El monumento a Curro Romero ha sufrido ya seis ataques desde 2001

Su autor, el escultor Sebastián Santos, lamenta su «aspecto deplorable» e insta a patinarlo de nuevo, aprovechando así para aplicarle un barniz antivandálico

30 nov 2015 / 08:15 h - Actualizado: 30 nov 2015 / 08:15 h.
"Urbanismo"
  • Estado de la estatua de Curro Romero este pasado lunes tras ser vandalizada. / Fotos: José Luis Montero
    Estado de la estatua de Curro Romero este pasado lunes tras ser vandalizada. / Fotos: José Luis Montero

El ataque vandálico sufrido el domingo por el monumento dedicado al torero Curro Romero frente a la Maestranza, que luego llevó a una rocambolesca restauración de voluntarios que lo que hicieron fue dañar más la imagen, es el sexto que se produce desde 2001, año en el que se colocó ahí la estatua. Así lo recuerda el escultor Sebastián Santos, autor de una pieza que es, de largo, la que más agresiones recibe de las que llevan su firma en las calles de Sevilla.

Santos ha inspeccionado personalmente los daños sufridos por la escultura, que con esta última acción vandálica ha empeorado un estado que ya de por sí no era el mejor. «Tiene residuos de otras pintadas porque no llegan a borrársele del todo», lo que achaca a que, desde su punto de vista, «casi nunca se usa el disolvente adecuado» para borrar los restos.

El autor, que no quiere entrar en la polémica sobre el intento de limpieza por parte de un grupo de voluntarios comandados por el abogado Joaquín Moeckel, sí lamenta que con tanto ataque la imagen «tiene un aspecto deplorable». En este sentido, apunta a que sobre todo se ha perdido la unidad cromática (hay sensibles diferencias de color), pero también la «unidad de valoración de las formas».

Chorro de arena

¿Cuál sería la solución llegados a este punto? «Patinarla de nuevo», una tarea que corresponde al fundidor y que, dicho huyendo de toda terminología técnica, consiste en someter a la estatua a un chorro de arena («que elimina todo resto de pintura») para luego aplicarle una nueva pátina, algo que puede hacerse in situ y sin necesidad de retirar la pieza. Aquí Sebastián Santos aprovecha para reclamar que se utilicen los barnices antivandálicos «que en 2001 no existían y que impiden que la pintura penetre con profundidad» en el bronce. Es una capa antipintada como la que por ejemplo tiene el monumento a Cayetana de Alba, lo que permitió restaurarla con relativa facilidad tras un ataque.

La de Cayetana de Alba es precisamente otra de las esculturas que tiene el autor en las calles de Sevilla, junto a la de Blas Infante en la Gota de Leche, Juan de Mesa en San Lorenzo y Manolo Caracol en la Alameda. La de Curro Romero es objeto habitual de pintadas antitaurinas, aunque desde el Ayuntamiento se subraya que la estatua que más ataques sufre en la actualidad en la ciudad es la del Vendedor de Prensa (en la confluencia de Lumbreras y Torneo), seguida de las de Fray Bartolomé de las Casas, el general San Martín y la ya referida de la Duquesa de Alba.

Y es que ya lo apunta un informe municipal en el que se analiza la situación de estos monumentos públicos: «el principal problema al que hace frente su conservación es el vandalismo», por encima incluso de los factores ambientales. «Los ataques que sufren estas obras tienen como resultado daños muy graves, cuyo alcance merman sus valores estéticos y artísticos, además de convertirse en focos importantes para la evolución de los daños naturales». Aquí se pone como ejemplo el desprendimiento de volúmenes o la pérdida de elementos, «un daño que por vandalismo puede ocasionarse en minutos y que por causas naturales tardaría en aparecer muchísimos años», un vandalismo por cierto que puede tener muchas caras: pintadas, golpes, robos, fijación de pegatinas, adhesivos y carteles o la instalación de banderas, candados...