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Abril 2015: ¿un ciclo de transición?

La presencia de Manzanzares, recobrado en su mejor versión con la excelente corrida de Cuvillo, revalorizó un serial que cogió su mejor tono en el tramo final

28 abr 2015 / 11:02 h - Actualizado: 28 abr 2015 / 11:06 h.
"Feria de Abril","Feria de Abril 2015"
  • Con o sin el plácet de los jurados oficiales, todos los profesionales del toreo han considerado al toro ‘Encumbrado’, de Núñez del Cuvillo, como el mejor de toda la Feria. / José Luis Montero
    Con o sin el plácet de los jurados oficiales, todos los profesionales del toreo han considerado al toro ‘Encumbrado’, de Núñez del Cuvillo, como el mejor de toda la Feria. / José Luis Montero

El final de fiesta redimió de algunos sinsabores. Pero a pesar del aire viciado que sigue envolviendo la plaza de la Maestranza se pueden recoger algunos acontecimientos –tampoco demasiados– que animaron el ciclo en su tramo final y espantaron efímeramente los nubarrones que siguen rondando el futuro próximo del coso.

No sabemos si la Feria de 2015 servirá de transición para normalizar las relaciones con esos toreros que cada vez brillan menos por su ausencia. En realidad el problema es de más largo alcance. La falta de relevo –cohartado por igual por empresas y figuras– impide un recambio natural que aún hace casi imprescindibles a los ausentes. Pero el tiempo pasa por todos. Y por los toreros aún más.

Los mejores intérpretes de la Feria de Abril que ya es historia fueron ese Antonio Ferrera en el mejor momento de su vida –reincidente como autor de la mejor faena con un victorino rajado pero de importante fondo de clase– y un Manzanares que arrojó muchas dudas en sus primeras tardes pero se acercó a sus mejores fueros con un excepcional toro de Núñez del Cuvillo. Pero ese Encumbrado que permitió el definitivo reencuentro del alicantino sólo fue la guinda de un excepcional encierro que mereció otras manos. La vacada que dirige Álvaro Núñez Benjumea también sale revalorizada de Sevilla después de algunos años indecisos y desagradecidos.

Si continuamos por la cara A de la Feria, podemos encontrar a otro torero revalorizado como Manuel Escribano, que ha alargado su mecha de cara a la gran temporada después de saldar con éxito –una oreja cada tarde– el difícil compromiso de pechar con victorinos y miuras. La apuesta le ha salido perfecta y esa tarde, la de Miura, hay que sumar la oreja de Eduardo Dávila, que asumió con entrega, responsabilidad y solvencia de gran profesional el reto de reaparecer con el duro hierro familiar para conmemorar el LXXV de su presencia ininterrumpida en la Feria de Abril

Hay más cosas buenas: ahí está el trofeo de Adame –más que entonado que un toro de Cayetano Muñoz– y la que cortó Borja Jiménez el día de su alternativa. Hay que hacer una mención especial de los progresos de Javier Jiménez, uno de los mejores sucesos del día de los notables fuenteymbros, en los que sobresalió otro ejemplar de nota de nombre Turulato al que Antonio Nazaré le cuajó una buena faena que fue premiada con un solitario trofeo. Dentro de esta lista de orejas cortadas también hay que destacar la que mereció la valiosa faena de Pepe Moral el día que decepcionaron los toros de Montalvo. Pepe no estuvo tan fluido el día de los declinantes torrestrellas aunque ha sabido defender su papel de cara a la campaña.

Luque, sin toros a favor, mostró su concepto renovado y pudo enseñar la calidad de su capote. Castella, por su parte, estuvo a punto de espantar sus fantasmas sin dejar demasiada memoria, que sí ha logrado la inspirada e incompleta faena de Finito, autor de los mejores muletazos del ciclo. Hay que anotar la mala suerte de Ponce, sin toros para celebrar su XXV aniversario de alternativa. También hay que recoger los esfuerzos de Garrido, que pechó con un fiero juampedro queriendo mucho sin poder siempre. Cal y arena de Galván, aburrido con el bueno y valiente con el peor.

Sí salen tocados de la Feria toreros que debían demostrar muchas cosas: Lama de Góngora sigue colgado de los mismos alfileres de siempre aunque el caso más flagrante es el de Fandiño, que llegaba a Sevilla secándose la ducha de agua fría que había recibido en su frustrada encerrona madrileña. Tampoco pudo avanzar nada Oliva Soto; se quedó donde estaba Esaú; fracasó sin paliativos el mexicano Arturo Saldívar; El Cid no salió de su estancamiento crónico y los mediáticos –pese a su rentabilidad en el sábado de farolillos– aburrieron al santo Job. Hubo rebajas en los rejones, carteles sin remate y Puerta del Príncipe barata para Ventura. Pero no podemos olvidar algún toro de El Pilar, la estupenda corrida de Jandilla, el interés que despertaron los miuras y, en lo negativo, lo mal presentados que estuvieron algunos toros de Juan Pedro-Parladé y Victoriano del Río. Y pare usted de contar.