El supuesto violador del parque María Luisa insiste en que fue una relación consentida

El jefe del Grupo de Homicidios destaca las «lesiones brutales» que presentaba la víctima

08 may 2017 / 14:12 h - Actualizado: 08 may 2017 / 16:49 h.
"Tribunales","Sucesos"
  • Francisco Morillo Suárez, de 46 años, sentado hoy entre dos policías en el juicio que se sigue en la Audiencia de Sevilla. / EFE
    Francisco Morillo Suárez, de 46 años, sentado hoy entre dos policías en el juicio que se sigue en la Audiencia de Sevilla. / EFE
  • Francisco Morillo Suárez, de 46 años, sentado hoy entre dos policías en el juicio que se sigue en la Audiencia de Sevilla. / EFE
    Francisco Morillo Suárez, de 46 años, sentado hoy entre dos policías en el juicio que se sigue en la Audiencia de Sevilla. / EFE
  • Eugenio Guevara, letrado de Francisco Morillo Suárez, hace declaraciones a los medios antes del juicio. / EFE
    Eugenio Guevara, letrado de Francisco Morillo Suárez, hace declaraciones a los medios antes del juicio. / EFE
  •  Alberto Lag, letrado de la acusación contra Francisco Morillo Suárez. / E.P.
    Alberto Lag, letrado de la acusación contra Francisco Morillo Suárez. / E.P.

Francisco Morillo Suárez, el acusado de agredir sexualmente y asesinar a una joven en el parque María Luisa que había ingerido barbitúricos, ha insistido, como ya dijera en sus declaraciones anteriores, que las relaciones con la chica fueron «consentidas». «Los dos habíamos discutido y queríamos desahogarnos», ha dicho en el juicio que ha comenzado hoy en la Audiencia Provincial. Morillo, que es el primer procesado que se enfrenta en Sevilla a una petición de condena de prisión permanente revisable, ha explicado que aquella noche discutió con su pareja y que se marchó al parque, tras haber ingerido «dos o tres cubatas y cuatro o cinco cervezas», donde se encontró a la chica de 31 años sentada en un banco.

A partir de aquí, su relato es el de una conversación entre ambos que deriva «en besos, tocamientos» y finalmente una relación sexual «consentida», negando que, aunque hubo penetración vaginal y anal, no utilizó ningún objeto «ni ninguna fantasía sexual». Tras el encuentro, que se produjo la noche del 23 de febrero de 2016, se limpió «con unos pañuelos que me dio ella» y se marchó, dejándola en el banco. «Tiré los clínex allí mismo, al lado. No ví que tuviera sangre, era de noche», ha destacado, aunque luego ha precisado que utilizó muchos pañuelos «porque me notaba húmedo». «En ningún momento sentí que le doliera o que sangrara», a lo que ha añadido que la chica tampoco le comentó que quisiera suicidarse o que hubiera tomado pastillas. «La noté alegre, como yo», ha dicho. «Iba ‘agustito’ al parque», ha señalado tras indicar que además de «media botella de ron» también había consumido «cocaína». Luego ha contado se marchó a su casa y se quedó viendo la televisión hasta que se durmió.

El acusado ha reconocido que él iba al parque «de forma habitual», pero ha negado que fuera allí a mantener relaciones sexuales o que fuera a espiar a otras parejas. Igualmente, ha dicho que no conoce a ninguna persona de las que acuden a este espacio para practicar sexo, negando que ofreciera esa misma noche a un joven mantener relaciones. A Morillo le constan siete detenciones anteriores por supuestos malos tratos a su pareja, de la que ha llegado a tener orden de alejamiento, sobre las que ha dicho que fueron porque «en las discusiones subíamos mucho la voz y los vecinos llamaban a la Policía y al que detienen es a mi». Una de estas denuncias se debió a que el procesado supuestamente drogó a su mujer para mantener relaciones sexuales con ella dormida.

«DESGARROS BRUTALES»

Tras la declaración del acusado, ha sido el turno del jefe del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional quien ha repetido y ha insistido en «las lesiones y desgarros brutales» que presentaba el cadáver «no solo en el ano, sino también en el recto». El inspector ha llevado a cabo un minucioso y detallado relato de cómo han llevado a cabo la investigación del caso, después de que en un principio creyeran que se trataba de un suicidio. «La chica fue localizada tumbada boca abajo en un banco, apoyada en los brazos y rodillas y tapada la cabeza con una capucha» y bajo en cuerpo y entre sus brazos «tenía el bolso en el que llevaba una carta de suicidio». Estaba en una zona que es frecuentada «para mantener relaciones sexuales y, especialmente homosexuales».

En el pantalón presentaba un poco de sangre, pero no fue hasta que se la prácticó la autopsia cuando se descubrió la agresión sexual. «Tenía tal cantidad de coágulos que era imposible descubrir la lesión sin limpiar», por eso en un primer momento se pensó que podía tratarse de una «menstruación importante o incluso un aborto», más aún cuando en el escenario no había sangre. Sin embargo, la autopsia descubrió «los desgarros brutales», de tal magnitud que el propio jefe de Homicidios ha dicho que «nunca había visto nada igual». Unas lesiones que «según nos dijo el forense se realizaron con un objeto romo», es decir, no cortante.

Fue entonces cuando en una segunda inspección ocular cuando los agentes se hicieron con una bolsa en la que una operaria del parque había recogido los clínex y salvaslips «empapados en sangre de la víctima». También localizaron las bragas llenas de sangre de la chica en un banco cercano al que ella apareció. Fue entonces cuando comenzaron con la búsqueda del agresor y, tras descartar el entorno de la joven, comenzaron a buscar a «un autor desconocido, que conoce el parque, merodeador sexual, con problemas de identidad sexual, incluso misógeno, que ataca a quien puede y no a quien quiere», ha señalado el jefe de Grupo.

Una vez que las pruebas de ADN localizaron perfil del acusado en algunos de los clínex y en las bragas de la chica, la Policía pudo identificar y localizar al sospechoso, ya que había sido denunciado por su mujer por malos tratos con anterioridad. En este sentido, el inspector ha resaltado el hecho de que su mujer lo denunciara «por drogarla para poder desvestirla, vestirla, pintarla y vejarla», lo cual era una parafilia compatible y que encajaba con los hechos. Además, una vez que fue detenido se le intervino una bicicleta en la que localizaro ADN de la joven «en los puños y en el portabidones». El bidón, en cambio, no fue localizado por ello la Policía cree que fue el objeto utilizado por el agresor, que se deshizo de él «cuando por la prensa supo que la chica había muerto».

ADICTO AL PORNO DURO

La Policía también se hizo con el ordenador que el agresor tenía en su casa en el que encontraron al menos una veintena de imágenes relacionadas «con el porno duro, el sadomasoquismo y con la introducción de objetos por cavidades humanas». También había un vídeo en el que se recreaba una violación múltiple y conversaciones con contenido sexuales. «Sabemos que tiene parafilias sexuales que incluyen la introducción de elementos por cavidades humanas», ha indicado el jefe del Grupo de Homicidios, lo que «encaja» con el agresor que buscábamos.

Por último, el inspector ha destacado que la víctima «no pudo pedir ayuda» porque la agresión se cometió estando esta bajo los efectos de los barbitúricos que había consumido. «Los desgarros son tan dolorosos que se hubiera defendido con uñas y dientes», a lo que ha añadido que tras la agresión el acusado dejó a la chica «allí desangrándose».