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«Sevilla tiene que jugar en la Champions de la cultura, no nos vale lo de siempre»

«Quiero ser un delegado que asuma riesgos, no quiero que pasen cuatro años sin nada», avanza el nuevo responsable de Cultura municipal, Antonio Muñoz

22 ago 2015 / 21:37 h - Actualizado: 22 ago 2015 / 21:38 h.
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  • Antonio Muñoz en las instalaciones del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), antes de asistir a uno de los conciertos de Nocturama de esta semana. / José Luis Montero
    Antonio Muñoz en las instalaciones del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), antes de asistir a uno de los conciertos de Nocturama de esta semana. / José Luis Montero

Avisa de que no va a ser «neutral», así que por lo pronto la cultura de base va a empezar a crecer. Y entre sus prioridades apunta a la rehabilitación de un edificio histórico como gran sede central para los artistas de la ciudad y a mejorar la proyección de una Sevilla que, insiste, es demasiado «autocomplaciente» en materia cultural y se conforma «con lo de siempre».

—Ha llegado a afirmar que Sevilla se ha catetizado en estos últimos cuatro años, ¿cómo se descatetiza ahora?

—Cuando he utilizado esa expresión nunca me he referido a los sevillanos ni a la ciudadanía, sino a algunas de las acciones del gobierno anterior, y no solamente en el ámbito de la cultura. Siempre he dicho que el gobierno de Zoido sólo pisaba fuerte cuando tenía que desfilar o que algunas actuaciones para posicionar la ciudad fuera han usado imágenes bastante rancias, a esa catetización es a la que yo aludía. Pero a mí lo que me interesa ahora es hablar del futuro...

—Pues eso, ¿cómo piensa descatetizar Sevilla?

—Sevilla tiene germen suficiente como para ser una ciudad mucho más protagonista desde el punto de vista económico y cultural, y estar posicionada no solamente como una ciudad que está anclada en sus tradiciones, sin que eso signifique ni muchísimo menos que haya que frenar o torpedear a las mismas. Está claro que cuando gobierna la derecha hay un desequilibrio evidente en Sevilla, en el que la modernidad o la gente que desarrolla actividades innovadoras y vanguardistas quedan relegadas a un papel secundario. En ese sentido, quiero que esa Sevilla menos autocomplaciente, más innovadora, sea mucho más visible.

—Eso al final como se nota es con el presupuesto, ¿no?

—Está claro que culturalmente no voy a ser neutral en dos cuestiones: por un lado, desde el punto de vista presupuestario, en el sentido de que no todo el presupuesto puede ir dirigido a cuestiones relevantes y que se sacrifique la cultura base, que debe de tener un protagonismo presupuestario cada vez mayor; por otro lado, quiero que esas carreteras secundarias en las que se está haciendo cultura encuentren en el Ayuntamiento una plataforma de ayuda y relanzamiento. Y ahora muchos ven al ICAS [Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla] como un laberinto a la hora de relacionarse con la administración cultural.

—¿Una de las piedras angulares de su proyecto es ganar para la cultura un edificio histórico vacío, como ya anunció?

—Un objetivo primordial es que algunos de los edificios históricos propiedad del Ayuntamiento que ahora llevan años sin albergar ningún tipo de uso pueda servir para albergar un proyecto cultural, una iniciativa que supondría un punto de inflexión en cuanto a la oferta cultural y la forma de hacer cultura en Sevilla. Pretendemos, con la tutela correspondiente de propiedad del edificio, que haya una cogestión compartida con el sector privado, con una parte importante de autogestión de los propios agentes culturales que se instalen allí. Así, uno de esos edificios se convertiría en un facilitador de todo el quiera hacer cultura en esta ciudad, que sea como un hervidero de producción cultural.

—¿Qué edificios tendrían este uso cultural?

—En este momento todavía no está decidido porque va a depender del presupuesto de la reforma que requiera ese espacio. El que más puede adecuarse a esta idea evidentemente es la Fábrica de Artillería, en la que tenemos puesto el punto de mira, pero eso no quiere decir que la decisión esté tomada. También están las naves de Renfe de San Jerónimo, las naves Singer en la calle Lumbreras e incluso se podría ver el futuro desarrollo de Altadis, aunque eso puede llevar un mayor retraso. Alguno de estos edificios tendrá una etiqueta cultural durante estos años.

—Pero hablamos de reparaciones muy costosas, ¿no?

—Lo que estamos buscando es una fórmula sencilla que no requiera consumir grandes cantidades presupuestarias, lo que ahora mismo lo haría inviable. Y cuando hablamos de reformar estos edificios vamos a olvidarnos del modelo ya caduco de mármol de Macael y estuco de Venecia para que en ese edificio pueda ocurrir algo, porque también hay reformas mucho más sostenibles y eficientes. Además, tampoco se trataría de tener terminada toda la reforma del edificio, sino que se pueda ir abriendo por fases. Lo que está claro es que es un objetivo primordial porque es un lujo asiático que tengamos artistas con dificultades para ensayar o tocar y al mismo tiempo haya edificios municipales que llevan años cerrados. Sé que es una operación difícil pero quiero ser un delegado que asuma riesgos, no quiero que pasen cuatro años sin que ocurra nada, así que vamos a iniciar la colonización cultural de alguno de esos edificios históricos vacíos.

—A propósito de espacios que necesitan una restauración, ¿el retraso en adecuar el Pabellón Real pone en peligro la donación de la colección de Mariano Bellver?

—No, queremos tranquilizar a Bellver para garantizarle la continuidad del proyecto y que va a ir al Pabellón Real, lo que ocurre es que había una encomienda de gestión a Urbanismo para hacer las obras que se tenía que haber aceptado en el mandato anterior, eso fue en febrero, y no se tramitó. La encomienda la aceptaremos en septiembre, así que aceleraremos e intentaremos recuperar el tiempo perdido para que esta colección sea realidad lo antes posible.

—¿Han hablado ya con Bellver de este retraso?

—Hemos tenido contactos con su entorno para lanzarle un mensaje de tranquilidad, para hacerle ver que no hay cambio de posicionamiento por parte del gobierno. Vamos a chequear los tiempos y cuando sepamos el nuevo plazo lo hablaremos con Bellver para hacerle ver que no es un tema caprichoso, sino de los propios procedimientos de la licitación de la obra. Yo creo que la colección no está en riesgo.

—¿Sevilla está preparada para ser una ciudad vanguardista culturalmente hablando, tal y como pretende?

—Sevilla tiene mimbres suficientes, tiene nervio, inteligencia, energía, ADN como para estar posicionada desde el punto de vista de la cultura de una manera mucho más vanguardista de lo que está ahora. Sevilla tiene que jugar en la Champions de la cultura, no nos vale lo de siempre, no podemos conformarnos con eso, porque hay mucha energía desaprovechada, la ciudad puede dar mucho más de sí desde el punto de vista cultural. Sevilla está mal posicionada culturalmente y está desaprovechando sus oportunidades.

—Entonces, ¿la imagen cultural de Sevilla es rancia?

—Hay una parte de lo que se hace en Sevilla vinculada con las vanguardias culturales que no se conoce lo suficiente, queda eclipsada en muchas ocasiones por lo de siempre. Voy a dedicar esfuerzos a hacer más visible el otro lado de la balanza, sin que eso signifique posturas antagónicas. Sevilla es autocomplaciente en seguir ofreciendo los mismos productos olvidándose de la parte más innovadora y creativa. Eso, si lo relaciono con lo estrictamente político, se agudiza cuando gobierna el PP la ciudad.

—¿Y no teme una reacción contraria de la Sevilla tradicional?

—La Sevilla tradicional está bastante anclada, afortunadamente, como para pensar que aquí hay un riesgo de desnaturalizar la ciudad, yo lo que veo es un desequilibrio en muchas ocasiones hacia otras maneras de hacer cultura. Eso no significa torpedear lo tradicional, lo que pasa es que es verdad que esa Sevilla hace como los partidos nacionalistas, juega continuamente con el agravio comparativo. La Sevilla tradicional tiene sus eventos muy consolidados en la ciudad y no tiene que tener ningún temor de este gobierno. Pero hay que abrir la mente hacia otra cultura, Sevilla no es sólo barroco.