Fallece el vendedor de pañuelos que devolvió 2.700 euros

Amby Okonkwo, el nigeriano que vivió una efímera fama en 2009 tras entregar a la Policía una cartera con dinero, fallece de un infarto en la puerta de su domicilio de San Juan de Aznalfarache

23 jun 2017 / 21:37 h - Actualizado: 23 jun 2017 / 22:05 h.
"Obituario"
  • Amby Okonkwo, en la rotonda del Puente de la Delicias. / El Correo
    Amby Okonkwo, en la rotonda del Puente de la Delicias. / El Correo

Amby Okonkwo, el vendedor de pañuelos nigeriano que devolvió una cartera con 2.000 euros en septiembre de 2009, ha fallecido en la puerta de su domicilio de la calle Burgos de San Juan de Aznalfarache. La Policía recibió el aviso alrededor de las once y media de la mañana pero, cuando acudió junto a los servicios de emergencia del 061, encontró el cuerpo ya sin vida de Okonkwo. Cuando la noticia se conoció en la localidad, se organizó una colecta ciudadana con el objetivo de repatriar el cadáver del vendedor de pañuelos. Durante buena parte del día circuló una información errónea a través de las redes sociales que equivocaba la identidad del fallecido y se daba el nombre de otro inmigrante de origen africano de color que también vende pañuelos en Sevilla.

Okonkwo se pasaba en 2009 ocho horas al día vendiendo pañuelos en un semáforo del Puente de las Delicias, a pleno sol y sin más protección que un sombrero de paja y una botellita de agua. Allí estaba cuando se encontró la cartera, que devolvió sin pestañear: contenía 2.700 euros, un cheque por 870 y documentación. Se le había caído a un hombre que pasó en moto, y él la recogió y la entregó a la Policía. Ni siquiera abrió el portafolios. «No era mío, no tenía por qué abrirlo. Hice lo que tenía que hacer», decía Amby Okonkwo, que en aquella fecha tenía 43 años y llevaba en España hace dos. Sobre él pesaba una orden de expulsión.

El relato de los hechos que le dieron unos días de gloria es sencillo: eran las 10.30 horas y Amby vio que a un hombre se le caía su cartera de piel marrón junto a la rotonda en la que vendía pañuelos de papel y abanicos de colores al final del Puente de las Delicias, donde comienza la Feria, un erial en el que el calor sevillano hace de las suyas. Amby paró a dos agentes de la Policía Nacional y les contó lo ocurrido. Como no hablaba español, usó de intérprete a su compañero Kene Odigbo Kingsley, también nigeriano, compañero de rotonda. Los policías se fueron y al momento se dieron la vuelta: en la cartera había dinero, así que necesitaban su nombre. «Se lo di, no hay ningún problema. Dijeron que había dinero, pero no si era mucho o poco». Ni siquiera saber la cifra provocó luego ninguna reacción en los inmigrantes, ambos todavía en trámites para lograr la residencia: «Somos cristianos, sabemos lo que dice Dios: ama a los demás como a ti mismo y haz lo que quieres que hagan contigo. La cartera no era nuestra, no importa lo que tuviera». «El dinero no toca mi cabeza ni mi corazón, y gastarlo me habría hecho feliz un momento, pero me habría hecho sufrir toda mi vida», insistía Amby.

La Policía localizó al dueño de la cartera y se la devolvió. Fernando P., de 68 años, regresó a la rotonda para darles las gracias y «una pequeña gratificación de 50 euros», según explicó él mismo.

Más rumbosos fueron un grupo de amigos de Madrid, que le enviaron 2.000 euros. Okonkwo contó luego que con esos 2.000 euros intentaría darle a su hijo todo lo que necesitara, porque no quería que vendiera pañuelos como él y querría que tuviese una buena educación.