La Puebla: donde el toro es el rey

La tercera edición del encierro callejero inspirado por Morante volvió a llenar de gente y contenido las fiestas patronales de San Sebastián de la localidad marismeña

21 ene 2017 / 22:10 h - Actualizado: 21 ene 2017 / 22:11 h.
"Toros"
  • Las calles de la localidad sevillana se abarrotaron para presenciar el rapidísimo encierro que llevó a las reses por la calle Larga hasta el coso portátil. / El Correo
    Las calles de la localidad sevillana se abarrotaron para presenciar el rapidísimo encierro que llevó a las reses por la calle Larga hasta el coso portátil. / El Correo
  • La Puebla volvió a vibrar con la procesión de San Sebastián. / El Correo
    La Puebla volvió a vibrar con la procesión de San Sebastián. / El Correo
  • La Puebla: donde el toro es el rey

{El santo ya había salido en la víspera y volvió a hacerlo ayer para ser testigo de la bajada de las reses. En La Puebla había ganas de toros y la tarde del viernes alimentó el gusanillo de los más pequeños con ese inofensivo encierrillo de carretones que enseña el estilo de los más avezados. La edad da igual. Pero todos pensaban en la jornada de ayer: la prestigiosa Banda Municipal fue la encargada de dar la diana de un día intenso con un alegre pasacalles que delató que se estrenaba un día grande.

Arreaba el frío pero no fue inconveniente para abarrotar la calle en la Esquina del Reloj, en el antiguo ayuntamiento. Todo estaba dispuesto para que el futbolista y taurinísimo Joaquín -oficiante del chupinazo bajo la batura del propio Morante- prendiera la mecha del cohete que tenía que anunciar la suelta de los novillos. Hubo que esperar algunos minutos más de los esperados por los problemas que planteó el tráfico. Eran muchas las personas que querín llegar a La Puebla: son tres años consecutivos que han fortalecido el arraigo de un evento que llegó para quedarse. El artista cigarrero tiene la culpa. Sin su impulso y entusiasmo no habría sido posible consolidar este programa festivo bendecido por el santo de las flechas y vertebrado en torno al culto al toro. Había que felicitarse después de comprobar las zancadillas que han llevado a suspender el festival programado en Alcalá de Guadaíra y el traslado a Villaluenga del que tenía que haberse verificado en Mairena del Aljarafe el próximo 18 de febrero.

La hora de la verdad

El encierro volvió a resolverse con celeridad aunque la última res se encerró después de seis minutos. Eso sí, se anotaron bonitas carreras. Los erales de Zalduendo y la tropa de mansos despejaron el adoquinado de la calle Larga. 700 metros separaban los corrales habilitados de la plaza portátil instalada en la explanada de las antiguas cocheras del tranvía. Había toreros y caras conocidas entre los pastores; corredores de cierto prestigio templando los nervios antes del definitivo cohetazo, pañuelicos bicolores –el azul y rojo de La Puebla del Río– abrigando los pescuezos cigarreros...

Todo fue tan fugaz como emocionante. Pero al encierro le siguió la capea en la propia plaza, los sustos, las risas, una inmensa paella en el parque a prueba de multitudes... la fiesta ya no conocía solución de continuidad. Una charanga animó los premios de la novillada de promoción que –no se olvide– justificada la bajada matinal de las reses. Rodrigo Pipió, El Lauri, Jesús Cuesta y Álvaro Romero eran los noveles anunciados en el festejo, epilogado por la actuación de los enanitos toreros del espectáculo cómico taurino musical El Toronto. Era un guiño del propio Morante a esos lidiadores bajitos que se han batido el cobre por las ferias y fiestas de España sintiéndose lo que son: toreros. En los tiempos de lo políticamente correcto han dejado de tener cabida este tipo de espectáculos que sirvieron de cantera de tantos toreros serios. Viva la Fiesta... ~