Todo a punto para la LXI Goyesca de Ronda

Francisco Rivera Ordóñez se retira esta misma tarde del toreo en un festejo sobre el que sigue planeando, año tras año, el alma de su principal inspirador: el maestro Antonio Ordóñez

02 sep 2017 / 13:48 h - Actualizado: 02 sep 2017 / 13:48 h.
"Toros"
  • Ordóñez y Paquirri dan la vuelta al ruedo junto a Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez. / Archivo F. Rodríguez
    Ordóñez y Paquirri dan la vuelta al ruedo junto a Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez. / Archivo F. Rodríguez

sevilla{La plaza de la Real Maestranza de Caballería de Ronda desempolva sus mejores galas para su jornada más querida. La tradicional Corrida Goyesca, que alcanza en 2017 su LXI edición, es el acto central de la feria de Pedro Romero y una cita obligada dentro del calendario taurino desde hace más de seis décadas. Hablar de la Goyesca es aludir al espíritu del maestro de Ronda por antonomasia: el gran Antonio Ordóñez. Su aura ha seguido gravitando sobre un evento que trasciende su carácter taurino para convertirse en un auténtico acontecimiento social y un fenómeno mediático.

La primera goyesca, organizada como una corrida concurso de ganaderías, se celebró en 1954 como un acontecimiento puntual. No fue hasta tres años después cuando adquiere vocación de continuidad bajo el influjo del propio Ordóñez, que hace suya una cita en la que llegaría a participar hasta en 18 ocasiones. Ordóñez faltó a su reencuentro rondeño en 1963. También lo hizo en 1970 y 1971, año de su auténtica retirada en el viejo Chofre de San Sebastián.

Pero la despedida del maestro sería el punto de partida de una nueva época para la Goyesca, que se convierte en un festejo de culto y una meca de peregrinación para todos los ordoñistas de todos los lares. El maestro de Ronda se preparaba a conciencia para esta cita en la que solía lidiar el sobrero con las puertas abiertas en medio de una auténtica apoteosis. La última comparecencia de Antonio Ordóñez, que tampoco se viste de goyesco en 1978 ni 1979, fue en 1980, año del recordado mano a mano con su yerno Paquirri. No pudo haber mejor despedida. El abuelo y el padre dieron la vuelta al ruedo llevando de la mano a Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez sin saber que, andando el tiempo, también serían toreros.

Ordóñez volvió a vestirse de luces espoleado por las vueltas de Manolo Vázquez y Antoñete en 1981. Una lesión irreversible le obligó a cortar antes de lo previsto después de torear sin demasiada fortuna en las plazas de Ciudad Real y Palma de Mallorca. Su puesto en Ronda de aquel año lo ocupó otro torero reaparecido, Manuel Benítez El Cordobés, con el que nunca alternó de luces en una plaza de toros. El maestro no volvería a torear en público ni a enfundarse el traje de majo en la Maestranza de piedra pero sí puso todo su empeño en dotar del máximo lujo e interés taurino a una corrida que sentía como algo propio.

Eso sí, al festejo le costó recuperar su ausencia aunque consiguió tomar vida propia, definitivamente, en 1987. Paco Ojeda se encerró aquel año con seis toros de Torrestrella cuajando de cabo a rabo a un gran ejemplar llamado Bulería y marcado con el hierro de Torrestrella. El viejo maestro se mantuvo al frente de la organización del evento hasta las vísperas de su muerte. Las huellas del cáncer eran visibles en la última que montó, la de 2008. Antonio Ordóñez Araújo falleció el 19 de diciembre de 2008. Al año siguiente, su nieto Francisco se puso al frente de la organización de la Goyesca en la que ya había debutado como matador en 1995, año de su triunfal alternativa en Sevilla.

Bajo la batuta del mayor de los Rivera Ordóñez llegaría un cambio de rumbo. El universo humano que rodeaba a su abuelo es sustituido paulatinamente por el entorno de Francisco, que otorga su propia personalidad al evento. Lo social comienza a ganar la partida a lo taurino llegando a su cénit en la alternativa de Cayetano, mano a mano con su hermano en la goyesca de 2006. En cualquier caso, el meeting rondeño ha sabido mantener su tirón con acontecimientos tan sonados como la encerrona de Morante de la Puebla en la edición de 2013.

La de este año, indudablemente, tiene una connotación especial ya que servirá de escenario para la retirada definitiva de Francisco Rivera que cierra el círculo de su propia carrera despidiéndose de los públicos en el mismo ruedo en el que se presentó. Han pasado más de 26 años entre una y otra fecha pero se ha reforzado la fidelidad de un apellido y una dinastía con la plaza que se asoma al inmenso Tajo del Guadalevín. La cita es esta misma tarde y ha levantado una gran expectación. Las localidades ya se han agotado.

El cartel original ha sufrido una sustancial modificación. Sebastián Castella sustituye al anunciado José María Manzanares, que permanece inmerso en la recuperación de la operación de cervicales que le obligó a cancelar indefinidamente sus compromisos profesionales a comienzos de agosto. El Fandi, que también había sido duda en los últimos días después de lesionarse en Almería, sí ha confirmado su reaparición en la cita rondeña. El rejoneador Diego Ventura será la cabeza de una combinación coral que completan el propio Paquirri, Castella, El Fandi, Miguel Ángel Perera y Cayetano. En la lidia ecuestre se soltará un ejemplar de Guiomar de Moura. Los toros de los matadores, que serán sorteados, pertenecen a los hierros de Juan Pedro Domecq, Daniel Ruiz, Torrealta, Garcigrande, Hermanos Sampedro y Joaquín Núñez del Cuvillo.

El ciclo, que se inició ayer con el habitual festejo de promoción de nuevos valores, concluye mañana con la XXXVI Corrida Rondeña de rejones. Se anuncian Rui Fernandes, Andy Cartagena y Diego Ventura. Los toros pertenecen al exótico hierro de Canas Vigoroux. ~