¿Cómo adiestrar al mejor amigo del perro?

Contra la suciedad. El incivismo llena las calles de Sevilla de excrementos caninos. Educación y sanciones son las mejores medidas frente a iniciativas de dudosa aplicación

15 feb 2018 / 17:46 h - Actualizado: 30 nov 2016 / 19:42 h.
"Urbanismo","Animales","Limpieza","Mascotas y concienciación"
  • Arriba, una mujer recoge los excrementos de su perro en un parque de Sevilla. A la derecha, un cartel insta a la recogida de excrementos a los dueños de canes. / Txetxu Rubio -José Manuel Cabello
    Arriba, una mujer recoge los excrementos de su perro en un parque de Sevilla. A la derecha, un cartel insta a la recogida de excrementos a los dueños de canes. / Txetxu Rubio -José Manuel Cabello
  • ¿Cómo adiestrar al mejor amigo del perro?

El problema de los excrementos de los perros en las calles es un atolladero que, tristemente, crece exponencialmente a la vez que los ciudadanos deciden convivir, en un número cada vez mayor, con compañeros de cuatro patas. Y, hasta la fecha, ninguna ciudad ha logrado dar con una medida efectiva que logre la concienciación de que los deshechos son responsabilidad de los dueños [término que denota propiedad y que se bate en retirada] de los animales. No existe ninguna cifra del coste que, para Lipasam, supone anualmente la retirada de estos residuos; aunque puede servir como ejemplo Málaga, que en 2015 cifró en 6,5 millones el coste anual de la limpieza de estos restos orgánicos, montante calculado en función de los 100.000 perros que había en ese año censados en la ciudad costera.

Por ahora el Ayuntamiento de Sevilla ha implementado solo acciones disuasorias y censoras. Desde el mes de mayo de 2017, policías de paisano vigilaron que los dueños recogieran los excrementos de los perros. La sanción de no hacerlo era de 150 euros. Anteriormente, de junio a septiembre de 2016 se llevó a cabo una campaña de información tras la cual el Consistorio multó a 80 personas. En 2018, sin más datos nuevos al respecto, el aviso de multa mediante cartelería ha quedado más como un asunto meramente disuasivo antes que punitivo.

Hace una semana, el grupo municipal de Ciudadanos llevó a la Comisión para la Modificación de la Ordenanza de Tenencia de Animales un asunto que ya presentó en el pleno municipal en 2015 como una moción, la de impulsar el censo de ADN «para evitar abandonos y luchar contra los excrementos». En la provincia de Sevilla Lebrija intentó ser pionera en este asunto a comienzos de 2016. Sin embargo, la polémica que suscitó en un amplio sector de la población –y las sonoras protestas que se realizaron– hicieron que la idea no se pusiera en marcha. La mayoría no veía en esta acción más que una iniciativa con afán recaudatorio, toda vez que cada análisis cuesta alrededor de 35 euros que debían ser abonados por los propietarios de los perros.

De los partidos políticos locales, solo Ciudadanos mantiene una postura firme de defensa del ADN canino, frente a la oposición de Izquierda Unida y Participa Sevilla. La original abstención del PSOE y las dudas expresadas por el PP se convirtieron en apoyo positivo en el Pleno Municipal del pasado 26 de noviembre. Lo llamativo en este caso es que el propio Colegio de Veterinarios de Andalucía no ha dado una visión favorable de la iniciativa, manifestando dudas en la forma de recoger las heces y el adecuado mantenimiento de la cadena de custodia para que no se produzca contaminación de las muestras y la sanción llegue, sin dudas, al propietario del perro.

«El ADN canino es un engaño», sentencia Javier Endrina, adiestrador y auxiliar veterinario. «Una muestra de heces se contamina en pocos minutos, por el viento, por la orina de otros perros, por los insectos, bacterias... es un método muy poco fiable», dice. En la localidad valenciana de Xàtiva, durante los primeros meses de implementación, se hicieron 300 análisis –costeados por el municipio– y solo 28 pudieron ser propuestos finalmente y con certeza para sanción. El resto de pruebas en falso tuvieron un coste para las arcas de alrededor de 9.000 euros. «Está claro que solo la empresa sale ganando. Lo único que se puede hacer para erradicar el problema es concienciar, educar y... sancionar. Cuando empiecen a llover multas la gente tendrá miedo y recogerá las heces», considera.

Su opinión coincide con la de Javier Sanabria, portavoz del Partido Animalista (Pacma). «El ADN es como un impuesto en el que se nos declara culpables sin probar que lo somos. Es presuponer que somos incívicos sin demostrarlo», dice antes de añadir otra duda sobre el censo genético. «La empresa que lo realiza, Newbiotechnic, dice que la muestra tiene que ser recogida por un trabajador y un miembro de la Policía Local. Y la policía tiene asuntos más importantes que atender que ese», argumenta. La fórmula de este partido, primera fuerza extraparlamentaria a nivel nacional, es sencilla: «Concienciación y educación a través de las sanciones. Dos policías de paisano dando vueltas por un barrio e imponiendo multas a quien deja los excrementos en la vía pública cuestan mucho menos que la puesta en marcha de todo el sistema del ADN canino», concluye Sanabria.

«A los partidos políticos no les importa saber que esta medida fomentará el abandono en familias que tienen pocos recursos y conviven con un animal, dificultará las adopciones al sumar un gasto extra y será, a la postre, de poco cumplimiento», cree Elena Colla, del Refugio Los Ángeles. «¿Por qué no proponen una prueba de ADN a los fumadores para así saber cuáles son los que tiran colillas al suelo? ¿O a los que escupen? La saliva humana puede contagiar a las personas más enfermedades que la caca de los perros», dice. Con la polémica sobre la mesa y las serias dudas expresadas por un amplio sector de los implicados la pregunta que habría que hacernos es cómo adiestrar al mejor amigo del perro, el sucio humano.

EL FRACASO DE LOS ‘PIPICAN’

Uno de los chascos más rotundos que ayuntamientos de toda España se han llevado en su intento de paliar la suciedad canina de las calles son los conocidos como pipican, espacios acotados que se crearon en parques públicos, plazas y calles de barrios con la idea de que el dueño del perro acompañara a este hacia estos lugares y allí los canes hicieran de vientre. En 2015, en Sevilla, existieron 23 zonas habilitadas a tal efecto. Y todavía algunas perviven (en el Parque del Alamillo, en las zonas ajardinadas frente a la Estación de Santa Justa y en el barrio de Heliópolis, por ejemplo), sin embargo la mayoría ya fueron retiradas. El hecho de que los adiestradores no los recomendaran, que todos los perros vayan sueltos en ellos, las dificultades de sociabilización en entornos tan reducidos como estos y la poca limpieza a la que se les sometió acabaron dejándolos como lugares semi-abandonados. «Si no ves claro que el juego es agradable para todos los perros, coge a tu mejor amigo y llévatelo de allí», dice Javier Endrina, adiestrador.