Volver, volver, volver...

Observatorio taurino | La inesperada reaparición de Francisco Rivera Ordóñez reaviva el rumor que le colocaría en la Goyesca de Ronda de 2020 junto a Jesulín de Ubrique. Y es tiempo de precampaña política: los toros se han colado en la atención de los candidatos

08 abr 2019 / 12:36 h - Actualizado: 08 abr 2019 / 12:38 h.
"Toros"
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¿Ronda en el horizonte?

Vuelven las nubes y las aguas; también retornó la primavera con sus cielos inciertos y estas lluvias que calman la sed demorada del campo. La inminencia de la Pasión es otra promesa de ese eterno retorno que convierte cada estación en un golpe de péndulo. Pero es que también promete volver Francisco Rivera Ordóñez, desempolvando el traje de luces a la vez que prepara la faja y el costal de su cita anual con el Señor de las Tres Caídas de Triana. Inesperada y sorpresivamente, sin que nadie pudiera atisbar su intención, el nombre del último Paquirri se ha visto colgado de los carteles de la feria de Jerez. Francisco vuelve después de haberse marchado en olor de multitudes en la Goyesca de 2018. También ha vuelto Jesúlín en Morón en un aire más profesional que arrebatado. Los nombres de ambos toreros se airean juntos para vertebrar la corrida Goyesca de Ronda de 2020. La idea es hacer un ‘revival’ de la alternativa del propio Rivera, que cumpliría esa temporada 35 palotes como matador de toros. Les quedaría por enredar a Espartaco, que este año alcanza su 40 aniversario de doctorado sumándose a ese retablo de efemérides que se corona con los 30 años que evocaría don Jesús Janeiro desde su ya lejana alternativa nimeña. Puestos a evocar también hay que advertir que Espartaco no guarda –ni puede guardar- buenos recuerdos de aquel 23 de abril de 1995 en el que entregó muleta y espada al vástago de su maestro Paquirri. Ese día sufrió una brutal voltereta que agravó una lesión anterior en la rodilla. Se iniciaba un largo calvario que concluyó en marzo de 1999 con la reaparición de Olivenza. Esa es la película de los hechos: veremos en qué queda todo.

Alarma en Los Califas

La plaza de toros de Córdoba, ese inmenso y cómodo coso construido al calor del esplendor de Manuel Benítez ‘El Cordobés’ en la yema de la década prodigiosa, atraviesa sus horas más bajas. A la evidente crisis taurina de la cuna de Manolete hay que añadir el desfile de empresas sin ganas de complicarse la vida. Pero a ese panorama –al que hay que sumar la lejanía de los mejores años de Finito- hay que sumar un actor inesperado: el indisimulado acoso y derribo del ayuntamiento que preside la inefable señora Ambrosio. Esas zancadillas trascienden lo meramente taurino. Los ‘antis’ del consistorio cordobés se han agarrado a todas las letras pequeñas de la legislación –que también tiene tarea- para entorpecer la celebración de espectáculos y actos no taurinos invocando no sé qué seguridad, atacando de paso la viabilidad económica del propio coso, que no puede vivir sólo de los toros. La última víctima de esos mezquinos ataques ha sido la más inocente. Se trata de la asociación Adevida, un colectivo fundado para informar, orientar, ayudar y proteger a las personas acerca de la defensa de la vida en la ciudad califal. O lo que es lo mismo: ayudan a centenares de mujeres embarazadas y sin recursos que en Córdoba, hoy en día, quieren seguir adelante y apostar por la vida de sus hijos y la suya propia con la mayor dignidad y valentía posibles. Esa defensa de la Vida –con mayúscula- se ha convertido en algo políticamente incorrecto en este mundo desquiciado. Con una salvedad: la de gatitos enbarcados en los árboles que merecen la atención de todo un cuerpo de bomberos y hasta páginas de periódicos. No seguiremos por ahí a riesgo de perdernos. El caso es que Adevida había encontrado en el mercadillo organizado en la propia plaza de toros la principal fuente de ingresos para acometer sus proyectos. Los muchachos de la señora Ambrosio –que han revelado su doblez y catadura- prefirieron atrancar la rueda con triquiñuelas reglamentistas. ¿Quiénes son aquí los malos? Pero hay que volver al hilo taurino del embudo de Ciudad Jardín, que ya ha rebasado su medio siglo de vida. El envejecimiento de su sociedad propietaria –a la que hay bastante más que agradecer que demandar- también es un factor en contra a la hora de plantar cara a la sinrazón. No corren buenos tiempos. Córdoba –una de las fuentes del toreo junto a Sevilla, Cádiz, Madrid y Ronda- no merece estas tribulaciones.

Otros temas de interés

En estos días de precampaña política se está multiplicando la presencia de esos toreros que –degenerando, degenerando- figuran como candidatos en las listas de VOX y el PP, que ha tomado nota de la verdadera dimensión de este mundillo que cobró una inesperada visibilidad a raíz de las elecciones andaluzas. El discurso protaurino de Abascal, que no se pierde una de Morante, es más que conocido. Casado también se ha echado al ruedo y pasea a su propio torero –léase Miguel Abellán- mientras promete reforzar el Plan Nacional de Tauromaquia –el cacareado y demorado Pentauro- y desarrollar planes regionales en defensa y promoción de las tradiciones taurinas. Casado ha hablado de recuperar la presencia del toro en Televisión Española. Ya saben: la tostada taurina está en juego. Los de Abascal se la comieron a los populares después de pasarse demasiado tiempo silbando. A buenas horas, mangas verdes. Pero ya que estamos navegando por el espectro sociopolítico hay que recordar que el campo bravo ha ganado una nueva batallita legal en la comisión de Agricultura del parlamento europeo, que ha rechazado suprimir las ayudas al toro de lidia. Pero hay más: el Tribunal Supremo ha confirmado la condena a Datxu Peris, la concejal de Catarroja que pisoteó la memoria del infortunado diestro Víctor Barrio en las redes sociales. Odiar e insultar no le ha salido gratis. Que le den.