«Con el ‘blockchain’ podemos sustituir el insostenible sistema financiero actual»

Entrevista a Ismael Santiago, fundador de la criptomoneda Olivacoin y director financiero de Graphen Tech. Profesor de Finanzas de la Universidad de Sevilla, encauza el futuro para el sector del aceite de oliva desde la tecnología que revoluciona el mercado financiero global: el ‘blockchain’

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
11 ago 2018 / 13:18 h - Actualizado: 11 ago 2018 / 20:49 h.
"Son y están"
  • Ismael Santiago, en el campus de la Universidad de Sevilla en Ramón y Cajal, donde imparte clases. / Manuel Gómez
    Ismael Santiago, en el campus de la Universidad de Sevilla en Ramón y Cajal, donde imparte clases. / Manuel Gómez

“Las pequeñas y grandes empresas olivareras que se han unido hasta ahora a Olivacoin ya se han dado cuenta de que el ‘blockchain’ ha llegado para quedarse. Y han entendido que o te adaptas con criterio o te adaptan a la fuerza y a destiempo”. Lo asegura Ismael Santiago, 43 años, profesor de Economía Financiera de la Universidad de Sevilla, residente en Dos Hermanas, experto en criptomonedas no solo como estudioso sino que ha impulsado la creación de la primera con base agrícola, Olivacoin, para articular un mercado de futuros en la comercialización y valoración del aceite de oliva. Maridaje entre un producto agrícola de origen milenario y los revolucionarios modelos de dinero. Además ejerce como director financiero de Graphen Tech, similar para instituir una moneda y un mercado sobre el grafeno, uno de los nanomateriales más valiosos para la nueva era industrial y tecnológica.

Esto no es ciencia ficción, sino el anticipo de lo que en muy poco tiempo va a vivir la mayor parte de la población, cuando sea de conocimiento general que entidades solo digitales compiten para ofrecerles servicios y productos financieros, lo que se llama ‘fintech’ en el argot. Ya en España hay más de 300. Emerge en un contexto global de conflictos entre proteccionismo y libre comercio, entre economía financiera y economía real, entre tecnologías de uso abierto o monopolios. Lo vive y lo explica Ismael Santiago como profesor, como empresario y como inversor.

-¿Cuáles son sus raíces?

-Nací en Pontevedra pero me siento cordobés, en Córdoba viví desde que tenía dos años. En mi interés por la economía agraria influyó la trayectoria política de mi padre, Julián Santiago Bujalance, ya fallecido, que potenció mucho el desarrollo rural durante sus etapas en el Senado, en el Parlamento autonómico y en la Junta de Andalucía. Estudié en el Colegio Virgen del Carmen y después, también en Córdoba, en ETEA hice la carrera de Económicas y Empresariales. Desde adolescente me atraían los mercados financieros, ya con 14 años probé a invertir en bolsa.

-¿Se lo tomaba en serio o como un juego?

-Sí, me encantaba el tema de las finanzas. Recuerdo la primera inversión. 65.000 pesetas en acciones de Sotogrande, que iba a crecer como polo del turismo del lujo. Gané muy poco, pero me pareció una experiencia estupenda. Y años después, cuando estudiaba en ETEA, mi padre me presentó a un eminente profesor de Económicas de la Universidad de Jaén, Antonio Partal Ureña, quien impulsó el mercado del aceite de oliva, y del que aprendí mucho. Y más de 20 años después, las vueltas que da la vida, Partal Ureña colabora conmigo en Olivacoin, lo ve como una continuidad digital de lo que él hizo.

-¿Deseaba usted desde muy joven ser un ‘hombre de negocios’?

-Siempre me ha encantado. Muy joven me leí la célebre biografía de Lee Iacocca, el ejecutivo que refundó Chrysler como fabricante de coches. Y con 18 años, ¡quién me iba a decir entonces lo que es ahora esta persona!, me leí el libro sobre el liderazgo de Donald Trump como creador de una multinacional inmobiliaria en el Manhattan de los 80.

-¿Cómo se inició profesionalmente?

-Desde el asesoramiento y consultoría. Mi primer trabajo, en el año 2000, como becario de investigación en ETEA, fue el plan estratégico para el sector de la madera y el mueble de Lucena, que estaba en su apogeo. Después, estuve un tiempo corto pero muy intenso en la multinacional de la consultoría PriceWaterhouseCoopers. Y he colaborado mucho con Andalucía Emprende para la creación de empresas, sobre todo de marcado carácter tecnológico.

-Díganos ejemplos.

-Una de las mejores es Genera Games, que hoy es un referente internacional en animación y videojuegos. Hicimos una valoración de intangibles y financiera para que pudieran obtener mayor financiación a partir de fondos reembolsables, y se consiguió.

-Habla en plural. ¿Con quién trabajaba?

-Con Félix Jiménez Naharro, profesor de la Universidad de Sevilla, con una trayectoria extraordinaria y de quien tanto he aprendido y sigo aprendiendo. Para mí es uno de los cinco valoradores de empresas en España. Y montamos en la Universidad de Sevilla una ‘spin off’, M2M, dedicada a esa labor.

-¿Sorprendía en el ambiente académico de la facultad que unos profesores se dedicaran a eso?

-Sí. Recuerdo ir por los pasillos y ser mirado como alguien raro. Eran años en los que la universidad parecía estar en una torre de marfil y no preocupaba tanto hacer transferencia de tecnología y de conocimiento al mercado. En los últimos diez años, el cambio a mejor ha sido importante. Profesores como Félix o como Antonio de la Torre Gallegos también tienen claro que no solo hemos de formar a futuros economistas, sino que hemos de contribuir a que los jóvenes sean capaces de crear riqueza. Ya no me dicen por los pasillos: “¿Y tú por qué te complicas la vida? ¿Y cómo vas a crear una empresa que sea sólida haciendo valoraciones, con una metodología científica y poder competir con consultoras como Deloitte?” Pues se consiguió. Cuando tienes esa convicción, hay que defenderla con uñas y dientes. Al final, el tiempo pone las cosas en su sitio.

-¿Y qué le dicen los alumnos?

En mis clases pongo muchos ejemplos que tengo a mano de la vida empresarial real. Para el alumno que solo busca tomar apuntes, no soy su profesor ideal. Para el que quiere ser emprendedor y no solo aprobar, la relación es fecunda. Por ejemplo, Sergio Ros, que fue alumno y ahora es un amigo que colabora muy estrechamente en Olivacoin.

-¿Qué tenían sus métodos de valoración para poder competir con los análisis de consultoras -muy asentadas?

-En nuestra metodología y en nuestros algoritmos el elemento diferencial era la valoración de intangibles. Compaginando el conocimiento real de lo que es el sector, de lo que era la innovación y de lo que era la tecnología, y el valor del emprendimiento. Y todo eso, traducirlo a números con algoritmos que nosotros manejábamos. Estudiando muchos modelos de negocio y muchos casos de empresas fuimos puliendo ese método para llevarlo a la práctica, para que cualquiera pudiera entenderlo. Hasta el punto de que M2M llegó a valorar en su conjunto las empresas ‘spin off’ que se iban creando en la Universidad de Sevilla, porque habían constatado que daba resultados, y a veces se conseguían financiaciones de hasta cuatro millones de euros en fondos reembolsables.

-¿No se está abusando de animar a los jóvenes a crear un proyecto empresarial sin pasar antes por la fase de foguearse como trabajador en el seno de una empresa y adquirir destrezas en la actividad profesional?

-Podría compartir lo que comenta, pero el camino se hace andando, intentándolo. Le pongo un ejemplo de los que he asesorado y convencido para que dieran el paso como emprendedores y lo han hecho con éxito: Gregorio Magno Toral, fundador de Ciclogreen. Doctor en Biología, trabajando con un contrato para el CSIC, él no tenía intención ni de hacerse autónomo. ¡Y lo que han evolucionado él y Ciclogreen en cinco años como empresa de innovación social para la movilidad sostenible!. He tenido la suerte de conocer a emprendedores como Gregorio.

-¿Cuándo empieza a interesarse por las criptomonedas?

-En el año 2014, en Sevilla. Eduardo Fernández, de Flowers in Space, me habló del bitcoin como medio de pago. Organizaron charlas sobre el tema, y curiosamente uno de los ponentes había sido alumno mio, Randy Brito, que ahora trabaja en Coinbase. A partir de ahí empecé a investigar a fondo y publiqué en 2016 un libro divulgativo sobre la tecnología ‘blockchain’: las cadenas de bloques, las transacciones cifradas que pueden aplicarse a multitud de ámbitos temáticos y no solo para usos financieros.

-¿Qué es el token?

-Es un registro en la descentralizada base de datos de la cadena de bloques. Es como una ficha, que incorpora la trazabilidad. Es en el mundo virtual lo que es de modo físico la típica ficha que compramos para lavar el coche, donde también dispones de diversas fichas que representan diversos precios en función del servicio que quiero recibir.

-¿Cuál es la dimensión de las criptomonedas a día de hoy?

-Es un mercado ya de 300.000 millones de dólares. Ya hay más de 1.600 criptomonedas, de las que cuatro se llevan el 75% del mercado. Un 50% es Bitcoin. Un 16% es de Ethereum. Un 6% es Ripple XRP y un 5% Bitcoin Cash.

-¿Cómo se sustenta tanta cantidad de dinero?

-Cualquier sistema de dinero tiene que cumplir tres requisitos: ser medio de pago; ser unidad de cuenta y contabilidad, y ser una reserva de valor. El bitcoin tiene esos tres, y dos de ellos mejor que el dinero ‘tradicional’. Como unidad de cuenta, por supuesto, porque en sí es una teoría de contabilidad eficiente, una tecnología de contabilidad distribuida y descentralizada. Todos podemos saber cuántos bitcoins hay en el mundo. Pero nadie puede saber, ni el presidente de la Reserva Federal norteamericana, el número total de billetes de dólares que existen en el planeta. Y el dinero fiduciario con el que hoy nos regimos esconde un problema enorme que no se ha abordado tampoco en la grave crisis de la última década: ya no está basado en un patrón oro, ni en una relación dólar-oro, sino en la generación de deuda. Por cada euro de Producto Interior Bruto que se genera en el mundo, se está generando un promedio de 2,5 euros de deuda.

-¿Qué sugiere?

-Es tal el apalancamiento de deuda que, con las magnitudes que alcanza la economía, no se puede pagar. ¿Cuánto valdría una empresa si por cada euro que vende se endeuda en 2,5 euros? Sería insostenible e iría a la quiebra. No propongo volver a un sistema basado en el patrón oro, pero sí en crear un patrón de referencia mediante un conjunto de materias primas que tienen importante valor, para alinear la economía real y la financiera, que están totalmente desalineadas. Con la perspectiva ya del siglo XXI, incluir, además del oro y la plata, metales como el litio y el cobalto (importantes para los equipos tecnológicos), nanomateriales como el grafeno, etc. Y utilizar la tecnología ‘blockchain’ con las criptomonedas para llevarnos a un nuevo orden económico.

-¿Cómo están influyendo los grandes poderes fácticos (bancos, petroleras, operadores tecnológicos,...) en la configuración de este nuevo mundo del dinero y su valor?

-Todos los sectores han cambiado totalmente en los últimos 30 años, y el único que no había cambiado sustancialmente era la banca, que es el motor del sistema capitalista. Ahora sí. Es quien más invierte tanto en servicios ‘fintech’ como en tecnologías de contabilidad descentralizada y distribuida. Muchos bancos se han agrupado en el consorcio R3 y su modelo de ‘blockchain’, con la plataforma Corda, se diferencia del bitcoin en que tiene varias cadenas de bloques y no solo una. Son varias en función de los grupos de interés que tengan que manejar esa información. Pero con la esencia del cambio de lo centralizado a lo descentralizado. Y con la ventaja de que la tecnología ‘blockchain’ permite transparencia, inviolabilidad e incorruptibilidad de los datos, y así todos podamos controlar lo que se hace por el bien de todos.

-¿No peca de optimismo?

-Esa descentralización, y esa capacidad de determinar la veracidad y la transparencia, es aire limpio en un mundo de la posverdad, donde dentro de un par de años de cada tres noticias que leamos, dos van a ser mentira. Porque hoy en día el sistema financiero se basa en grandes dosis de opacidad, en una cuestión de fe hacia los bancos centrales de las grandes potencias. Estamos en una etapa de transición hacia un panorama mejor. Cuando sean más complementarias tecnologías como ‘blockchain’, internet de las cosas, big data, inteligencia artificial, impresión 3D, etc, podemos vivir un Renacimiento como el posterior a la Edad Media.

-¿Por qué?

-La época actual es neofeudal, dominada desde Silicon Valley por los dueños de las tecnologías centralizadas: Google, Amazon, Facebook, Uber,... Se basan en sus plataformas y han visto cuál es el oro del siglo XXI: el dato. Quien gestione y monetice los datos, se lleva el gato al agua. Y si lo puede hacer Google, ¿por qué no cualquier ciudadano usando sus propios datos y con tecnologías como ‘blockchain’ basadas en software libre?

-Ponga un ejemplo.

-Empresas como Facebook han logrado un valor enorme con los datos que les aportamos los demás. El señor Zuckerberg se hace multimillonario y a los usuarios nos da cuatro golosinas en forma de aplicaciones. En ese Renacimiento que se vislumbra, mediante tecnologías descentralizadas va a abrirse paso una mentalidad nueva y un nuevo internet del valor. En la tercera ola de internet: la primera fueron los portales y el contenido; la segunda ha sido el móvil y las redes sociales, y la tercera va ser el internet del valor. Mucho más allá de un intercambio de información, también habrá intercambio fluido de cosas y activos tangibles gracias a la tokenización.

-La mayoría de la población no ve ni en los telediarios quiénes son los creadores de todo eso, si son ámbitos de poder en la sombra o si son jóvenes sin complejos.

-Hay de todo. Los grandes bancos están en el consorcio R3. Hay criptomonedas de anarquistas. Hay muchas creadas por personas del ámbito liberal, para descentralizar la economía y que el Estado no controle todo. Suelen ser personas con deseos de cambiar el mundo y que tienen conciencia de cómo se está concentrando la riqueza en pocas manos. Admiramos a los más ricos y nos conformamos con las migajas. Me recuerda al feudalismo. Y a la sociedad aún le da miedo el señor feudal, por eso digo que estamos en un proceso neofeudal. Esclavizados con el endeudamiento, da miedo soltarse de la mano del señor feudal. Cuando se pierde el miedo, en la Historia ocurren procesos como el Renacimiento, o como la Revolución Francesa.

-También se considera revolucionario lo que ha emanado de Silicon Valley hacia el mundo entero.

-Por supuesto. Las empresas que más valen hoy a nivel mundial son Apple, Amazon, Google, Facebook y Microsoft. Ahora el mundo necesita que avance un internet de sociedad abierta por las ventajas que aportará la criptoeconomía.

-¿Quiénes están haciendo avanzar la tecnología ‘blockchain’?

-Multitud de investigadores e informáticos, cada vez se suma más gente y con voluntad de ser red abierta, no economía de ‘royalties’. Y el núcleo no está en Silicon Valley, ya estamos en una época donde el talento está más disperso por todo el planeta y no tiene por qué concentrarse en dos o tres zonas. ¿Qué puede suceder en los próximos cinco años si con las criptomonedas se empiezan a dar soluciones a la economía real, y no solo se usan como elementos especulativos para fortalecer uno de los aspectos de la función del dinero, que es la reserva de valor?

-¿Cómo va a lograrse que se confíe en las criptomonedas para la economía real?

-Estamos acostumbrados a confiar en los países aunque nos mientan. Si las criptomonedas permiten confiar no solamente en la moneda, sino en la economía real, y alineamos de una vez lo que está tan desalineado (la divergencia entre la economía real y la economía financiera), puede ser una gran solución.

-¿Y aportarán transparencia para mejorar la recaudación de impuestos y reducir la economía sumergida, la evasión fiscal,...?

-La seguridad jurídica ha de ser global. Hasta entonces, no serán una alternativa real y no aportarán el valor de la confianza. Los gobiernos tienen que ponerse las pilas para regular cuanto antes lo que esta tecnología viene a aportarnos. Me parece muy interesante el anteproyecto de ley presentado por el Ministerio de Economía español para establecer un ‘sandbox’ o espacio de pruebas con el que experimentar. Por otro lado, creo que, por mucho que se avance en esta nueva era monetaria, siempre habrá paraísos fiscales.

-¿Qué es Olivacoin?

-Nace con la vocación de dar solución a un problema estructural en el sector del aceite de oliva. Lo más importante no es la moneda, sino el ‘blockchain’ que estamos desarrollando desde la Universidad de Sevilla para dar soluciones reales al sector.

-¿Por qué considera que el sector del aceite de oliva puede articularse mejor con este modelo tecnológico y financiero?

-Para empezar a regular un mercado digital de abajo arriba, y que sirva para protegerse de la enorme volatilidad que padece su precio. Convenciendo a los agricultores, a los olivareros, de la importancia de fortalecer la trazabilidad del producto. Y no resignarnos a que el aceite de oliva sea residual en el mercado mundial de las grasas, apenas supone el 4% en ese mercado. Con su potencial para la salud, tiene mucho margen de mejora para ganar cuota.

-¿En qué fase está Olivacoin?

-La criptomoneda ya está. No queremos lanzarla a las casas de cambio porque no queremos especulación. Si uno de los principales problemas que tiene el aceite de oliva es que el precio del aceite de oliva es muy volátil, y eso machaca, no solamente a las almazaras, sino a pueblos enteros que dependen de ellas, lo que no podemos es crear otro factor que distorsione tanto o más. Ya se padece que, por falta de un mercado transparente, existen mecanismos de manipulación en la oferta y demanda del aceite de oliva, sin distinguir aceites cuando existe una gran diferencia entre unos y otros.

-¿Qué misión se plantea?

-Fortalecer desde las nuevas tecnologías un producto y una fuente de riqueza donde somos líderes mundiales. Y donde siempre nos quedamos a medias en su desarrollo. Con Olivacoin se garantiza la trazabilidad del aceite, desde el campo hasta la mesa, y eso no se puede manipular. Si funciona, lo podemos hacer también con otros productos alimentarios. Estamos manejando la misma tecnología con la que experimentan hoy el Banco Central de Singapur, el Santander o el Deutsche Bank.

-¿Qué empresas olivareras se han implicado ya?

-Hasta ahora son diez. La más importante es Acesur, que la segunda en el sector a nivel mundial. También hay cooperativas como Las Virtudes, como Ruedaoliva, como Virgen del Espino, en la Sierra Norte de Sevilla; La Rosa del Infante, en la provincia de Cádiz, o La Cultivada, en la de Córdoba. Algunas venden productos ecológicos premium.

-¿Cómo la combinan con los análisis químicos, los controles biológicos y la logística?

-Aunándola con sensores de internet de las cosas que permiten generar muchos datos para la transparencia y trazabilidad de la cadena de valor, además de los que ya tenían las almazaras. Sensores que controlan las aceitunas que se cargan en el camión, la matrícula del camión, el volcado de las aceitunas a las tolvas,... y así sucesivamente hasta el producto final y quién lo compra. Va en consonancia con la revolución industrial en el campo, basada en la gestión de datos.

-¿Y qué hará Olivacoin cuando el aceite salga al mercado?

-El aceite perfectamente catalogado se pondrá a la venta en un ‘marketplace’ digital. Al estar tan detallada la diferenciación de producto (por ejemplo, no es lo mismo un aceite con extraordinaria cantidad de polifenoles respecto a lo que es un aceite lampante), será más fácil el funcionamiento de un mercado de oferta y demanda, de puja por un lote. Y nos queda culminar el proceso eligiendo un precio para cubrir las expectativas en un mercado de futuros.

-¿Van a captar capital?

-Tenemos previsto hacerlo en septiembre, con un suelo de un millón de euros y un techo de nueve millones.

-¿El proteccionismo de la Administración Trump va a causar una crisis del comercio a nivel global?

-Sus barreras y aranceles van en contra de la economía global. Torpedear a la Organización Mundial del Comercio no es bueno para nuestras sociedades. Porque el estado del bienestar (pensiones, educación, sanidad...) se mantiene si eres una sociedad abierta, competitiva e innovadora. Trump puede abocarnos a un riesgo sistémico, en un contexto de países con enorme carga de endeudamiento y con crisis de productividad.

-¿El sector andaluz de la aceituna de mesa o laminada podrá sobrevivir a la pérdida del mercado norteamericano?

-Lo conseguirá si sigue por la senda que lleva en los últimos años: profesionalización, innovación, internacionalización, calidad. Aunque les pongan barreras, la gente acaba comprando el mejor producto.

-¿Cómo le han involucrado en Graphen Tech?

-Me localizó por internet el ecuatoriano Raúl Molina, que es jefe de producto de Hewlett-Packard desde Holanda. Me dijo que le había gustado el proyecto de Olivacoin basado en el ‘blockchain’, y él estaba simultáneamente creando Graphen Tech para sistematizar un mercado sobre el grafeno, un nanomaterial que procede del carbono y tiene ventajas impresionantes. Su conductividad es doscientas veces superior a la del silicio, tiene doscientas veces más fortaleza que el acero y su flexibilidad es total. Es un millón de veces más fino que un cabello humano. Estoy implicado como el director financiero internacional de este proyecto que tiene la sana ambición de que el grafeno sea una de las materias de referencia, uno de esos ‘commodities’, en esa nueva ‘cesta’ de la economía real que sustente la financiera.

-¿En qué magnitudes se mueve Graphen Tech?

-Su lanzamiento está en un estándar de 37 millones. Queremos levantar capital y reforzar el token de Graphen Tech para estimular un ecosistema de mercado global, industrializando la promesa de disponer de grafeno. Pensemos en una empresa que compra y consume acero. Cuando evalúe lo que se beneficia sustituyendo el acero por el grafeno, querrá sistematizar su futuro aprovisionamiento. Y ahí Graphen Tech quiere ser un nodo principal a nivel internacional.

-¿La videoconferencia es su nexo de unión?

-Sí, por las tardes-noches en horario español, porque en Graphen Tech hay compañeros europeos, asiáticos, norteamericanos y latinoamericanos.

-Como ciudadano de Sevilla, ¿cómo valora la evolución de la sociedad sevillana?

-La sociedad sevillana actual es una combinación magnífica de tradición e innovación. Donde son posibles empresas como Ingeniatrics, del catedrático Alfonso Gañán, con más de cien patentes, todo un hervidero de ciencia y conocimiento; o Xtraice, creada por Paco Ortiz, cuyas pistas para patinar sobre hielo sintético son compradas por Disney para sus parques temáticos. Hay muchos más ejemplos. Pocas ciudades tienen hoy en día innovadores disruptivos en un contexto de embrujo tradicional.

-¿Qué libros sobre negocios está leyendo ahora?

-La biografía sobre Jeff Bezos, el fundador y presidente de Amazon, es de Brad Stone y se titula ‘La tienda de los sueños’. También estoy leyendo la biografía del fundador de las macrotiendas Walmart, San Walton, se titula ‘Made in America’. Y ‘La revolución Blockchain’, de Don Tapscott.