Memorial del Tamarguillo (y II)

Entre 1961 y 1978 hubo veinticinco refugios para atender a las familias sin hogar

09 jul 2017 / 22:18 h - Actualizado: 09 jul 2017 / 22:20 h.
"Hemeroteca El Correo"
  • Primera página de El Correo de Andalucía del día 26 de noviembre de 1961, con la noticia de la riada del Tamarguillo. / El Correo
    Primera página de El Correo de Andalucía del día 26 de noviembre de 1961, con la noticia de la riada del Tamarguillo. / El Correo
  • Un incendio también desoló la ciudad. / Hemeroteca Municipal de Sevilla
    Un incendio también desoló la ciudad. / Hemeroteca Municipal de Sevilla
  • La Prensa dejó constancia de las realidades sociales. / Hemeroteca Municipal de Sevilla
    La Prensa dejó constancia de las realidades sociales. / Hemeroteca Municipal de Sevilla
  • Los desahucios fueron noticia diaria en la Prensa sevillana. / Fototeca Municipal de Sevilla-fondo Gelán.
    Los desahucios fueron noticia diaria en la Prensa sevillana. / Fototeca Municipal de Sevilla-fondo Gelán.
  • Seis personas murieron en este derrumbamiento en la calle Guadalupe, número 5. / Fototeca Municipal de Sevilla-fondo Gelán.
    Seis personas murieron en este derrumbamiento en la calle Guadalupe, número 5. / Fototeca Municipal de Sevilla-fondo Gelán.

Los refugios abiertos desde noviembre de 1961 hasta agosto de 1977, fueron veinticinco, instalados con mejor o peor fortuna en todo tipo de edificios utilizables para dar cobijo de emergencia a las personas sin techo, salvo en los casos de las llamadas «Casitas Bajas» (1962), Charco Redondo (1966) y La Corchuela (1969), que fueron grupos de viviendas eventuales construidas expresamente para alojar a las personas sin hogar, en la primera etapa, en la intermedia y en la última, respectivamente.

En los refugios las habitaciones tenían como paredes intermedias colchas, mantas, sacos, lonas o lienzos de colchones colgados de cables o cuerdas, la mayoría de las veces, pues se trataba de grandes naves o locales que servían de almacenes, edificios en construcción, etc. Los servicios, lavaderos y cocinas eran colectivos y se construyeron provisionalmente. Tampoco había agua corriente en los habitáculos. En los refugios se hacía vida de corral de vecinos, pero en condiciones aún más precarias. La mayoría de las familias procedían de los suburbios en peores condiciones sanitarias y habitables, en los primeros años, y después de las casas en ruina o derrumbadas. Los desahucios fueron tan numerosos que en muchas ocasiones las familias no encontraban plaza en los refugios y tenían que pasar alguna noche en mitad de la calle con los muebles y enseres hogareños a la intemperie.

Por orden cronológico de fecha de clausura, los refugios utilizados fueron los siguientes:

1962: 1. Hospital Militar de la Macarena (19 enero). 2. Galerías Comerciales del Puerto, en avenida de la Raza (19 enero). 3. Pisos en construcción en la barriada Madre de Dios, en el sector Amate (23 enero). 4. Locales e instalaciones en el antiguo monasterio de San Jerónimo (31 enero). 5. Soportales de la avenida de Ramón y Cajal (31 enero).

1963: 6. Antiguas naves del diario «ABC», en la Enramadilla (12 febrero).

1964: 7. Naves del mercado de entradores de la calle Almansa (5 agosto). 8. Escuela del Magisterio, en construcción (5 agosto). 9. Refugio de los Ciegos, en la carretera de Alcalá (29 septiembre).

1968: 10. Locales comerciales del grupo de viviendas Virgen de los Reyes (10 enero). 11. Palacio de Justicia, en construcción en el Prado de San Sebastián (16 abril).

1971: 12. Barracones de Torreblanca, en la antigua vereda de Pero Mingo (16 octubre).

1972: 13. Cocheras de Tranvías, en la Puerta Osario (29 febrero). 14. Refugio del Husillo Real, en calle Torneo (29 febrero). 15. Locales de Hijos de Luca de Tena, en la Huerta de la Salud (29 febrero). 16. Almacenes municipales de la calle Luis Montoto (29 febrero). 17. Refugio-albergue de San Jerónimo, en la calle Arroyo (29 febrero). 18. Naves del Matadero Municipal (29 febrero). 19. Pabellón de Valencia, en el sector Sur (20 octubre). 20. Pabellón de Brasil, en el paseo de las Delicias (20 octubre).

1973: 21. Cuartel de la Policía Armada, en la Alameda de Hércules (28 noviembre). 22. Los Merinales, junto a la autovía Sevilla-Dos Hermanas (20 diciembre).

1974: 23. Dos mil alojamientos llamados las «casitas bajas», en el Polígono San Pablo, utilizados por primera vez el día 14 de marzo de 1962 y que permitieron erradicar un elevado número de suburbios y de refugios iniciales. Por estas «casitas bajas» pasaron en varias fases un total de 11.789 familias, con 45.916 personas (5 diciembre).

1975: 24. Pabellones de Charco Redondo, utilizados desde el día 12 de diciembre de 1966, dieron cobijo en fases sucesivas a 2.396 familias, con 10.236 personas (20 diciembre).

1977: 25. La Corchuela, más que refugio fue una barriada experimental, con alojamientos y servicios propios de barriada. Fue utilizado desde el día 14 de octubre de 1969, pasando por sus alojamientos en diversas fases un total de 3.219 familias, con 12.143 personas (30 agosto).


Victimario

En el memorial que proponía Juan Pérez González a sus vecinos de La Corchuela, junto a los nombres y circunstancias de los cincuenta y tres suburbios y veinticinco refugios de emergencia que tuvo Sevilla entre 1961 y 1977, más el número de familias afectadas, tendrían que figurar en lugar de honor los nombres de las víctimas provocadas por la ruina del caserío. Qué menos podría hacer la sociedad que honrar a quienes perdieron su vida en unos tiempos dramáticos, víctimas de una situación social y económica adversa para las clases más pobres.

Los muertos y heridos por derrumbamientos de edificios ruinosos, no lo fueron sólo por la fatalidad, sino también por la ambición desmedida, la ineficacia administrativa y la irresponsabilidad moral de algunas personas. Junto a la desinteresada entrega de muchos en favor de la pobre gente sin hogar, no faltaron quienes sólo tuvieron en cuenta sus propios intereses o se inhibieron de sus responsabilidades sociales.

Entre 1964 y 1971, las víctimas por hundimientos fueron las siguientes:

1964. 4 de noviembre: Esperanza Rodríguez Durán y José María Martínez Quintero, ambos de 18 años, que transitaban por la calle Redes, fueron alcanzados por el derrumbamiento del edificio número 11. La muchacha falleció en el acto y el muchacho resultó gravemente herido. Eran novios.

1964. 24 de agosto: María del Carmen Muñoz Gutiérrez, de cinco años de edad, resultó herida muy grave en el derrumbamiento de la casa número 3 de la calle Aniceto Sáenz.

1965. 28 de agosto: Joaquín Chacón López, de 66 años, resultó con heridas graves al derrumbarse parte de la casa número 37 de la calle San Luis.

1966. 22 de julio: Josefa Tejero Muñoz, de 68 años, sufrió heridas y lesiones muy graves en el derrumbamiento de la casa número 20 de la calle Enladrillada.

1967. 13 de abril: Ana María Gutiérrez Benítez, de quince meses de edad, resultó muerta en el derrumbamiento de parte del corral de San Joaquín, en la calle San Jorge, número 7.

1968. 13 de enero: Seis personas murieron, una resultó herida gravísima y otra de pronóstico reservado, al hundirse durante la madrugada el edificio número 5 de la calle Guadalupe, que no estaba declarado en ruina. Los muertos fueron, Adela García Cid, de 55 años; su esposo, Ángel Caballero Fernández, de 65; su hijo, Juan Manuel Caballero García, de 26; Dolores Barrera Postigo, de 50 años; y sus hijos Manuel y Rafael González Barrera, de 21 y 19 años, respectivamente. Encarnación González Barrera, de 23 años, resultó con heridas gravísimas. El herido de pronóstico reservado fue Guillermo Caballero García, de 21 años.

1971. 3 de abril. Manuela Rufo Sánchez, de 67 años, falleció al hundirse parte del edificio número 68 de la calle Aragón. En el mismo suceso resultó gravemente herida su hermana, anciana invidente, Sebastiana Rufo Sánchez.

1971. 27 de agosto: Federico Georgio Rodríguez, de 62 años, murió cuando se encontraba visitando a sus familiares en el número 39 de la calle Pacheco y Núñez del Prado, en pleno día, en el momento en que ocurrió el derrumbamiento de parte del edificio. Todos los habitantes del corral tuvieron que ser trasladados a La Corchuela ante la ruina total del inmueble.

Además de los citados hundimientos con víctimas, hubo otros que no produjeron muertos ni heridos por verdadero milagro, pues hasta muy poco antes de derrumbarse parcialmente los edificios estuvieron ocupados por los inquilinos. Entre la amplia relación de este tipo de hundimientos, destacan por su espectacularidad y daños materiales, los siguientes:

1965. 23 de abril: Calle Torrigiano, número 11. Pérdida de enseres del vecindario.

1965. 26 de abril: Calle Fray Diego de Cádiz, números 24 y 25. Pérdida de enseres y algunos heridos leves.

1965. 5 de noviembre: Calle Antillano Campos, número (?). Pérdida de enseres.

1967. 26 de diciembre: Calle Divina Pastora, número 31. Pérdida parcial de enseres.

1968. 15 de enero: Calle Covadonga, número 11. Pérdida parcial de enseres. El edificio se derrumbó totalmente poco después de abandonarlo nueve familias.

1970. 17 de febrero: Calle Placentines, número 17. Pérdida de enseres.

1970. 25 de junio: Calle Francos, número 67. Una finca de tres plantas, se derrumbó totalmente. No estaba habitada.

1970. 3 de julio: Calle Flandes, número 3. Hundimiento total. Pérdida de enseres.

1972. 8 de mayo. En el callejón Dos Hermanas, en la Puerta de la Carne, hundimiento de la casa número 12.

1973. 20 de febrero: Calle Pagés del Corro, número 11. Pérdida de enseres.

1973. 23 de junio: Calle Hiniesta, número 34. Pérdida de enseres.

1973. 2 de julio: Calle Castilla, números 74 y 76. Pérdida de enseres.

1973. 17 de septiembre: Calle Juan de Oviedo, número 9. Pérdida de enseres.

1977. 27 de agosto. Calle Imperial, número 43. Pérdida de enseres.


Operación Clavel

Fue el 19 diciembre de 1961... El locutor Bobby Deglané había promovido desde los micrófonos de Radio España una campaña de solidaridad con Sevilla, con resultados sorprendentes. La duquesa de Alba fue nombrada presidenta de honor de la comisión organizadora tanto de la campaña como del convoy que trasladaría a Sevilla las ayudas recibidas.

Madrid había dispensado al convoy, que representaba uno de los mayores esfuerzos colectivos nacionales en favor de una zona siniestrada, una despedida popular. De toda España llegaron a Madrid camiones y camionetas cargadas con ropas, muebles, alimentos. El recorrido Madrid-Córdoba fue una repetición, pueblo a pueblo, de gestos de solidaridad con los damnificados sevillanos. La gente aplaudía el paso del convoy con gritos de «¡Viva Sevilla!». Y los camiones de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes (CAT), recibían por el trayecto nuevas aportaciones de cooperativas agrarias y ganaderas, de asociaciones culturales y religiosas.

En el punto de confluencia entre el arroyo Tamarguillo y la autopista de San Pablo, sobre el puente y los alrededores, se había reunido la multitud para esperar el convoy. Algunas pancartas decían: «Este es el Tamarguillo, chiquito pero matón». «A Sevilla ha vuelto la alegría»...

Aquel inmenso grupo de personas apostadas en el cruce del Tamarguillo con la autopista, estaba principalmente integrado por vecinos de las cercanas barriadas de La Corza y Árbol Gordo, que esperaban en aquel lugar estratégico para agradecer a Bobby Deglané la ayuda prestada por la «Operación Clavel». Peseta a peseta, entre todos los vecinos de las citadas barriadas, había reunido dinero para comprarle una medalla de oro con la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.

La avioneta, en una de las pasadas sobre la multitud, al parecer para captar mejor las pancartas, descendió y chocó con el tren de aterrizaje en unos cables de alta tensión que cruzaban la autopista.

«Muchas personas –decía la crónica del suceso– son las que coinciden en asegurar que el periodista gráfico que figuraba entre los tripulantes de la avioneta intentó tomar unas fotografías del entusiasta grupo, de forma que el piloto descendiera a escasa altura, chocando con uno de los cables de alta tensión que cruzan la autopista de San Pablo. La colisión con el tendido eléctrico motivó que la avioneta descendiera casi vertical unos metros y luego, en vuelo a nivel de la multitud, siguiera su trágico recorrido hasta caer en el centro de la autopista y posteriormente saltar al andén derecho de la misma, según la dirección de marcha a Sevilla, y a la altura de la Huerta de las Lumbreras».

Eran las trece horas y veintiún minutos de la tarde del martes día 19. Allí mismo, junto al Tamarguillo origen de la catastrófica riada, quedaron veinte muertos, que luego serían veinticuatro, y casi un centenar de heridos. En el lugar del accidente, la situación era dantesca. Entre el humo y las llamas originadas por la avioneta al caer a tierra, los gritos de los heridos eran desgarradores, mezclados entre los muertos. Los cuerpos mutilados sobre el asfalto, las escenas histéricas, las llamadas de auxilio y entre familiares y amigos, la sangre... Durante unos interminables minutos, aquella zona se convirtió en un infierno, mientras en la entrada de Sevilla la gente, ignorante de lo sucedido, vitoreaba a los primeros vehículos del convoy.

Joaquín Romero Murube, en un artículo titulado «En la hora del dolor», publicado en ABC [20 de diciembre de 1961], escribió: «Casi nos espanta saber lo que ha ocurrido. En la mañana de oro iba un pueblo feliz e ilusionado, jocundo y unívoco en la respuesta de su agradecimiento hacia el gesto de amor y ternura con que toda España, canalizada a través del esfuerzo meritísimo de unas personas que habían sacrificado su inteligencia, su descanso, su ingenio, su alcurnia, sus méritos [...] Sí; España toda se volcaba en auxilio de los pobres de Sevilla, de los niños de Sevilla, de todas las tribulaciones sufridas por Sevilla [...] Y ya en los mismos labios gozosos de nuestros barrios, cuando el cortejo tocaba la meta feliz de sus designios, nuevamente la tragedia se abate sobre nosotros, segando vidas, sembrando espantos, derramando sangre, mutilando cuerpos, convirtiendo la alegría en dolor, el amor en espanto, el júbilo en sollozo, el sol radiante en oscuridad del ánimo empavorecido. Dura, durísima prueba para los sevillanos. ¡Íbamos hacia el gozo y la alegría, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con la tragedia y la muerte!».