«A Doñana le han quitado el agua de su acuífero y tiene una estocada hasta la bola»

Director de la Fundación Doñana. Las aves son la pasión de este naturalista que ha articulado en Andalucía el auge del turismo ornitológico

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
05 nov 2017 / 08:15 h - Actualizado: 05 nov 2017 / 08:16 h.
"Son y están"
  • Beltrán Ceballos ha creado el certamen internacional de turismo ornitológico Doñana Birdfair. / Manuel Gómez
    Beltrán Ceballos ha creado el certamen internacional de turismo ornitológico Doñana Birdfair. / Manuel Gómez

“En la gestión de la naturaleza no hay medias tintas. No solamente tienes que ser honesto sino parecerlo. No te puedes vender al mejor postor. Eres la voz de la naturaleza, eres el defensor del buitre negro, del águila imperial, del lince, del lobo... Y con eso no se juega, eres su portavoz en el Parlamento. Los grupos ecologistas ven que juego limpio. Algunos me dicen que no saben hablar de dinero. Yo sí. Alguien tiene que hablar de dinero para que conservar la naturaleza genere dinero que permita preservarla”. Es la forma de pensar y de vivir del naturalista Beltrán Ceballos, que impulsa la gestión de la Fundación Doñana, de la Dehesa de Abajo, de Andalusian Wilderness y del certamen Doñana Birdfair. Uno de los pioneros en la sostenibilidad económica de la conservación medioambiental. Nacido en Madrid hace 58 años, casado, tiene dos hijos, reside en Tomares y sigue siendo un trotamundos. Y una persona que dice lo que piensa, sin miedo a represalias.

¿Usted era en su infancia un niño con muchos pájaros en la cabeza?

Tanto me gustaba observarlos y saber de ellos que quería aprender inglés cuanto antes porque todos los buenos libros de ornitología se publicaban en inglés. Mi padre, que trabajaba en la gerencia de Prensa Española como editora de periódicos, además gestionó la revista Selecciones de Reader’s Digest. Y conoció al empresario Mauricio González-Gordon, presidente de González-Byass, uno de los pioneros en la salvaguarda de Doñana, y fundador de la Sociedad Española de Ornitología. Le dijo: “Mi hijo está enamorado de los pájaros”. Y a mis 15 años estuve con él alojado y recorriendo Doñana, en mis vacaciones escolares de Semana Santa y Navidad. Fue para mí maravilloso.

¿Adónde voló para formarse en su pasión?

Mauricio me ayudó para irme a vivir a Inglaterra y aprender con el eminente naturalista Sir Peter Scott, hijo del mítico explorador de la Antártida, Robert Scott. Con él y con otros sabios, hice realidad mi sueño.

¿Cuál fue su primera experiencia laboral importante?

Buscando los directores de los parques nacionales de Daimiel y de Doñana un experto en aves acuáticas enfermas, en Inglaterra les hablan de mí, y con 21 años de edad, me nombran personal fijo del Icona, y me mandan a las Tablas de Daimiel porque había un impresionante brote de botulismo. Y, con mucha gente y muchos medios, construimos un hospital de patos. También lo hicimos en Doñana.

¿Qué es un hospital de patos?

Grandes bañeras con techo de jaula donde las aves, a medida que se van recuperando, puedan volar, y luego las podamos sacar de zonas contaminadas y llevarlas a pantanos en la sierra, con agua limpia. Llegábamos a salvar un 40 o 50% de los pájaros que conseguíamos que cayeran en nuestras manos.

¿Qué le caracterizó en esa etapa?

Fueron cinco años en los que tuve muchos problemas con las autoridades políticas que eran mis superiores. Llegaron en 1982 al poder los socialistas y pensé: ganan los míos, por fin. Pero los míos me empiezan a decir lo que tengo que decir en mis cursos, en mis charlas, en mis conferencias, y eso no me gustó. He desarrollado mucho el sentido de la justicia. La justicia es mi máxima.

¿Puede concretar en qué discrepaban?

Por ejemplo, que Alfonso Guerra permitiera que se pescara el cangrejo americano en el Parque Nacional de Doñana. Para mí no era más que captación de votos. Y también tengo problemas con Pepe Bono porque en las Tablas de Daimiel se permiten pozos que horadan el gran acuífero de La Mancha húmeda. Y se mueren las Lagunas de Quero y las Tablas de Daimiel. Lo denuncio en todos los estamentos. Y acaban conmigo como funcionario del Icona, sufro un gran asedio para que me fuera.

¿A qué se dedicó después?

En 1984, Inglaterra volvió a socorrerme. Lord Buxton, el dueño de la productora Survival Anglia, me contrató para hacer los guiones de documentales en España. Uno para la defensa de la alta montaña y otro para la defensa de las dehesas extremeñas. Hicimos ‘La Montaña del Quebrantahuesos’ y ‘El Bosque Olvidado’. Los han visto 800 millones de personas de todo el mundo a través de televisión y ganaron varios premios. Me impliqué también en labores de cámara, sonido y foto fija, me enseñó un maestro en la materia: Richard Kemp.

¿Fue una etapa pasajera?

Me encantaba, duró cuatro años, viajando mucho. Hasta que mi mujer, con buen criterio, me convenció de que buscáramos vivir de modo más tranquilo. Porque sufrí dos accidentes que pudieran ser mortales. Un alud cerca de Ordesa que nos sepultó. Y un percance con una avioneta. Fue como un aviso: puedes acabar como Félix Rodríguez de la Fuente.

¿Qué se le ocurrió emprender?

En Candeleda (Ávila), en la falda del Almanzor, donde nos fuimos a vivir tras dejar Daimiel, en mi casa, en la finca El Vado de los Fresnos, creé un centro de educación ambiental para adultos y para niños. Empezaron a llamarme ‘Beltrán el de los lobos’ porque convivíamos con una manada de lobos, y con jabalíes, y con jinetas, etc. Hubo medios de comunicación que lo dieron a conocer, y tanta gente iba a verlo que algún año sumaban la cifra de 30.000 personas. Fue una experiencia espléndida.

¿Desde cuándo está asentado en Andalucía?

Desde 1992, cuando dos personas a las que admiro me convencen para colaborar con ellos gestionando la Fundación Doñana. Hans Gerd Neglein, el comisario del Pabellón de Alemania para la Expo92, muy vinculado a World Wildlife Fund (WWF) y un apasionado de la conservación de la naturaleza. Y Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF en España. Hans fue quien impulsó que los visitantes al Pabellón, si lo deseaban, dieran un donativo, a cambio de llevarse una chapita, para comprar terrenos en el entorno de Doñana y recuperarlos como humedales. Moneda a moneda, se recaudaron 60 millones de pesetas para tal fin.

Es otro ejemplo de cuánto le debe Andalucía a extranjeros que la valoran y cuidan más que nosotros.

Hans creó también en paralelo la Fundación Monte Mediterráneo para apoyar la conservación de los ecosistemas vinculados sobre todo a Sierra Morena. La comandan, desde Santa Olalla del Cala, él y Ernestine Lüdeke, que tiene una gran capacidad de trabajo.

¿Cómo cohabita una fundación privada con todos los intereses políticos, empresariales y vecinales que confluyen en Doñana y su entorno?

El triángulo compuesto por el frente litoral entre Huelva y Sanlúcar, el río entre Sanlúcar y Sevilla, y al otro lado de la A-49 entre Sevilla y Huelva, son 273.000 hectáreas que tienen alguna figura de protección relacionada con Doñana, y en las que viven 200.000 personas. Y que realmente sean espacio natural son 110.000 hectáreas. Luego hay 160.000 con un montón de cosas que hacer, un montón de problemas sin resolver y muchísimo que sumar y que ayudar. Ahí trabaja la fundación. Por ejemplo, le dimos importancia al dominio público marítimo-terrestre. La gente no sabe que el pueblo de España con más litoral es La Puebla del Río, porque tiene toda la zona de dominio público de ambos lados del Guadalquivir. Una maravilla en términos de biodiversidad. Apoyándonos en la Ley de Costas, que regula ese dominio público, hicimos el Santuario Ornitológico de los Olivillos.

¿Qué ha aprendido para implicar a la población local en sus respectivos proyectos?

Aprendiendo de los errores, entendí que siempre en una restauración de medio natural hemos de implicar a la población local, creando entes, instalaciones, cooperativas y alianzas que permitan generan economía y renta para ellos. Por ejemplo, en Sanlúcar, quién mejor para ser guardia que un coquinero, y quién mejor para ser guía que una persona que coge bocas. Es fundamental que la población local vea la biodiversidad como un factor que genera renta. O la naturaleza es competitiva y genera renta, o es un bulto sospechoso.

Aun así, pueden pensar que hay otros modos de generar más renta y, por lo tanto, quien defiende a Doñana es un obstáculo. Pensemos, por ejemplo, en los cultivos intensivos de fresas, que no existían hace 50 años.

En el entorno de Doñana estoy más acostumbrado a que me vean como un enemigo a que me vean como un aliado. Me empiezan a considerar como una persona aliada porque hemos cosechado algunos éxitos. Gracias al apoyo de mis compañeros y colaboradores, que son muy buenos, no tengo nada que esconder y denuncio lo que veo injusto o ilegal.

¿Qué es lo más grave que comunicar a la opinión pública?

El gran acuífero de Doñana esté sobreexplotado. Técnicamente está acreditado. Eso implica, en cualquier caso así en España, que la legislación obliga a tomar automáticamente medidas relacionadas con riegos, pozos, etc. Pero desde la Administración Pública no se ha realizado la declaración de sobreexplotación, que es la que pone en marcha todo el proceso, que obliga a organismos estatales, autonómicos, provinciales y municipales. Alguien tendrá que dar explicaciones. Estamos asistiendo a la daimilización de Doñana. Sí, Doñana tiene una estocada hasta la bola. Si no hay agua, no hay Doñana.

¿No les hacen caso a los científicos adscritos a Doñana?

De momento, no. Y explican cómo está en peligro también todo el sistema de lagunas de agua dulce en el entorno. Y somos el área de invernado de las aves acuáticas de Europa.

¿Usted es bien recibido en Isla Mayor?

Hace 25 años no. Ahora sí. Ahora tengo mejores relaciones con los arroceros. En definitiva, el arroz es una marisma de recambio. Prefiero arroz que placas solares o que lechugas hidropónicas. Y les intento convencer de que no deben contribuir a la extinción a tiros de los calamones, que son una joya de la fauna ibérica. Que no vean en esas aves a un enemigo de los arrozales. Los arroceros reciben ayudas para su producción, y las pagamos entre todos. Han de entender que a condición de esas ayudas deben hacer compatible la agricultura con la fauna. Como le digo: “la ración de arroz que se come el calamón se la estamos pagando”.

¿Beneficia a un paraje medioambiental que crezca mucho el número de ciudadanos ávidos de pasear por él tras descubrirlo en el cine, como es el caso de ‘Isla Mínima’?

Todo lo que suma es bueno para la conservación de medio natural. El ciudadano de Isla Mayor, el del Puntal, el de la Puebla del Río, ven así que se valora su territorio, eso favorece el arraigo. Porque, no se nos olvide, antaño los pueblos vivían de espaldas a las marismas. Lo consideraban terreno palúdico. Me hizo mucha ilusión colaborar con el equipo de producción de la película de Alberto Rodríguez, y que a ellos también les dieran un Goya. Me buscaron y, como conozco muy bien la marisma, les ayudé a situar el 80% de las localizaciones para rodar sus escenas.

Cuando plantea en cualquier lugar una iniciativa abogando por generar riqueza para hacerla sostenible, ¿las asociaciones ecologistas le apoyan o desconfían de sus intenciones?

Para ayudar a la España vacía, es nuestra obligación que generen riqueza allí. Con las tres grandes organizaciones ecologistas tengo muy buena relación. Si alguien desconfía, le garantizo que vivo en una casa adosada en Tomares, y me voy a morir en una casa adosada en Tomares. No tengo intención de cambiarme ni de casa ni de coche. Vivo muy bien.

Sorprende que no resida en un enclave menos ‘urbanita’.

Siempre he vivido en medio del campo, hasta que llegó la hora de que mis hijos fueran a la universidad. Prácticamente no teníamos luz eléctrica. Mis hijos eran mejores tirando piedras a las cabras que usando el ordenador. En Tomares se vive muy bien.

¿Ha sufrido encerronas y boicots como el urdido contra el ecologista Juan Clavero?

Me han pegado, o me han rescatado antes de que me hicieran una emboscada para pegarme, o me han boicoteado el coche, o me han roto los cristales, o me han pinchado todas las ruedas, o me han parado en un semáforo y me han intentado agredir, pero lo sufrido por Juan Clavero me ha parecido excesivo. Meterle en su coche 40 gramos de cocaína para denunciarle.

¿Las fuerzas policiales le han sacado de apuros?

Varias veces. Por ejemplo, cuando empecé con la recuperación de la Dehesa de Abajo, la Policía Local de La Puebla del Río me rescató porque iban a pegarme. En Villamanrique también tuve un incidente grave cuando estábamos tomando medidas para proteger a los linces en relación con las carreteras. Pero los peores momentos los sufrí en mi etapa en Gredos. La Guardia Civil me alertó varias veces cuando iba a ir a algún lugar: “Beltrán, no vayas, tenemos un soplo, te están esperando, te van a dar y te pueden matar”.

¿En qué se nota la incidencia del cambio climático en Andalucía alterando las migraciones de las aves?

Ya hay más de cien águilas calzada pasando el invierno en la provincia de Sevilla. Y los milanos negros se quedan. Ya no son solo las cigüeñas. Muchas aves no se van a África y se quedan a pasar el invierno con nosotros, porque cada vez es menos invernal.

¿Cuándo empieza a integrar en sus estrategias el cambio climático?

No tuve ni que planteármelo. Los ornitólogos empezamos a ver hace 40 años cómo criaban y se asentaban en España aves africanas. Como el elanio azul, precioso, una mezcla entre cernícalo y lechuza. El primero lo vio Joaquín Araújo. Ahora los tenemos por todas partes. Y muchas de mis actividades en el extranjero son para recuperar espacios naturales ayudando a tener en cuenta la evolución con el cambio climático.

¿Dónde lo hace?

Me ha contratado el Gobierno marroquí para el Parque Nacional de Souss-Massa, donde el mar ha avanzado y se había comido una gran lengua de arena. Hemos hecho un nuevo diseño para que pueda ser visitado. Con una cooperativa de marroquíes que tengan así su empleo. También en otros países, como Perú y Costa Rica, mi reto es vertebrar que esos lugares no necesitan meros visitantes, sino clientes, para que sobrevivan las personas que habitan esas zonas. Parece fea esa visión prosaica, pero quien cuida el hábitat del águila perdicera no es quien vive en Madrid y va de excursión, sino quien vive en esos parajes.

¿Cómo se logra que el dinero pagado por el turista antes de viajar vaya a manos de la población local?

En Perú lo conseguí cuando convencí al Gobierno nacional, con datos. Estuve colaborando con la Oficina de Turismo para organizar en algunas zonas del norte del país su gran potencial en el avistamiento de aves. Con especies como el colibrí maravilloso. Hay millón y medio de norteamericanos que cada año hacen algún viaje fuera de su país para avistar aves. Si pagan 1.500 o 2.000 dólares, quiero que al menos el 40% de ese dinero se quede en las comunidades campesinas peruanas, y no solo la propina final de 12 dólares. Además de formarles profesionalmente como guardas, como guías, etc.

Si la mayor parte de España ya se ha despoblado, ¿cómo hacer sostenible el país en su conjunto?

El abandono del medio rural es dramático, lo veo en muchas regiones. El momento más tremendo es el día que cierran el colegio del pueblo. Lo he vivido demasiadas veces. Impresiona. El pueblo, sin niños, asume la condena a desaparecer.

Andalucía no sufre ese desequilibrio demográfico como las dos Castillas o Aragón. ¿Qué le recomienda a los políticos andaluces con los que se relaciona con temas de medio ambiente?

Poner en carga todos los espacios protegidos, y cambiando el modelo. No vale eso de trazar una raya, poner un centro de interpretación, dos observatorios y esperar a que vaya la gente a verlos. No. Hay que coger esos equipamientos y transformarlos en estructuras que permitan a la población local generar negocio, a través de ver estrellas, ver plantas, ver ballenas, ver pájaros, ver ciervos,... Que su patrimonio natural genera plata, porque muchos urbanitas están dispuestos a pagarlo. Tenemos mucho que hacer.

¿Cuándo empieza en esa dinámica a potenciar más el turismo ornitológico?

Lo descubrí hace más de 30 años cuando conocí al inglés Tom Gullick, que vive en Villanueva de los Infantes. Ha visto 8.000 de las 9.000 especies de pájaros que quedan en el mundo. Tom ha visto ocho mil. Y me mandaba a veces a acompañar a algún grupo de aficionados ingleses, por ejemplo en la zona de Grazalema para ver la collalba negra. Me pagaban muy bien, 7.000 pesetas al día. Cuando me intereso más por el tema, a principios del siglo XXI, descubro que la Royal Society for the Protection of Birds tiene más de un millón de socios, de los que el 10% viaja fuera de su país para ver pájaros, y entre sus mejores destinos están Doñana y Extremadura. Todos los años celebran el British Birdfair, y a su impulsor, Tim Appleton, le animé a potenciar y profesionalizar ese tipo de turismo en Andalucía.

¿Cómo se ha profesionalizado?

Hace 15 años, solo había dos o tres empresas andaluzas en las que confiar para mandarles ingleses, alemanes o norteamericanos muy exigentes. Creamos la asociación Andalusian Wilderness para armar un tejido empresarial. Lo primero fue garantizar el cumplimiento más estricto de la legislación laboral y fiscal para no incurrir en la economía sumergida. Todo el que trabaje, ha de estar dado de alta, y presentar sus declaraciones fiscales, y pagar su cotización de seguro social. Ahora la red empresarial es abundante y de primera categoría. Con gran presencia en ese tipo de ferias del turismo de naturaleza. Yo, que no soy pelota con nadie, he de felicitar a la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía porque se está volcando en esa modalidad de ecoturismo.

¿Cuántas empresas están vinculadas en Andalucía al turismo ornitológico?

Son casi 400, entre las especializadas en guías, en transportes, en alojamientos y en restaurantes. Hay veinte empresas de primera categoría, detrás de las que hay un conservacionista. Porque aquí no valen engaños. A tu cliente lo que le das es tu pasión por la conservación. Cada vez acuden más holandeses, alemanes, finlandeses y norteamericanos, no solo británicos. Y ha aumentado muchísimo el número de españoles. Antes éramos tres locos y ahora son miles, sobre todo catalanes, madrileños y vascos. Los viajes son de unos diez días, con un gasto por turista de 150 euros cada día.

¿Qué lugares se incluyen en el programa de visitas?

Doñana, las marismas del Odiel, Tarifa, Bahía de Cádiz, Grazalema, Alcornocales, Cazorla, Sierra Nevada, el desierto de Almería. Y en el entorno de Estepa, que es una gran zona de avutardas. La suma de todo es formidable: marismas, costa, serranías, dehesas, desierto, cumbres,... Y cada vez mejor valorado en los pueblos. Porque cuando llegamos a un bar con ocho tíos rubios y nos pegamos una comida de 200 euros, a los del bar y a los demás comensales del pueblo les hago saber que han venido a ver la cigüeña negra. Ya toman interés para que no desaparezcan las cigüeñas negras y que sí aparezcan más rubios con prismáticos.

¿En qué consistirá el Doñana Birdfair de 2018?

La quinta edición se hará del 9 al 11 de marzo, en la Dehesa de Abajo. Lo organizamos sobre todo con fondos privados, y el principal objetivo es ayudar al empresario andaluz a conectarse mejor con los prescriptores internacionales. Además de expositores, presentaciones, concurso de fotografía, cursos de anidamiento, comercialización de prismáticos, cámaras, libros, ropa, etc., hacemos visitas por donde hay pájaros en esa época en el entorno de Doñana. Optamos por la calidad y no por la cantidad. Tenemos 30 buenos expositores, no queremos 300. Prefiero 2.000 buenos visitantes que 20.000 sin ligazón al tema.

¿Cómo era la Dehesa de Abajo cuando comenzó a trabajar en su recuperación como humedal?

Había campos de girasoles y pastaban dos mil ovejas.

¿Cómo se gestionó la transformación de la Dehesa de Abajo?

Hice toda la documentación para declarar la reserva natural, en un acuerdo entre el ayuntamiento de La Puebla del Río y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Había que redactar tres planes: el ganadero, el cinegético y el de uso público, que también lo redacté yo. En la práctica, lo primero fue recuperar la laguna y propiciar que de nuevo fuera zona inundable. Para cada inversión que hacía falta (el centro de interpretación, los observatorios,...) iba buscando dinero por todas partes. Cuando estaba todo en marcha, se lo entregamos al Ayuntamiento de La Puebla del Río. Y fue un espanto cómo lo gestionaron, quedó abandonado y vandalizado.

¿Por qué ahora está reabierto y con gran afluencia de visitantes?

El Ayuntamiento sacó a concurso su explotación. Con Antonio Pérez, gran amigo de La Puebla, montamos una pequeña sociedad, ganamos el concurso. Pagamos mil euros al mes como canon al municipio. Tenemos ocho puestos de trabajo fijos, los fines de semana hay 25 personas trabajando allí. En 2017 vamos a superar los 100.000 visitantes.

Si como zona de ocio periurbano se consolida, ¿ocurre lo mismo con la gestión medioambiental?

No. En una comisión estamos Ayuntamiento, Junta, cazadores, ganaderos y nosotros. No nos ponemos de acuerdo, la gestión medioambiental le compete al Ayunamiento. Y ha de entenderse que antiguamente el campo parecía solo para vacas y cazadores. Eso ha cambiado, hoy también es para ciclistas, pajareros, viandantes, etc.

¿Es posible compaginarlo con la caza?

Claro. En Villamanrique de la Condesa estoy cogestionando un coto con veinte cazadores y tengo cinco linces. No he pegado un tiro en mi vida, pero sé que un buen guarda de caza es clave para gestionar de modo sostenible un espacio. Una cosa es un cazador y otra un escopetero que mata y mata solo por matar.

¿Qué actividad le reporta más ingresos de las que realiza en gestión medioambiental?

La restauración de canteras y graveras. Por ley, las empresas que las explotan están obligadas a regenerar esos terrenos cuando dejan de operar en ellos. Muchas son canteras de mineras y cementeras. Tengo un acuerdo con la multinacional Lafargue-Holcim para la restauración medioambiental de 18 canteras en España, potenciando en ellas no solo la reforestación sino la biodiversidad en su conjunto. Estamos haciendo cosas muy bonitas, como reintroducir al sapo partero, o la colutea. En cada caso, entre tramitaciones administrativas y trabajos sobre el terreno, suelen necesitarse cuatro años. En cada lugar, además de mi equipo, incorporamos a trabajar a personas de las universidades, de los grupos ecologistas, y de empresas de educación medioambiental. Lo que ingreso por estos trabajos lo reinvierto en actividades de las que yo promuevo y son deficitarias.

¿Qué le queda por hacer?

Ahora estoy metido en el proyecto de mi vida. La regeneración de las marismas de Trebujena. Sí, en las que rodó Spielberg escenas de su película ‘El hijo del sol’. Estoy trabajando con la Junta de Andalucía para materializar como iniciativa europea la recuperación de esos humedales, y que se inunden por medios naturales, no por bombeo. Además, hacer el mejor centro de ornitoturismo en España. Para estudiar bien la zona, la estamos grabando desde el aire con un dron, y cotejando sus imágenes con las que tomaron los militares norteamericanos en 1955, cuando fotografiaron toda España. Un material gráfico extraordinario, que ya está abierto en internet, y antes íbamos a consultar al Instituto Cartográfico Nacional. Cada vez que vamos a regenerar una cantera, un monte, etc., acudimos a esas imágenes de hace 60 años.

¿Cómo ve la evolución de Sevilla y de su sociedad?

Creo que evoluciona poco, la veo muy arraigada a valores bastante anclados en el pasado. Respeto y admiro sus fiestas y sus tradiciones. Y en su área monumental es una de las ciudades más bonitas del mundo, lo sé porque conozco mucho mundo. Pero considero una desventaja que esté tan volcada a mantener su decorado turístico. Condiciona demasiado a la ciudad, por eso no evoluciona tanto, y lo necesita.

Quien tenga en Sevilla buenos prismáticos, ¿qué aves descubre a su alrededor?

Vencejos, estorninos, cernícalos, tórtola turca, gorriones, palomas,... Si, por ejemplo, los buscan en el entorno del Rectorado de la Universidad de Sevilla, verán a unas diez especies de pájaros.

¿Qué debe mejorar la ciudad en tanto que territorio ornitológico?

Atajar de inmediato la invasión de las cotorras de Kramer. Está acabando con los nóctulos, uno de los murciélagos más interesantes a nivel mundial. No se puede confundir animalista con conservacionista. Las cotorras están creando un grave problema de equilibrio ecológico. Y, por otro lado, Sevilla debe sentir orgullo por preservar que la Giralda y la Iglesia del Salvador tienen colonias del cernícalo primilla, es bellísimo.