Comprar estos días en el Cerro del Águila se ha convertido en una práctica de riesgo. A la ola de calor que abrasa la ciudad desde el domingo se suma que la plaza de abastos del barrio, en la calle José María de Pereda, arrastra «una avería gorda» en su sistema de refrigeración. Hoy viernes se cumplen 15 días desde que se estropeara el aire acondicionado «al irse los dos compresores», explican los placeros. Desde un primer momento, aseguran que lo pusieron en conocimiento del consistorio aunque «pasan los días y los días», no deja de subir el mercurio –con alerta de calor incluida– «y la solución no llega».
El relato de los 20 negocios del mercado es desesperante. A duras penas tratan de mantener la actividad tras el mostrador con ventiladores, abanicos y buen humor para seguir pregonando el género a los pocos valientes que se adentran en estas instalaciones reformadas hace diez años cuando, entre las actuaciones, se instaló aire acondicionado para combatir las altas temperaturas de los meses de estío y se sustituyó el techo por uno de chapa con aislante para facilitar las compras de los vecinos. «Esto es insoportable. Aún no han llegado y ya se quieren marchar. No hay quien pare aquí», explica Manuel Gutiérrez, responsable de un puesto de alimentación. Gutiérrez recuerda, no obstante, que la peor parte se la están llevando los puestos de pescado: «Han tenido que llegar a tirar género, sobre todo de pescado azul, que con estas temperaturas que tenemos y sin aire acondicionado, se deterioran muy pronto». Añade además que son muchos los que optan por «traer y exponer menos productos» para reservarlos mejor. Una situación que, según explican, está repercutiendo también en las ventas. En estos 15 días las cajas registradoras se han resentido, con un considerable descenso «de hasta un 15 por ciento». Es, por ello, que quienes se ganan allí la vida insisten en la necesidad de llegar a «una solución rápida», pues del mercado «viven 40 familias».
En este sentido, aclaran que desde el Ayuntamiento les han respondido con un «están en ello», pero que el único movimiento que han visto estos días ha sido «unos técnicos que estuvieron el lunes». «Más que por nosotros, sufrimos cada vez que vemos entrar a una clienta y se le pone mala cara con los casi cuarenta grados que se alcanzan al mediodía. No han llegado aún a producirse desmayos, pero lo cierto es que a partir de las doce del mediodía esto es un horno y no queda nadie», detallan los responsables de los distintos puestos del mercado, que han recalcan que están dispuestos a «luchar con todas las armas que tienen» para conseguir «el bienestar» de los clientes que «huyen a otras superficies más confortables».