Manuel Escribano retoma su lugar

El diestro de Gerena reapareció ayer en Valencia sin acusar las secuelas del duro percance de Alicante. Díaz logró los pasajes más artísticos y Padilla resultó herido por el cuarto de la tarde

13 mar 2017 / 08:47 h - Actualizado: 13 mar 2017 / 09:00 h.
  • El matador sevillano volvía a enfundarse el vestido de torear después de un largo calvario y una dolorosa recuperación. / Fotos: Manuel Bruque (Efe)
    El matador sevillano volvía a enfundarse el vestido de torear después de un largo calvario y una dolorosa recuperación. / Fotos: Manuel Bruque (Efe)
  • Juan José Padilla sufrió una gran paliza del cuarto de la tarde.
    Juan José Padilla sufrió una gran paliza del cuarto de la tarde.

{De la esperanza al dolor, de la felicidad por el regreso de un torero seriamente castigado por el toro a la preocupación por las cornadas sufridas por otro compañero en la misma tarde. En esos parámetros, entre la vuelta de Manuel Escribano y la herida sufrida por Juan José Padilla, se debatió la tercera corrida de la feria de Fallas, en la que se mostró nuevamente el eterno cara y cruz del toreo.

Así fue como de la fuerte ovación de ánimo que el reaparecido torero recogió al finalizar el paseíllo se pasó al escalofrío del percance de Juan José Padilla, que, mediada la faena al cuarto toro, fue prendido por la ingle para ser volteado y zarandeando de manera espeluznante por el animal, que llegó a arrancarle de la cara el parche negro que ya forma parte indisoluble de la impronta del ciclón de Jerez. Pero Padilla, inasequible al desaliento, recuperó pronto el ánimo y, con un torniquete taponando el riego del muslo, volvió a la cara del toro para darle muerte. El diestro jerezano aún tuvo resuello para recoger y llevarse camino de la enfermería la oreja que le concedió un público amable e impresionando tras momentos de angustia.

Antes de la cornada, en el trasteo premiado apenas habían sobresalido un quite por faroles invertidos, un mediano tercio de banderillas compartido con Escribano y un bullidor inicio de faena con las dos rodillas en tierra por parte del jerezano a un toro que sólo hizo que soltar cabezazos. Y es que la corrida de Fuente Ymbro, que lució un trapío muy justo para una plaza de primera categoría, no puso apenas nada de su parte para la brillantez del festejo, ya que, muy descastados, apenas tuvieron celo en sus embestidas, sino que tendieron a rajarse y a defenderse casi sin excepción. El único ejemplar que tuvo entrega tras las telas, aunque tampoco sacara demasiado fondo, fue el tercero, precisamente el que sorteó Manuel Escribano en su regreso a los ruedos.

Hay que recordar que el regreso del diestro de Gerena era el colofón de un durísimo calvario. Pero Escribano, que se puso manos a la obra desde que pudo poner los pies en el suelo después del percance de Alicante, no ha dejado un minuto libre para recuperarse de las secuelas de una cornada que primero puso en peligro su vida y después su continuidad como torero. El matador sevillano, que también tomó los palos y recibió al rajado sexto a portagayola -como ha sido habitual en su más genuina puesta en escena- puso empeño toda la tarde, pero con ese toro, el más potable de la corrida, su faena no acabó nunca de coger vuelo, sobrada de un punto de encimismo y ansiedad.

Al margen de este juego de contrastes, Curro Díaz se llevó también una amable oreja del quinto, un toro mansón y manejable pero que nunca se empleó, con el que el torero de Linares se armonizó en un inicio de faena de mucho sabor y en apenas una decena de muletazos en los que acompañó con gusto las insulsas y cada vez más apagadas embestidas del toro de Fuente Ymbro. ~

De la esperanza al dolor, de la felicidad por el regreso de un torero seriamente castigado por el toro a la preocupación por las cornadas sufridas por otro compañero en la misma tarde. En esos parámetros, entre la vuelta de Manuel Escribano y la herida sufrida por Juan José Padilla, se debatió la tercera corrida de la feria de Fallas, en la que se mostró nuevamente el eterno cara y cruz del toreo.

Así fue como de la fuerte ovación de ánimo que el reaparecido torero recogió al finalizar el paseíllo se pasó al escalofrío del percance de Juan José Padilla, que, mediada la faena al cuarto toro, fue prendido por la ingle para ser volteado y zarandeando de manera espeluznante por el animal, que llegó a arrancarle de la cara el parche negro que ya forma parte indisoluble de la impronta del ciclón de Jerez. Pero Padilla, inasequible al desaliento, recuperó pronto el ánimo y, con un torniquete taponando el riego del muslo, volvió a la cara del toro para darle muerte. El diestro jerezano aún tuvo resuello para recoger y llevarse camino de la enfermería la oreja que le concedió un público amable e impresionando tras momentos de angustia.

Antes de la cornada, en el trasteo premiado apenas habían sobresalido un quite por faroles invertidos, un mediano tercio de banderillas compartido con Escribano y un bullidor inicio de faena con las dos rodillas en tierra por parte del jerezano a un toro que sólo hizo que soltar cabezazos. Y es que la corrida de Fuente Ymbro, que lució un trapío muy justo para una plaza de primera categoría, no puso apenas nada de su parte para la brillantez del festejo, ya que, muy descastados, apenas tuvieron celo en sus embestidas, sino que tendieron a rajarse y a defenderse casi sin excepción. El único ejemplar que tuvo entrega tras las telas, aunque tampoco sacara demasiado fondo, fue el tercero, precisamente el que sorteó Manuel Escribano en su regreso a los ruedos.

Hay que recordar que el regreso del diestro de Gerena era el colofón de un durísimo calvario. Pero Escribano, que se puso manos a la obra desde que pudo poner los pies en el suelo después del percance de Alicante, no ha dejado un minuto libre para recuperarse de las secuelas de una cornada que primero puso en peligro su vida y después su continuidad como torero. El matador sevillano, que también tomó los palos y recibió al rajado sexto a portagayola -como ha sido habitual en su más genuina puesta en escena- puso empeño toda la tarde, pero con ese toro, el más potable de la corrida, su faena no acabó nunca de coger vuelo, sobrada de un punto de encimismo y ansiedad.

Al margen de este juego de contrastes, Curro Díaz se llevó también una amable oreja del quinto, un toro mansón y manejable pero que nunca se empleó, con el que el torero de Linares se armonizó en un inicio de faena de mucho sabor y en apenas una decena de muletazos en los que acompañó con gusto las insulsas y cada vez más apagadas embestidas del toro de Fuente Ymbro.

Plaza de toros de valencia

Ganado: Se lidiaron seis toros de Fuente Ymbro, casi todos de muy justo trapío. Salvo el noble tercero, que tampoco sacó gran fondo, la corrida tuvo una generalizada falta de casta, moviéndose sin celo ni entrega tanto en varas como ante los engaños, cuando no rajándose o defendiéndose.

Matadores: Juan José Padilla, vuelta tras leve petición y oreja del toro que le hirió.

Curro Díaz, ovación y oreja.

Manuel Escribano, ovación tras aviso y ovación tras petición y aviso.

Incidencias: La plaza registró menos de media entrada. El diestro jerezano resultó alcanzado por el cuarto de la tarde sufriendo dos cornadas: una en el pectoral de 15 centímetros y otra en el muslo, de dos trayectorias, que produce destrozos musculares. El pronóstico es grave.