«Los empresarios invertimos en proyectos como Waterland porque teníamos el compromiso del Estado con la SE-40»

Su vocación empresarial y su fe en el asociacionismo le viene de familia. Después de cinco años en el cargo, asegura que la responsabilidad de empresas y sindicatos ha sido clave en la crisis

29 nov 2017 / 23:11 h - Actualizado: 30 nov 2017 / 08:45 h.
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  • El presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla, Miguel Rus, en la sede de su empresa, Rusvel. / Jesús Barrera
    El presidente de la Confederación de Empresarios de Sevilla, Miguel Rus, en la sede de su empresa, Rusvel. / Jesús Barrera

—¿Cómo ha transformado la CES el tejido empresarial de la ciudad en estos 40 años?

—Todo lo que sea una buena representatividad del sector y que se defiendan los intereses generales, ese ejercicio de responsabilidad y de diálogo y enfrentamientos también, y terminar llegando a acuerdos ha sido fundamental. En estos 40 años creo que la conflictividad ha disminuido enormemente y esa responsabilidad de saber que teníamos que llegar a acuerdos ha sido muy positiva para la evolución de nuestras empresas y de nuestra economía, más teniendo en cuenta que nuestro tejido empresarial es un 98 por ciento son microempresas, micropymes y autónomos. La labor de asesoramiento, apoyo y de compartir información y datos entre nosotros ayuda a tomar las decisiones con más autoridad, más seguridad y adelantándose a los cambios.

—¿Ha sido complicada la relación con los sindicatos en estos últimos años de crisis?

—Entiendo que se vea así, pero es al revés. Estos últimos años han sido los de menor conflictividad. Cuando viene una crisis y se produce tanta destrucción de empresas, contamos unas 12.900 empresas, vemos que éstos han sido los años en los que hemos estado más cercanos a los sindicatos. Hemos hecho un un ejercicio de responsabilidad y hemos asumido que lo principal es cómo hacer viable a esa empresa y cómo, aunque se destruyera empleo, lo importante era que esa empresa se mantuviera viva. La crisis no ha llevado a una mayor conflictividad, sino a una mayor responsabilidad de las empresas y los sindicatos. Cuando llegan los tiempos duros se construye más.

—Los datos de la última EPA hacían una radiografía positiva del mercado de trabajo sevillano.

—La mejora del empleo es clara y manifiesta. Desde que se analizan estos datos, no ha habido un crecimiento por encima de 500.000 personas, como pasó en los años 2015 y 2016. Este 2017, si no fuera por el movimiento independentista catalán y la no aprobación de los presupuestos económicos, hubiésemos podido superar el crecimiento del 3,2 por ciento de los años anteriores y la creación de empleo estaría por encima de las 600.000 personas. Es una pena que todo lo que hemos conseguido los empresarios lo hipotequen intereses particulares. Cuando España es atracción de inversión mundial y de turismo, lo que no ha sido capaz de cargarse un atentado, que era una de las enormes preocupaciones de estos años, lo han hipotecado los desvaríos independentistas. Estas circunstancias obligan al empresario a ser más prudentes.

—Habla del crecimiento del turismo. Sevilla ha sido una de las grandes beneficiadas. ¿Cree que el modelo que se practica es rentable?

—El turismo para nuestra provincia es uno de los sectores que más aporta a la economía y al empleo. Pero la crisis nos ha llevado a defender un turismo a base de márgenes e ir a un modelo low cost. El reto que planteamos es no hablar de cantidad sino de calidad. Necesitamos seleccionar nuestros destinos por lo que aportan, por su poder adquisitivo. ¿Hemos crecido en turismo? Sí. ¿Hemos crecido en gasto por turista? No. Tenemos que mejorar nuestra oferta. Ahí, es imprescindible el apoyo de nuestras administraciones. El turismo aporta en torno al 17 por ciento del PIB pero la inversión de la Junta no llega al 0,5. Tenemos mucho patrimonio y tenemos que saber qué turismo buscamos y cómo tenemos que prepararnos para atenderlo. No podemos decir que queremos atraer a turistas chinos y luego no tener habilitados nuestros comercios para sus formas de pago.

—Usted ha sido crítico con tasa turística del Ayuntamiento. ¿Qué opina sobre la urgencia que tienen?

—Queremos un turismo de calidad y necesitamos mayor implicación de las administraciones, tanto estatal como autonómica, con un mayor presupuesto. Si nuestro turismo es una industria tenemos que fomentarla y darle medios, pero desgraciadamente el presupuesto para la ciudad de Sevilla es ínfimo y ridículo, y al final se gasta en cultura, en patrimonio. Primero hay que hacer estos deberes, aprobar el examen y luego la tasa turística. Necesitamos un plan turístico, como ya hicimos y donde pusimos en valor el Muelle de Nueva York, el Costurero de la Reina...

—A pesar de que es un proyecto enterrado, insisten en que el dragado de profundización es parte fundamental para el desarrollo económico de la ciudad. ¿Sigue pensando eso de «dragado o morir»?

—Los años de mayor esplendor, por donde nos ha entrado nuestra riqueza y nuestra cultura es por el río. Nos hizo la capital del mundo y siempre ha sido una autopista para el empleo. Sin el río, Sevilla no existiría. Tenemos que garantizar la navegabilidad, lo único que pedimos es que se garantice. Si nos vamos a Latinoamérica el trabajo es cómo hacer los ríos navegables porque es el sistema de transporte más económico, competitivo y menos contaminante. Sin dragado nuestras inversiones van a estar muy limitadas en el Puerto de Sevilla. El problema del río y del estuario no es el de los barcos que van por arriba; son otros, y echo en falta esa comisión de mejora del río y del estuario estatal, que es el que debe dotar de presupuesto. El Puerto de Sevilla no puede asumir el mantenimiento de esos 90 kilómetros de río navegable que es una red de transporte europeo importantísima; entonces, dotémosla.

—Las grúas han vuelto a la calle. ¿Es sostenible en las actuales condiciones económicas la restauración de un mercado vivo de vivienda?

—Ni era lógico ni coherente lo que vivimos antes de la crisis, en el comprábamos lo que no necesitábamos, como tampoco es normal esos ochos años de parálisis total de producción de vivienda, luego hay muchas familias que tienen necesidad de vivienda. La construcción debe significar entre un 5 y un 6 por ciento del PIB, y durante la crisis estábamos en el 1,5 por ciento. Hay que ver las necesidades de todas las familias y ahí es donde tenemos que ver cómo evolucionar el organismo que sea más rápido. Han pasado diez años de crisis y no hemos modificado nada, no hemos aprovechado la crisis para adaptarnos a las nuevas familias, al tamaño de vivienda óptima que buscan y a unos precios asequibles. Tenemos muchas cargas urbanísticas.

—¿Se podrían inflar precios?

—Si no facilitamos ese desarrollo, al final pasará. Tenemos que facilitar el desarrollo de nuevos suelos y con las menores cargas. Ningún inversor va a invertir en un proyecto en el que no tenga perfectamente definido y un compromiso por parte de la Administración con los hitos y los plazos. Estamos trabajando en esto con la Delegación de Vivienda y la Junta de Andalucía y son conscientes de que o trabajamos en esta línea y damos soluciones ágiles o, efectivamente, habrá un crecimiento del precio de la vivienda.

—En el área metropolitana hay más proyectos urbanísticos, ¿se debe a la conexión de transporte este desequilibrio?

—Si termináramos de vertebrar esa línea de metro, mejorar la conexión ferroviaria y la red de autobuses, podríamos ofrecer una alternativa. Pero desgraciadamente no tenemos un red vertebrada en la que tengamos esa interconexión y que puedas prescindir del vehículo privado. No tengo taxis disponibles cuando lo necesito, no tengo parkings disponibles, tenemos muy pocos aparcamientos que se saturan en horas clave. Deberíamos pensar en parkings en altura. Además, el PGOU de Sevilla se creó con unas cargas añadidas, que el área metropolitana no las tiene, luego es más económico que allí se desarrolle más vivienda, y la capital vaya decreciendo.

—¿Qué otros déficits detecta en materia de movilidad?

—Los túneles de la SE-40, que es una vergüenza. Si un proyecto como Palmas Altas, que ya está en marcha todavía está pendiente de 37 autorizaciones, ¿cuántos tendrá que pasar uno que todavía no ha empezado? Todo eso son tiempos, y los tiempos son dinero, y repercute en el encarecimiento, por lo quen nos hacemos menos competitivos.

—La puesta en marcha de proyectos comerciales como Palmas Altas y Torre Sevilla, con inversiones anteriores a la crisis, es síntoma de recuperación. ¿Qué va a suponer para la ciudad?

—Torre Sevilla es la consolidación de un proyecto existente que venía marcado por el PGOU. Los promotores hubieran preferido hacer vivienda y ampliar Triana, pero se puso una torre porque lo decidió el que diseñó el PGOU. Además, se complementa con el CaixaForum, que es un producto turístico de altísimo nivel y luego ese suelo terciario que parece que ya va a ser una realidad con grandes locomotoras, que van a ser un atractivo, que mezclan la compra y el ocio. Palmas Altas, por ejemplo, es un proyecto espectacular. Es la inversión más importante de la provincia. Una propuesta que varía por épocas, son centros comerciales vivos que van cambiando su oferta. Hemos pasado de centros de primera generación a centros comerciales de cuarta.

—Pero proyectos como Waterland o megapark se han quedado enquistados...

—Nos olvidamos muy pronto de la historia. ¿Por qué se invirtió en estos proyectos? ¿Por qué los empresarios tuvimos la visión estratégica y nefasta de invertir en esas ubicaciones? Porque teníamos una SE-40 en construcción, proyectada y presupuestada por el Estado. Con unos plazos comprometidos y que han quedado en suspenso ocho años. ¿Y ahora qué pasa con todos aquellos que han invertido todo ese dinero en esos proyectos basándose en una inversión pública? Si estuviera hecha esa SE-40, esos y otros proyectos ya serían una realidad.

—En ocasiones ha reclamado más diligencia por parte de la Administración local para la apertura de negocios. ¿Ha habido mejoría?

—Necesitamos más empresas, más empresarios y sobre todo empresas más grandes para que sean competitivas. Una de las deficiencias que tenemos es que, en otros países de Europa, las pymes representan el 60 por ciento. Tenemos que ver cómo unirnos y colaborar para tener empresas más grandes, podremos tener un empleo fijo y de más calidad y ser más competitivos internacionalmente. En nuestra provincia tenemos grandes buques insignia y son nuestro orgullo. En casi todos los sectores tenemos empresas que triunfan internacionalmente, nuestra factoría Renault o la fabricación en el puerto de grandes infraestructuras, todo lo que es ingeniería que, desgraciadamente con la situación de Abengoa se ha venido a menos, pero ha provocado una exportación de esa materia gris de tantísimos ingenieros que ahora triunfan en el mundo. O esa industria agroalimentaria y como estamos consiguiendo que toda la cadena de valor quede en nuestra tierra.

—Precisamente la aceituna sevillana acaba de recibir un varapalo que pone en jaque el sector.

—Es una industria clave para nuestras exportaciones y nuestra industria agroalimentaria. Lo convertimos en un producto final de altísima calidad y con éxito internacional. No me cabe duda de que se encontrarán nuevos mercados. Ahora mismo necesitamos todo el apoyo de las administraciones a nivel a autonómico, estatal y europeo para que este cambio de las reglas del juego unilateral haga un daño irreparable a un sector tan importante de nuestra economía.

—¿Es el primer paso para gravar a otros productos?

—No creo. Los grandes mercados mundiales tenemos que buscar cómo crear diálogo y un mercado constructivo, y no crear aranceles, que provocarán un bloqueo de otros productos; todo lo contrario a lo que demanda el consumidor final.

—Hace más de un año pidió más inversiones para los polígonos industriales y se reivindicaban como los generadores de la mitad del PIB de la ciudad. ¿Considera que son suficientes?

—Las inversiones no son suficientes. Queremos una industria y sabemos que es clave su digitalización para que sean competitivas y luego resulta que no tienen una red de alcantarillado o no tienen una buena red digital. En esos polígonos industriales que están obsoletos hace falta invertir, regenerarlos y convertirlos en sitios competitivos. No sólo es fundamental que haya más presupuesto, sino que se cumplan y se ejecuten. El presupuesto municipal del 2017 se aprobaron 1,2 millones; ahora en noviembre se han anunciado 600.000 euros en obras para ejecutar antes de final de año. Ejecutados hasta la fecha: cero