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Paco Camino: tirón de gran figura

La presencia del maestro sevillano despertó una enorme expectación y llenó hasta los topes la sala ‘Antonio Machado’ en el XL ‘Mano a Mano’ de la fundación Cajasol

16 nov 2016 / 08:36 h - Actualizado: 16 nov 2016 / 08:38 h.
"Fundación Cajasol"
  • Abella y Camino –en la imagen– captaron la atención del público desde el primer momento. / Comunicación Cajasol
    Abella y Camino –en la imagen– captaron la atención del público desde el primer momento. / Comunicación Cajasol

Las colas que se habían anticipado al comienzo del evento en la calle Chicarreros delataban la expectación que despertaba el maestro de Camas. La lista de gentes del toro, los aficionados de alto copete y las dificultades para acceder a la sala Antonio Machado marcaban la diferencia. Se anunciaba Paco Camino y la ciudad, que es sabia, recurrió a la memoria. Y es que el Mano a Mano número 40 de la Fundación Cajasol rebasó cualquier expectativa y llevó hasta la antigua Audiencia a matadores como Pepe Luis Vázquez y Morante de la Puebla a los que hay que sumar una larga lista de ganaderos y toreros de plata. El escritor e investigador Carlos Abella, que había sido escogido como partenaire del maestro lo dejó claro: «Camino es uno de los toreros más importantes de la historia del toreo. Ha aunado valores definitorios; ha tenido personalidad para rivalizar con los grandes y ha logrado llenar una época fundamental». Pues eso mismo.

«Nací en Camas; quiero esta tierra...», espetó Camino, que fue más torero del Norte que del Sur. Evocó la ciudad de sus comienzos, aquella época en la que –canino- se tenía que conformar con ir andando de su pueblo al hotel Colón para ver salir a los toreros vestidos de luces hasta la puerta de la plaza. «Me iba corriendo a la calle Iris para verlos entrar. Los esperaba allí fuera y cuando salían me volvía a ir a Camas andando», rememoró el maestro que quiso romper algunos tópicos. «Claro que he tenido afición; nunca he querido que me pasara nadie por encima y creo que lo que conseguí», explicó el torero afirmando que «lo único que quería es que cuando llegara el momento de mi retirada me consideraran un buen torero». Pero es que fue mucho más que eso. El llamado Niño Sabio de Camas consguió ser un bastión fundamental de la llamada Edad de Platino del toreo, aquella década prodigiosa de los 60 en las que el nombre del maestro de Camas –unido al de Puerta (su compadre y más encarnizado rival) El Viti o Mondeño– servía para dar sentido a algunas ferias en las que aún pululaban monstruos como Antonio Ordóñez y crecía la popularidad volcánica de El Cordobés.

El recuerdo de maestro de Ronda fue, precisamente, uno de las principales referencias del figurón de Camas. «Yo me fijaba en Ordóñez. Era un fuera de serie y lo admiré desde chico», señaló Camino. «¿En quién me iba a fijar?», se preguntó el maestro que destacó la «majestad» del coloso rondeño. Alfonso Ordóñez, que se sentaba entre el público, podría haber servido de notario de esa admiración que Abella calificó de mutua. El biógrafo de Camino aludió a aquella «contraguerrilla» organizada por el viejo Chopera en la difícil bisagra entre los 60 y los 70. Ordóñez y Camino compartieron muchos carteles, algunos en mano a mano, que culminaron con la retirada de Antonio en la recordada plaza del Chofre de San Sebastián en 1971.

Pero había que profundizar en los conceptos taurinos del camero que, interpelado por José Enrique Moreno, sentenció que «la naturalidad te la da el valor». Paco Camino también desveló algunos secretos de aquellos quites por chicuelinas que nacieron en una tarde madrileña, ante una corrida de Galache y alternando con Ostos y El Viti. «Me daba miedo perderle la cara a los toros pero lo intenté y salió bien». Seguramente tampoco había demasiado tiempo para pensar las cosas. El maestro ocupó durante muchas temporadas los primeros puestos del escalafón. Era el toro en todas partes. «¿Cómo iba a tener tiempo para entrenar?», bromeó el maestro, ironizando sobre los esfuerzos de los toreros modernos. Admitió no tener demasiada memoria de aquellos tiempos: «Es que mi vida iba muy rápida y sólo ahora me doy cuenta de lo que he sufrido y he dejado de sufrir pero bendito sea porque me permitió llegar hasta donde he llegado». Y no es poca cosa.