Talavante se sacude el muermo

La cornada de Rafa Serna ensombrece la inspirada actuación del diestro extremeño en un festejo que clausuró la feria de San Miguel y la propia temporada sevillana

24 sep 2017 / 22:44 h - Actualizado: 25 sep 2017 / 18:04 h.
"Toros","Feria de San Miguel"
  • Momento de la cornada a Rafa Serna. / Antonio Delgado-Roig
    Momento de la cornada a Rafa Serna. / Antonio Delgado-Roig
  • El torero Rafa Serna, tras ser corneado. / Antonio Delgado-Roig
    El torero Rafa Serna, tras ser corneado. / Antonio Delgado-Roig
  • El artista Rafa Serna besa a su hijo antes de que arranque el paseíllo. / Antonio Delgado-Roig
    El artista Rafa Serna besa a su hijo antes de que arranque el paseíllo. / Antonio Delgado-Roig
  • Alejandro Talavante. / Antonio Delgado-Roig
    Alejandro Talavante. / Antonio Delgado-Roig
  • Rafa Serna recibiendo a portagayola. / Antonio Delgado-Roig
    Rafa Serna recibiendo a portagayola. / Antonio Delgado-Roig
  • José María Manzanares estuvo presente entre el público. / Antonio Delgado-Roig
    José María Manzanares estuvo presente entre el público. / Antonio Delgado-Roig

El toro dobló sin puntilla a la vez que Rafa Serna, en brazos de las asistencias, entraba en la enfermería. El precioso vestido inspirado en la arquitectura barroca del Salvador se había teñido en la sangre del nuevo matador que había vivido algunos días de zozobra sin saber quién le iba a entregar los trastos del oficio. Serna, que hizo su propia declaración de intenciones marchándose a portagayola, comprobaría muy pronto que el toro de su alternativa no era el más indicado para trazar florituras. El animal estuvo a punto de arrancarle la cabeza en la puerta de chiqueros sin conseguir arredrar al inminente diestro, que brindó la muerte de su enemigo -no podía ser de otra forma- a su progenitor. El joven diestro se entregó y hasta se embarulló de puras ganas en una faena que pechó con el mal estilo de su oponente. Con la espada en la mano llegó la sangre. Pronto volverá a la palestra.

El percance del neófito puso en manos del padrino un toro más. Talavante, que ya había cortado una oreja en la sabatina, volvía a pisar la plaza de la Maestranza obligado a despejar algunas dudas y, sobre todo, a superar ese conformismo que le ha hecho navegar por la temporada con aire de funcionario. El diestro extremeño rozó sus mejores fueros con el toro más potable del envío de los Matilla. Fue el segundo, al que cuajó un trasteo redondo, reunido e inspirado que reveló su verdadera capacidad artística en un puñado de naturales dichos como relámpagos. Talavante gustó y se gustó mientras el toro se entregaba, humillado, en la muleta del torero de Badajoz. Da la impresión de que Talavante da lo que quiere. Pero lo que es seguro es que puede dar más, mucho más de lo que deja caer a cuentagotas en sus tardes más conformistas. Su toreo espatarrado, con la muleta arrastrada por la arena, no tiene parangón y esta lejos, lejísimos de esa versión de telas voladas y trazo facilón que le hace cortar orejitas olvidadas. La baraja de pinchazos escamoteó el trofeo que se había ganado a ley...


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Pero Talavante, que se había sacudido definitivamente el muermo de la tarde anterior y de casi toda la temporada, no quería conformarse y volvió a explayar su mejor versión con el cuarto de la tarde, que derribó estrepitosamente al picador de turno. La faena fue calentándose a la vez que el torero buscaba el ajuste y precisaba el trazo de los muletazos. La correción acabó dando paso a la hondura hasta que, convencido de sí mismo, abrió el compás en un puñado de muletazos diestros, dichos muy para adentro, que apuraron la buena condición de su enemigo. Hubo cositas y tampoco se libró de un fandango aguardentoso antes de enjaretar un puñado de manoletinas. La estocada, cobrada al todo o nada, se acabó convirtiendo en una aparatosa voltereta de la que Talavante salió milagrosamente indemne. Se levantó con la ropa rota mientras el toro doblaba en su querencia. La oreja, de ley, fue justo premio. Que no decaiga.

Pero el Tala aún tuvo que pechar con el sexto, que se había enlotado y sorteado para Rafa Serna. Desgraciadamente no se perdió nada. Fue uno de los peores bocados del desigual envío de los Matilla, que abrió la corrida en tres hierros distintos y mandó para Sevilla a seis pavos serios y ofensivos que contrastaron con la escasa fachada que paseó la corrida viejuna de Garcigrande lidiada el día anterior.

Talavante se marchó a portagayola, dispuesto a redondear. Un largo clarinazo marcó el final de la tarde, de la feria de San Miguel y de la propia temporada de Sevilla sin que el diestro pacense encontrara posibilidad de lucimiento en la embestida declinante de su enemigo. Fue, con el lote de Roca Rey, uno de los más deslucidos. Y es que el joven matador peruano iba a comprobar que, lejos de la conexión juvenil de hace tan poco, se le empieza a medir con regla y cartabón. El paladín limeño se entregó sin fisuras con sus dos enemigos, es verdad, pero no logró conectar con la parroquia en dos trasteos de fondo escondido y escaso eco que en otro tiempo habrían podido hasta ser premiados. Su primero humilló sin entregarse de verdad y el quinto -manso, distraído y peligroso- sólo le permitió hacer un esfuerzo meritorio e incomprendido antes de renunciar a la pelea.

LA FICHA

plaza de la real maestranza

Ganado: Se lidiaron seis toros abiertos en los tres hierros de la casa Matilla. Hubo dos de Olga Jiménez -primero y quinto-; tres de Hermanos García Jiménez -segundo, tercero y cuarto- y un sexto de Peña de Francia que, a la postre fue el peor del envío junto al quinto. Los más potables fueron segundo y cuarto. El tercero no tuvo alma y el primero tampoco acabó de romper.

Matadores: Alejandro Talavante, de noche y oro, ovación tras aviso; oreja con petición de la segunda y palmas de despedida.

Andrés Roca Rey, de aguamarina y oro, ovación en ambos.

Rafa Serna, de merino macareno y oro, ovación que recogió la cuadrilla en el único que mato.

Incidencias: La plaza casi se llenó en tarde veraniega. Dentro de las cuadrillas destacaron los banderilleros Juan José Trujillo y Francisco Durán Viruta. Rafa Serna fue corneado de gravedad por el toro de su alternativa y no pudo lidiar al sexto.