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El toreo recuperó las calles de Sevilla

Dávila dirigió un taller para todos los públicos en la Puerta de Jerez

31 mar 2017 / 09:52 h - Actualizado: 31 mar 2017 / 09:53 h.
"Eduardo Dávila Miura"
  • El céntrico espacio se llenó de capotes y muletas. / Manuel Gómez
    El céntrico espacio se llenó de capotes y muletas. / Manuel Gómez

{La cita era en la Puerta de Jerez. El trajín de capotes y muletas, el caballo de picar de la cuadra de Peña, los carretones de todos los tamaños o las explicaciones de los responsables del Club de Aficionados Prácticos se mezclaban con el bullicio habitual de la tarde de primavera formando un cóctel natural. Se trataba de devolver el toreo a la calle; que la cultura taurina recuperara la normalidad. La actividad, organizada por la empresa Pagés, está a punto de convertirse en un clásico de estos previos de la temporada y, de alguna manera, sirve para crear ambiente antes de que el pasodoble Maestranza descorra el cerrojo definitivo en la tarde luminosa del Domingo de Resurrección.

Había practicantes de todas las edades pero eran los más pequeños –atención a Carmelo o Darío– los que concitaban la atención del público que se fue arremolinando junto a la fuente que conmemora la Generación del 27. Casualidad o no, el lugar escogido evocaba la vocación taurina de los poetas que tomaron espíritu de cuerpo bajo los oficios de un torero polifacético y un hombre irrepetible: Ignacio Sánchez Mejías. Y es que el toro, ojo, es cultura.

La actividad, que logró congregar a varios centenares de aficionados y curiosos, estaba dirigida por Eduardo Dávila Miura. «Nunca deja de sorprendernos el interés de la gente. Aunque ya lo hemos hecho otras veces, siempre es bonito sentir el calor de los aficionados y el público en general. Lo de esta tarde es la demostración de que el toro interesa y que sacarlo a las calles es una experiencia bonita y gratificante», explicó el torero. La próxima cita es en la propia plaza. ~

La cita era en la Puerta de Jerez. El trajín de capotes y muletas, el caballo de picar de la cuadra de Peña, los carretones de todos los tamaños o las explicaciones de los responsables del Club de Aficionados Prácticos se mezclaban con el bullicio habitual de la tarde de primavera formando un cóctel natural. Se trataba de devolver el toreo a la calle; que la cultura taurina recuperara la normalidad. La actividad, organizada por la empresa Pagés, está a punto de convertirse en un clásico de estos previos de la temporada y, de alguna manera, sirve para crear ambiente antes de que el pasodoble Maestranza descorra el cerrojo definitivo en la tarde luminosa del Domingo de Resurrección.

Había practicantes de todas las edades pero eran los más pequeños –atención a Carmelo o Darío– los que concitaban la atención del público que se fue arremolinando junto a la fuente que conmemora la Generación del 27. Casualidad o no, el lugar escogido evocaba la vocación taurina de los poetas que tomaron espíritu de cuerpo bajo los oficios de un torero polifacético y un hombre irrepetible: Ignacio Sánchez Mejías. Y es que el toro, ojo, es cultura.

La actividad, que logró congregar a varios centenares de aficionados y curiosos, estaba dirigida por Eduardo Dávila Miura. «Nunca deja de sorprendernos el interés de la gente. Aunque ya lo hemos hecho otras veces, siempre es bonito sentir el calor de los aficionados y el público en general. Lo de esta tarde es la demostración de que el toro interesa y que sacarlo a las calles es una experiencia bonita y gratificante», explicó el torero. La próxima cita es en la propia plaza.