Llegaron con la misión de regenerar la vieja política y tras un año en el Ayuntamiento presumen de haber conseguido que el gobierno «del cambio», «apoyado en comunistas y populistas», vire al centro. Aunque no suspende al alcalde, considera que sus únicos logros son el catastrazo, del que alertaron, y la consulta sobre la Feria. «Con eso está dicho todo».
—¿Qué nota pondría al primer año de Espadas en la Alcaldía?
—Ponerle nota es una frivolidad. Tendrán que ser los sevillanos quienes dentro de tres años se pronuncien y decidan quién debe dirigir la ciudad. De momento el balance es muy plano, con muchísimos anuncios y casi nada materializado. Aún así, todos los miembros del Ayuntamiento, incluido el alcalde, estamos dando todo lo que podemos pero lo importante es lo que llega al ciudadano, su calidad de vida y la mejora de los servicios públicos.
—¿Y eso se ha logrado? —Cuando tomamos posesión, Sevilla llevaba varios años estancada y aún no se han removido los cimientos para salir de esta situación. Hemos asistido a unos meses de gestos y ahora, en las últimas semanas, estamos asistiendo a anuncios y propagandas que no se han puesto en marcha.—¿Quiere decir que los proyectos se han quedado solo en el envoltorio?
—Habría que preguntar a los sevillanos qué ha hecho Espadas. A mi juicio, y estoy seguro que al de ellos, su primera decisión fue la subida los impuestos, el catastrazo que denunciamos. Y lo segundo, el referéndum sobre la Feria. Con eso está dicho todo. Lo demás es mero anuncio. Espero que el acuerdo de presupuesto que firmamos y que centró a un gobierno que provenía de un acuerdo de investidura muy radical, apoyado en comunistas y populistas, se plasme en un mandato sensato y de centro. Me alegra ver que Espadas alardee de ser de centro, yo le doy la bienvenida. La ciudad necesita un vuelco de mentalidad, de inversión y de concepto.
—¿Cómo es para Ciudadanos ese modelo de ciudad? —El que favorezca el crecimiento por la vía de la reindustralización, volcados en la innovación, la tecnología y el emprendimiento, y con una mejora de las infraestructuras de movilidad. No podemos dejar de lado la aspiración de completar la red de Metro, el compromiso de unir la ciudad por el Cercanías al aeropuerto. Altadis, donde es evidente que hay que apostar por la singularidad, por que sea un centro de emprendimiento e innovación sin perder el suelo industrial. Podemos alardear de turismo, comercio y hostelería pero tenemos que crecer en otros terrenos.—Habla del Metro. ¿Cree que la ampliación del tranvía sustituye este proyecto?
—Me niego a entrar en el debate de tranvía sí o tranvía no. Lo que quiero es un plan de movilidad sostenible, que además es uno de los acuerdos que tiene que cumplirse de aquí a final de año. Tenemos que definir todas las piezas: la bicicleta, el transporte público intermodal, el Cercanías y las líneas BTR. ¿Por qué esperar a septiembre para unir la Cartuja y Blas Infante? En movilidad este gobierno suspende clamorosamente. Me acuerdo de Monteseirín y de ese legado de las Setas que seguirán pagando nuestros hijos y nietos. Espero que Espadas no adopte ese modelo y no se quede solo con el rédito electoral a corto plazo.
—Volvamos al principio. Si había buena sintonía, ¿por qué no apoyaron la investidura? —Dialogamos con todos. Con el PSOE llegamos al convencimiento de que ya había atado un acuerdo con IU y Podemos en el que no podíamos estar y del que ya nadie se acuerda. Ese gobierno del cambio que decían. Nunca vamos a estar en un acuerdo o en un gobierno con Podemos salvo para regenerar la vida política. —Entonces, ¿por qué el sí en los presupuestos?
—Fue por responsabilidad. El alcalde vio el cielo abierto cuando le dijimos que si aceptaba una serie de cuestiones diríamos sí a los presupuestos. El cambio sensato estará siempre en el centro, en los extremos no nos encontrarán.—Hay quien dice que sus medidas eran poco exigentes...
—Hemos logrado un equilibro entre la cabeza de la derecha de toda la vida y el corazón de la izquierda radical. Ahora nuestras propuestas se tienen que ejecutar y ahí vamos a ser contundentes. Sí echo en falta una apuesta decidida contra la corrupción. En todos hay una extraña coincidencia: el PP le tapa las vergüenzas al PSOE en casos de corrupción.
—¿Ha servido para algo la comisión de Fitonovo?—Para que cada uno se retrate. Nosotros hemos tirado solos del carro, Podemos se ha inhibido y el resto han hecho lo posible por minimizarla. Volveríamos a hacer lo mismo, pero toca esperar a ver qué responsabilidades políticas se pueden pedir y qué mecanismos se pueden implementar para que no vuelva a suceder.—¿Su concejal Javier Moyano ha actuado más como fiscal que como político?
—Nadie estaba interesado en que de esa comisión saliera nada, solo en poner sordinas. ¿Qué pasaría en este país si no existiera Ciudadanos? Vamos a ser incisivos en cada caso de corrupción. En el caso de Carretero seguiré como un martillo pilón reclamando una explicación de por qué se ha mantenido en el cargo habiendo un informe demoledor de la intervención y una advertencia de la Fiscalía. Aún así, el señor Cabrera colocó el primero tubo de la Feria acompañado de Carretero y su sombrero de ala ancha.—¿Mantienen la idea de que el delegado de Fiestas Mayores debe dimitir?
—Ha habido un descomunal error político y el gobierno debe reconocerlo. Lo que no se puede aceptar es que su única respuesta sea decir que Ciudadanos está diciendo algo ridículo. Todo el mundo en Sevilla sabe lo que ha pasado y que han llegado a un acuerdo amistoso con un responsable de la gestión económica de la Feria y con el superintendente de la Policía Local imputado también por delitos. Ni una cosa ni la otra son asumibles en un estado de derecho.
—¿Ni tampoco la presunción de inocencia? —Tampoco. En un caso de un funcionario público en el que hay documentos oficiales que ya están alertando de una conducta irregular, el mínimo deber de prudencia es tomar alguna medida disciplinaria. —Dice que PP y PSOE hacen pinza en la corrupción. ¿Cree que hay diferencias entre Zoido y Espadas?
—Zoido se encontró una herencia muy difícil y eso hay que reconocérselo. Pero luego no aportó nada a la ciudad. A Espadas el marketing se le da bien, vende el diálogo. De momento es un encantador de serpientes, pero realmente hay determinadas decisiones en las que sorprendentemente están de acuerdo y eso a mí me despierta rechazo. —¿Ese diálogo de Espadas es real o ficticio?
—No le queda más remedio que dialogar. Solo gobiernan 11 de 31, si no habla con los demás no sé a dónde va. Si apostamos por la participación, vamos a consultar sobre temas de trascendencia social y económica de la ciudad. Nosotros apostamos por la participación verdadera, real y eficaz, que significa un ciudadano, una propuesta, un ciudadano, un voto. Eso si es participación, el Plan Decide es una chapuza monumental.
—¿Las mesas como la de movilidad realmente son útiles? —Espadas un buen vendedor de mobiliario y sobre todo de mesas, que es la pieza estrella de su catálogo. Crear falsas expectativas no es lo idóneo. Ahora, después de ocho meses reúne a la Mesa de la Movilidad el día antes del debate del estado de la ciudad. Si va a funcionar yo estoy de acuerdo, pero si es un mero postureo es generar frustración.—¿Pero cree que servirá para articular un plan real?
—En movilidad hay actuaciones contradictorias. El alcalde anuncia un tranvía, Cabrera un día sí y otro no anuncia el cambio de dirección de cualquier calle, abortaron el proyecto del puente de la Cartuja de Zoido sin un plan alternativo, tiene una mesa inactiva ocho meses... si todo eso lo metemos en la coctelera no sé qué saldría. —¿Eso quiere decir que cree que no hay modelo?
—Primero habría que definirlo todo y luego descender a las actuaciones concretas. Me sorprende que no sea así.
—¿Con tres concejales, qué capacidad tienen de fiscalizar lo que se cumple y lo que no? —Siempre dijimos que íbamos a intentar construir pero vamos a ser exigentes y fiscalizadores. Y eso se puede compatibilizar. Si incumplen los compromisos lo denunciaremos y no seguiremos apoyándolos. Pero ahora mismo no tenemos ningún prejuicio.—Teniendo en cuenta el balance de la oposición, ¿2017 puede ser complicado?
—Prefiero no adelantarme a los acontecimientos. De aquí a final de año vamos a estar pendientes de que cumpla los compromisos con nosotros y luego decidiremos, pero no vamos a quedarnos en el titular fácil. En cualquier caso, este pluralismo político afortunadamente está haciendo que todo el mundo se de cuenta de que tiene que hacer un esfuerzo por dialogar. Solo queda un poco pendiente el PP que está como descolocado y que además tiene grandísimos problemas internos que le está lastrando. Aún no han comprendido que no somos marca blanca de nadie.
—¿Es decir, que no son ni la nueva derecha que dicen algunos ni un aliado fiel de los socialistas como dicen otros? —A mí me encanta que nos consideren a la vez marca blanca del PP, marcha blanca del PSOE, centro izquierda, la nueva derecha... Sobre todo me sorprende cómo se interpretan las decisiones del grupo municipal de Sevilla en clave política nacional como si Albert Rivera estuviera pendiente. En ese sentido, nos refuerza porque cambiando el sistema clásico.—¿Cree que el hecho de que se dialogue con la Junta se refleja en los proyectos que dependen de su financiación?
—Este año pasado la Junta de Andalucía ha invertido en Sevilla cero euros. Eso no puede volver a suceder. Zoido sufrió un bloqueo por parte de la Junta. Ahora se supone que Espadas tiene las puertas abiertas de par en par. Eso le debe llegar al ciudadano, lo debe notar. Y ahí es donde nosotros vamos a exigir un compromiso concreto con el Metro. Que la Junta apueste por Sevilla. Hay proyectos en los que no nos podemos quedar atrás. A Sevilla ya le toca.
—¿Cuál debe ser la relación Iglesia-Ayuntamiento? —El Ayuntamiento debe tener relaciones cordiales con el Arzobispado. Hay actos que no son eminentemente religiosos, son sociales o culturales, que demandan que los representantes públicos estén presentes y los tres concejales de Ciudadanos van a estar siempre. Fue muy lamentable la presentación de la moción laica y también lo que sucedió a las puertas de la casa consistorial. Remover temas que no suponen ningún problema es absurdo. Respeto que haya concejales que estimen que no deben estar en un acto lo que no admito es que estos concejales prohiban a los demás que estemos