del Consejo de Castilla, un rico abogado que no escatimó en recursos para que su hijo tuviera una amplia formación y que pretendió, sin éxito, que su hijo ingresara en la carrera eclesiástica. Pese a las presiones, optó por estudiar leyes en la Universidad de Salamanca, adquiriendo, además, con los años un ágil manejo de varios idiomas que lo llevó a convertirse en un experto traductor de textos y literato.

Tras escribir una de sus obras que más popular le hicieron, su Oda a la Revolución francesa en 1789, decidió comprometerse con las ideas libertarias de España y participar en una desarticulada conspiración republicana por la que debió huir a Gibraltar. Ahí fue cuando, aprovechándose de su gran dominio del francés y a su afinidad con las ideas revolucionarias, decidió trasladarse a Francia en 1792 donde pronto se dejaría hacer notar.

Los historiadores destacan del abate Marchena que, nada más llegar a tierras francesas, tomó partido por uno de los sectores enfrentados en el convulso periodo revolucionario de la Francia de la época, convirtiéndose en encarnizado enemigo de Maximilien Robespierre, que ordenó su encarcelamiento hasta su caída siendo liberado en 1794.

Con posterioridad, según relatan escritores e historiadores de la época, el abate Marchena simpatizó con las ideas napoleónicas y se erigió como hombre influyente en su corte imperial. Hasta tal punto lo fue que se convirtió en un asesor importante, que participó en varios misiones por distintos países centroeuropeos y, con posterioridad, pasó a ser un alto funcionario de la monarquía de José I Bonaparte, concretamente en el Ministerio del Interior, y fue director de varios periódicos como el antecedente del BOE, La Gaceta, todos ellos defensores del nuevo régimen en el que se convirtió en uno de los más conocidos afrancesados. Una vez terminada la Guerra de Independencia el abate Marchena volvió a Francia donde se dedicó principalmente a la literatura y la traducción.

Finalmente, regresó casi arruinado a España en sus últimos años de vida, en los de nuevo volvió a participar en varias conspiraciones políticas falleciendo el 31 de enero de 1821.

La gran historia, poco conocida en la época, llegó a mediados del siglo XIX a oídas del gran mecenas utrerano Enrique de la Cuadra, que fue el que rescató a este personaje de su casi anonimato al encargar al célebre Marcelino Menéndez y Pelayo una biografía, que sacó a luz la importancia de su figura en los albores del siglo XVIII y principios del XIX.

El mundo de la cultura de Utrera se ha mostrado favorable al especial reconocimiento que se le va a realizar a esta figura histórica local. A este respecto Javier Mena destaca que el abate Marchena fue «un adelantado a su época y que tuvo una mente privilegiada», como a su juicio demuestran los trabajos que ha dejado para la posteridad. Otro historiador, Antonio Cabrera, considera justo el reconocimiento a la vez que «una oportunidad que no se puede desperdiciar para profundizar en su vida y obra». Cabrera recuerda una de las anécdotas más comentada del abate Marchena cuando, aprovechando su gran conocimiento de latín, fingió haber encontrado un fragmento perdido del Satiricón de Petronio, cuando en realidad lo había escrito él mismo. El texto fue considerado original después de examinarlo todos los expertos de época durante largo tiempo, hasta que el propio abate Marchena desveló el engaño.

Tras la aprobación del Año del abate Marchena, en los próximos está previsto que se celebre una reunión con vistas a crear una comisión organizadora de los actos que, durante todo el año y mediante diversas actividades, mantenga vivo el recuerdo y realce la figura histórica de este utrerano del que hasta hoy sólo queda como recuerdo en la ciudad que lo vio nacer hace dos siglos y medio el nombre de una avenida con mucho tráfico rodado de vehículos que sirve de enlace de la actual estación de Renfe con una parte de la localidad.

De hecho, en dicha avenida sólo existen viviendas en uno de sus márgenes, ya que el otro linda con el muro de separación de los aparcamientos de la estación ferroviaria.