Espadas reasfalta su camino rumbo a la izquierda

El alcalde admite «su predilección» por sellar pactos con IU y Participa pese a los últimos desencuentros para rehusar la mano tendida del PP, que le recriminó que «baile con lobos»

Iñaki Alonso @alonsopons /
19 jun 2017 / 19:53 h - Actualizado: 19 jun 2017 / 23:34 h.
"Pleno del Ayuntamiento de Sevilla"
  • El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, junto al delegado de Hábitat Urbano, Turismo y Cultura, Antonio Muñoz, y la delegada de Participación Ciudadana, Adela Castaño. Arriba, Daniel González, de IU. Y a la derecha, Julián Moreno y Susana Serrano, de Participa. / Fotos: Jesús Barrera
    El alcalde de Sevilla, Juan Espadas, junto al delegado de Hábitat Urbano, Turismo y Cultura, Antonio Muñoz, y la delegada de Participación Ciudadana, Adela Castaño. Arriba, Daniel González, de IU. Y a la derecha, Julián Moreno y Susana Serrano, de Participa. / Fotos: Jesús Barrera
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El guion estaba más que redactado, con la garantía de suspenso generalizado a su gestión de la oposición tanto a su izquierda, con Participa e IU aún heridos en su orgullo –con resaca postdesalojo incluida– y en clave de giro político, como a su derecha, con el PP en su papel de resaltar su legado made in Zoido y C’s mostrando que en su discurso hay colmillos además de buenas miradas al PSOE. Con todo eso contaba el alcalde, Juan Espadas, que comprobó cómo el debate sobre el estado de la ciudad perdió su razón de ser –«poco se ha hablado de los problemas de los sevillanos», admitió– para mutar a un esfuerzo de ver a qué mano se agarraba: a la de IU y Participa, que se mostraron extremadamente críticos pero a la vez exigentes a que retome la senda de los acuerdos que firmó con ellos para la investidura; o a la de PP y Ciudadanos, que pese a sus denuncias tendieron la mano colaborativa con al gobierno municipal en defensa del «interés general».

Espadas, ante ese dilema, optó por colocar la primera piedra para reasfaltar el camino maltrecho de la izquierda. Fue justo al final, en la última frase del debate, cuando puso las cartas sobre la mesa y lanzar un guiño a Participa e IU para tratar de zanjar diez días de especulaciones sobre la gobernabilidad de un PSOE con mando en plaza pero con sólo 11 de 31 ediles para alzar lo justo la voz. Espadas se mostró convencido de que el PP «estará ahí en decisiones concretas, porque han sido gobierno hace poco», pero su «opción son aquellos dos grupos [Participa e IU], aunque me critiquen, me chillen, digan que nos equivocamos e incluso reprueben a la mitad de mi gobierno o a mí mismo. Pero qué se le va a hacer, siento predilección». «No seré alcalde para gobernar con su programa. Para eso me iría a mi casa», respondió así a la oferta del portavoz del PP, Alberto Díaz, de una mano tendida, pero bajo el auspicio del programa electoral que presentaron los populares en mayo de 2015.

Fue el colofón de un debate que arrancó áspero, con Participa reclamando la retirada del aire acondicionado «en solidaridad con los colegios sevillanos». Petición envenenada –que no fue atendida por la presidenta del pleno– que pretendía caldear el ambiente. El alcalde fue quien rebajó la temperatura con un discurso en el que, aunque primero cargó contra la última vuelta de tuerca de Participa e IU –«No dejes que la verdad estropee una buena historia», dijo– se fundamentó en que son «un gobierno en minoría que intenta sumar y no enfrentar», con el deseo de «con sentido común y no con equilibrismos» poner en marcha aquello que prometió en la investidura, en 2015, de «cambiar las prioridades». «Nadie le ha regalado nada a este gobierno», indicó Espadas, antes de acreditar el cumplimiento de lo pactado con, dijo, «hechos acreditables» que le hacen estar «razonablemente satisfechos» con sus dos años al frente del Ayuntamiento hispalense. El glosario de hechos iba desde la bajada de 11.000 parados en la ciudad –que aunque siempre matiza que no son imputables en su conjunto a su acción de gobierno, siempre los cita– al incremento de las cuantías en políticas sociales. «Esas eran la prioridad del debate en 2015. Son hechos, no palabras», reivindicaba, después de haber escuchado a la oposición en su conjunto quejarse de «venta de humo» y «palabrería» de los socialistas. Calificativos que volvió a escuchar en el pleno de este lunes. El alcalde engordó sus puntos a favor con la inversión en los colegios y los polígonos, además de citar de carrerilla un listado de una veintena de proyectos «desbloqueados».

A la visión benévola le siguió el zafarrancho de críticas de la oposición. El PP optó por el palo y la zanahoria. El palo, blandido por Alberto Díaz, partía en cuestionar a un gobierno «insolvente e incapaz». «Este alcalde es como la bisutería de los escaparates, brilla y es fácil de adquirir, pero luego rascas y no es nada. Y Sevilla, que es una joya, no se merece bisutería», atacó el edil popular, que le recriminó al PSOE de ser consciente de que «de bailar con lobos» cuando fue investido por Participa e IU. «Yo no los llamaría lobos. Cuidado cuando le miren y quieran bailar con usted», le respondió Espadas. Sobre la zanahoria, esta fue con «una mano tendida» de un partido, el PP, «que siempre ha tenido el interés general de la ciudad por delante». Pero no sin antes recordar que «ganaron las elecciones en 2015» y que su apoyo es en base «a su programa ganador».

Ciudadanos también ofreció construir puentes, pero no sin antes sacar las garras. Esta vez, le aplicó al gobierno un correctivo a modo de triple I, que para el portavoz de la formación naranja, Javier Millán, significa «incapacidad, incompetencia e incumplimientos». La crudeza del discurso llegó hasta el ultimátum. «Si usted no pone medidas al acceso a una vivienda digna, no cuente con nosotros en los acuerdos».

Millán, que criticó al regidor hispalense por «ponerse de perfil» ante «temas espinosos» como el conflicto del taxi, donde no ha actuado en mejorar un servicio para «la mayoría de taxistas honrados» y de no ser más exigentes para demandar inversiones para la ampliación del Metro o la Ciudad de la Justicia, obras dependientes de la Junta. «Ya está bien de sufrir el pecado de haber celebrado una exposición universal».

Ciudadanos, al igual que Participa e IU, recogieron el guante, lanzado por el alcalde, de buscar un indicador que demostrara que la capital está peor ahora que cuando llegó a la Alcaldía. Ahí, el portavoz local de IU, Daniel González Rojas, el primero de la oposición en hablar, se doctoró dando no uno, sino un listado: Sevilla bajó del cuarto al quinto puesto en competencia turística, un tercio de os sevillanos están en riesgo de pobreza; la mayoría del empleo generado no es productivo; o que la ciudad haya caído al puesto 14 del ránking de mejores ciudades para la bicicleta por «inactividad» del gobierno.

IU hizo repaso pormenorizado de los incumplimientos. Desde un empleo que no parte de lo público y sí «de proyectos especulativos como Palmas Altas o Sevilla Park» hasta una «paz social inexistente», una oficina de la vivienda «sin medios», una ausencia de refuerzos en las Unidades de Trabajo Social (UTS) o el hecho de que el macrocontrato de zonas verdes de la época del PP siga vigente con su tercera prórroga. «Se le está poniendo cara de Zoido», dijo.

Participa recriminó la falta de inversión en barrios como Alcosa, La Barzola, Los Pajaritos o Torreblanca y de no estar presentes en ellos. «Sólo conoce lo que le cuentan», trasladó su portavoz Susana Serrano, que dio los resultados de la encuesta realizada entre sus militantes: el 66 por ciento creen que la ciudad está igual o peor y suspenden con un 3,5 de nota al alcalde. Argumentos que utilizó para reivindicar la búsqueda de «un verdadero Ayuntamiento del cambio para la ciudad en 2019»

«Berrinche» de los aliados

Participa Sevilla e IU aprovecharon el debate para escenificar su malestar, pero separándolo del incidente del desalojo a los eventuales de Lipasam. «El balance se ha hecho independientemente de lo hecho por el concejal de inseguridad», puntualizó el portavoz de IU, que sí recordó a Espadas que tiene «un chino en el zapato» si los tres grupos que le han apoyado a lo largo del mandato han pedido la dimisión de Juan Carlos Cabrera. Sí admitió que el desalojo fue «la gota que colmó el vaso». «No extraña la criminalización, pero sí que lo haga un partido que el domingo cantó la Internacional», prosiguió González Rojas, que invitó al alcalde a «que se bajara del burro» y dejara de «manipular». «No se bloque a la ciudad, sino a usted por su falta de diálogo», aclaró. De «trato vejatorio» calificó Participa el incidente, cuyo desenlace «hizo saltar por los aires los valores constitucionales».

Espadas buscó apaciguar, pero antes su portavoz, Antonio Muñoz, encendió el debate. A Participa le recordó, sobre los desalojos, los que practicaron los ayuntamientos de Madrid y Cádiz, gobernados en la actualidad por marcas blancas de Podemos. Y, en general a los dos socios de la izquierda, le dibujó el panorama que habría sido de seguir gobernando el PP para demostrar, «lo que ha cambiado este gobierno».