Es cuestión de horas. Pablo Aguado se convertirá mañana en matador de toros después de tres temporadas en el escalafón menor. El novillo da paso el toro, a otra competencia que supone un volver a empezar.
—Todo vuelve a empezar...
—Todo lo que he hecho hasta ahora ya no sirve. Ésa es la realidad. Es duro pero también es por lo que tenemos que pasar. Es eso: empezar de cero. Totalmente.—Su alternativa se había dado por hecha en Abril. ¿Llega en buen momento?
—Me alegro que llegue ahora. Seis meses es mucho tiempo para un torero; y sirven para pensar, corregir y entrenar. He hecho una nueva pretemporada en verano y me ha venido muy bien. Creo que ahora soy más capaz y estoy más preparado.—Este verano ha sido un plus en su trayectoria.
—Es que me encuentro mejor que al inicio de la campaña. Al comienzo del año me pudo un poco la presión; coincidió con el percance de la primera tarde de Madrid y se puso todo un poco contra corriente. Pero he acabado el año con mejores sensaciones que de como lo empecé.—Es obligado echar la vista atrás, recordar el espíritu de su propia generación.
—Me encanta mirar hacia atrás y ver las fotos de aquel festival del Rocío en el que toreamos todos por primera vez. Pero eso ahora vale para poco aunque sea precioso recordarlo. Cada uno ha tomado su camino.—En esa foto también aparecía el rostro de su máximo rival en estos años.
—Esa rivalidad con Rafa Serna ha mantenido el pique sano de los partidarios de uno y otro. Ha servido para motivarnos. Ojalá triunfemos y podamos mantener esa competencia como matadores. Toreamos juntos en Sevilla sin caballos y vamos a tomar la alternativa casi juntos.—¿Pesa más la ilusión o la responsabilidad en estos días previos?
—La alternativa es un día especial pero detrás hay una responsabilidad grande. Estar a la altura de la afición de Sevilla es muy difícil y ese gusanillo llega. Son momentos de duda, de presión? pero todo eso se suple con la confianza en uno mismo. Y esa confianza sólo te la da el entrenamiento, vivir siempre en torero y el sentimiento interior que hayas sentido antes en la plaza o el campo.—¿Tanto compensa esa vida íntima de torero?
—Es mucho sacrificio y son muchas las cosas que dejas atrás, que te alejan de los tuyos, de tus amigos? el toreo te priva de mucho porque exige el cien por cien. Pero todos esos sacrificios son irrisorios al lado de las satisfacciones que otorga torear a gusto a un toro.—Ha pasado todo rápido...
—Demasiado. Hace tres años tenía la ilusión de torear por primera vez en la Maestranza como novillero sin caballos y ahora voy a tomar la alternativa. Es poco tiempo y miro para atrás y veo que es la misma ilusión. —¿Tan parecidas son esas ilusiones?
—No son idénticas. Entonces era todo más inocente y ahora tiene un grado de responsabilidad que puede ser uno de los mayores enemigos del torero. Hay que intentar superarlo para disfrutar de un día tan bonito que quieres recordar toda la vida. Esa tensión no puede arruinarte el día emocionalmente hablando.—¿Qué piensan los toreros en ese tiempo de soledad?
—Además de torear al toro tenemos que torear nuestra cabeza, a nosotros mismos, a nuestros miedos? manejar esa responsabilidad. Si toreáramos solos en el campo cambiaría todo. La mirada de los espectadores te presiona y te hace darle muchas vueltas a la cabeza. Esta profesión es muy dura y pone la mente a prueba.—Este viaje, duro e incierto, ha merecido la pena.
—Pero es que tiene que seguir mereciendo la pena. En realidad ni siquiera hemos arrancado el coche.