La verdadera historia de la Virgen del Rocío del Salvador

La figura del ganadero, terrateniente y prócer sevillano José Anastasio Martín está enhebrada con la auténtica génesis de la imagen. Fue encargada por el médico Antonio Leyva en los años 20 y profundamente remodelada por Sebastián Santos en 1952

05 ene 2019 / 11:16 h - Actualizado: 05 ene 2019 / 11:21 h.
"Toros"
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La historia de la hermandad del Rocío del Salvador es más o menos conocida. Se erigió en 1933 con una curiosa salvedad en sus Reglas: la prohibición de ir en romería a la aldea, una meta que sólo conseguirían en 1951. Cuando se fundó la hermandad ya recibía culto en la antigua Colegiata una reproducción a tamaño natural de la imagen de Nuestra Señora del Rocío. Es la misma -con sustanciales reformas, como veremos- que sigue recorriendo las calles al anochecer del 22 de diciembre dando el definitivo pistoletazo de salida a las fiestas navideñas. Esa imagen se había llegado a incluir en la gran exposición que acompañó al I Congreso Mariano Hispano-Americano organizado en torno a la muestra del 29. Pero la imagen vicaria de Nuestra Señora del Rocío –seguramente la más antigua de las que se reparten por la geografía rociera- tiene detrás una hermosa historia que merece ser contada.

El celo investigador y recopilador de Luis Rufino Charlo vuelve a ser el mejor hilo conductor de esta inmersión histórica que está enhebrada directamente con su propia familia, estrechamente vinculada a la corporación del Salvador y la histórica hermandad de Coria del Río. Conviene poner las cosas en situación, ubicando en el espacio y en el tiempo la figura del ganadero y terrateniente José Anastasio Martín, una figura fundamental en la historia de la ciudad y el campo de Sevilla en los primeros años del siglo XX. José Anastasio Martín era hijo de Anastasio Martín Suárez, eterno benefactor de la hermandad de Coria –el solar de su casa coriana lo ocupa hoy una plaza y la capilla de la hermandad- y uno de los grandes impulsores del rocierismo moderno. “No hay que olvidar que el primer cuarto de baño que llegó al Rocío lo puso él para el duque de Montpensier, en una tienda de campaña con un retrete”, apunta Rufino Charlo desvelando otros datos que refuerzan los fuertes lazos familiares con el movimiento rociero . Pero nos interesa ahora la figura de su hijo José Anastasio, que además de heredar la condición de benefactor de la hermanad de Coria –con el privilegio y obligación de surtir de bueyes de su casa la carreta del Simpecado- llegó a ser presidente de la Diputación Provincial e íntimo del conde de Romanones, que era su compadre.

La verdadera historia de la Virgen del Rocío del Salvador

¿Qué tiene que ver su figura con la imagen que recibe culto en la iglesia del Salvador? “La Virgen del Rocío llegó allí por mediación de mi bisabuelo, José Anastasio Martín”, comienza Rufino. “Había llevado al Rocío a Antonio Leyva, médico y amigo personal y un hombre descreído que se convirtió al contemplar a la Virgen en una estancia en la aldea en los años 20”. “Lo encontraron transfigurado en la ermita, mirando a la Virgen”, evoca el investigador. Ése fue el comienzo real de esta historia. “Leyva, en agradecimiento, encargó la imagen llevando al escultor –del que nada se sabe- a nuestra casa del Rocío para tomar modelo”. La imagen fue entregada a José Anastasio Martín que acabó transfiriendo la propiedad a su hija Rocío Casilda, que era ahijada de la condesa de Romanones. Uno y otro formaron parte como tesorero y secretaria respectivamente de aquellas juntas de damas y caballeros alentadas por el impar canónigo Juan Francisco Muñoz y Pabón para espolear la coronación canónica de Nuestra Señora del Rocío. Pero Rocío Martín Carmona –nieta del célebre diestro decimonónico El Gordito- también era la abuela de Luis Rufino, que aclara que la Virgen pasó brevemente por la antigua casa familiar de la calle de San Isidoro antes de ser depositada en la parroquia del Salvador para recibir culto.

Llegado a este punto conviene volver a recalcar un dato: la presencia de la imagen es anterior a la erección de la hermandad del Rocío en la antigua iglesia colegial. “Fue cedida a la parroquia del Salvador”, insiste Luis aportando un documento excepcional para aclarar las marañas en torno a la autoría de la imagen. Se trata del recibo expedido por Sebastián Santos Rojas el 7 de mayo de 1952 en el que acusaba el pago de 6.000 pesetas por parte de la citada Rocío Martín Carmona en concepto, ojo, de la “restauración de la imagen de la Virgen del Rocío propiedad de la mencionada señora y camarera de la misma imagen”. Pero aquella intervención pudo escaparse de los moldes que hoy entendemos por restauración. Los trabajos de Santos Rojas abarcaron la remodelación de la mascarilla y las manos aunque, eso sí, siempre sobre una imagen anterior, con una devoción más que consolidada y vinculada a la familia Martín como confirma el dato de haber sido vestida por primera vez con el traje de novia de Rocío Martín Carmona.

Pero su nieto Luis aporta otros datos que refuerzan ese estrecho vínculo familiar con la popular ‘Lotera’. Uno de ellos es el primer traslado de la Virgen al altar mayor del Salvador para la boda de su propio padre, Paco Rufino, actual número uno de la corporación rociera, alcalde perpetuo de carretas y abanderado honorario que –como su propio abuelo en Coria- renovó el compromiso familiar de prestar una yunta de bueyes a perpetuidad para conducir el Simpecado cuando la hermandad del Salvador pudo, por fin, peregrinar a la aldea almonteña. Así lo atestigua un oficio fechado en octubre de 1950 –la primera peregrinación fue en 1951- en el que se agradece el ofrecimiento. En esa misma fecha se rubrican otros oficios similares en los que se nombra a Salud Charlo, camarera tercera de la imagen u otro, de 1955, en el que se nombra a Paco Rufino Alcalde de Honor... Y fue Paco Rufino, precisamente, el que formalizó la cesión de la imagen, aclara su hijo Luis, a la parroquia.

Pero la imagen de la Virgen del Rocío del Salvador puede contar otras historias más o menos olvidadas. Llegó a procesionar en carreta de plata –no sin cierto malestar de los almonteños-desde el templo colegial hasta la parroquia de San Juan de Aznalfarache, donde era sustituida por el clásico Simpecado, que había sido llevado a caballo. La operación se realizaba a la inversa a en el camino de vuelta. La imagen de la Virgen volvía a ser entronizada en la carreta en el regreso de los romeros, que la acompañaban hasta su llegada al Salvador. Así sucedió entre 1953 y 1959, sustituyendo en los últimos años el templo de San Juan por la primitiva e incipiente parroquia de Los Remedios.

Pero... ¿qué fue de las antiguas mascarilla y manos? ¿Es verdad que el niño podría pertenecer a la producción de Castillo Lastrucci? Luis Rufino Charlo vuelve a poner sobre la mesa un dato inédito, absolutamente desconocido, al desvelar que las antiguas manos y mascarilla anteriores a las de Sebastian Santos quedaron en una antigua casa en la localidad de Pilas que dejó de ser propiedad de la familia. En los vaivenes que siguieron a la enajenación del inmueble ya no pudieron ser recuperadas. Y ahí se pierde la pista...