Manzanares: en el nombre del padre

El diestro alicantino ha cubierto una dura campaña en la que no falló en la estadística

05 dic 2015 / 20:17 h - Actualizado: 05 dic 2015 / 22:30 h.
"Toros","José María Manzanares"
  • El luto riguroso marcó la indumentaria de Manzanares en todas sus actuaciones de 2015. / Efe
    El luto riguroso marcó la indumentaria de Manzanares en todas sus actuaciones de 2015. / Efe

sevilla{2014 ya había sido un año de desigualdades en el que no siempre supo resolver la difícil ecuación entre la forma y el fondo. A pesar de todo, el diestro alicantino supo navegar a todo trapo en la estadística mientras arreciaba un debate –que cuestionaba su auténtico compromiso en la cara de los toros– que se unía a esa indisimulada campaña en su contra en la que tenía mucho que ver los ataques más o menos velados a sus apoderados, los hermanos Matilla. Pero el final de aquella temporada se iba a ensombrecer con la inesperada y prematura muerte de su padre, el gran Manzanares, con un pie del hijo posándose en la escalerilla del avión que le había conducido a México para iniciar su campaña americana. Los contratos de aquella orilla quedaron cancelados. No tardó mucho en acudir al sastre para encargar un armario de vestidos negros. La pena era honda...

El luto seguía pero la política del toreo obligaba a tomar decisiones y en el verano de 2014 ya se había dado por hecha la ruptura del débil compromiso que le había llevado a unirse a aquel boicot –el orquestado contra la empresa Pagés y la propia plaza de la Maestranza– en el que no pintaba nada. En vísperas de Nochebuena se aireó urbi et orbe su encaje en la temporada baratillera buscando un efecto dominó que, como sabemos, no llegó a producirse. Muy al contrario, el adelanto de la noticia por parte de Canorea y Valencia sentó como un tiro en el resto de senadores rebelados y abonó el segundo capítulo de una rebelión que ahora toma camino inverso. Las relaciones de Manzanares con El Juli quedaban prácticamente rotas y se materializarían en los escasísimos paseíllos que compartirían después: sólo en la corrida del aniversario de Córdoba, en Dax y Valladolid además de un festival en Almendralejo. La exigua lista olía a chamusquina...

Pero el asunto también se enredaría con Morante, que quedó señalado en alguna filtración interesada como supuesto –y nunca confirmado– heraldo de los sediciosos para intentar que Manzanares reconsiderara su postura de torear en Sevilla. Aún quedaba muy lejos la recentísima reconciliación con la empresa Pagés, pero ésa es otra historia. El caso es que Manzanares estrenó la temporada cortando dos orejas en Castellón antes de amparar la agridulce reaparición del Soro en Valencia. Sorteando críticas y sacudiéndose alguna etiqueta llegó a cortar un rabo en Arlés el Sábado Santo, víspera del reencuentro pascual con la plaza de Sevilla, que le recibió con cariño y elegancia con una ovación cerrada –tan de aquí– que elevó los ánimos antes que saliera su primer toro. Josemari había firmado hasta cuatro tardes en el ruedo maestrante, dos de ellas para testificar las alternativas de Borja Jiménez –el día que Espartaco acabó con el cuadro– y la de su amigo Paco Lama.

Y si el alicantino había sembrado dudas en sus primeros compromisos también estuvo muy cerca de volver abrir la Puerta del Príncipe –ésa es la pura verdad– con una estupenda corrida de Núñez del Cuvillo. Si la espada hubiera entrado en tiempo y forma Manzanares se podría haber convertido en triunfador absoluto del ciclo abrileño pero es mejor dejar lo que pudo ser y, por unas u otras cosas, nunca fue. El caso es que en aquella corrida también sobresalió Encumbrado, un toro de vacas que devolvió la divisa de Vejer a sus mejores fueros y marcó una simbiosis con el torero alicantino, que llegaría a estoquear hasta 22 ejemplares de los Cuvillo –y 19 de Juan Pedro Domecq– marcando distancias –otra vez– con algunos de los hierros preferidos por su cordial y acérrimo enemigo de Velilla de San Antonio.

¿Qué hay que contar de la temporada de Manzanares? Sin necesidad de nadar muy lejos de Sevilla se le pudo ver acercarse a sus mejores fueros en plazas como Huelva o Jerez, pero ha permanecido patente la sensación de no recibir todo lo que puede dar. Manzanares es más mucho más que esa técnica defensiva envuelta en una formidable carrocería. El matador sigue cargando con el sambenito de una cacareada superficialidad pero no es menos cierto que Josemari ha seguido arrastrando la manía persecutoria de algunos. Manzanares, a pesar de todo, ha sabido capear el temporada con profesionalidad aunque se espera que esté a la altura de sí mismo. En 2015 tampoco se libró de fuertes volteretas y hasta de una lesión de vértebras que le ha terminado metiendo en el quirófano. Ya está puesto en Resurrección. ~