Sector agroindustrial

El campo andaluz, la despensa de Europa que bate récords en exportación

El sector agroindustrial aportó un 6,2% al PIB andaluz en 2023, muy por encima de la media española, y se enfrenta a grandes retos como la sequía, el relevo generacional o la competencia desleal

Plantación de tomate de industria en el Bajo Guadalquivir.

Plantación de tomate de industria en el Bajo Guadalquivir. / El Correo

Paisajes de olivos en un horizonte que no acaba, grandes extensiones de trigo, algodón, arroz o girasol, el ecosistema único de la dehesa o una huerta variada que da de comer a Europa. El peso de la agricultura y la ganadería en la economía andaluza sigue siendo fundamental, como corroboran los datos.

El sector agroindustrial aportó un 6,2% al PIB andaluz en 2023, muy por encima de la media española, que situaba en el 2,6% de media, según los datos de CaixaBank Research. Además, agrupa al 20% del total de industrias de la región y el 19% de las agroindustrias de España. Además, este año se prevé mejor que el anterior ya que se han podido abordar cultivos que el año pasado fueron inviables por la sequía.

En lo que respecta al empleo, el sector da trabajo a 489.898 personas, el 16% del empleo total andaluz y el 21,8% del empleo total agroalimentario en España, según el informe Prospectiva estratégica para el sector agroalimentario andaluz y extremeño, de la Asociación de Empresarios del Sur de España (Cesur) y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Monte, Etsiam de la Universidad de Córdoba.

El sector agroindustrial aportó un 6,2% al PIB andaluz en 2023, muy por encima de la media española, que situaba en el 2,6% de media

Balanza comercial

Uno de los datos que mejor definen el estado de salud del sector agroindustrial andaluz es la balanza comercial. Las exportaciones agroalimentarias de Andalucía alcanzaron un nuevo récord desde que existen datos homologables (1995), al sumar 8.903 millones de euros en el primer semestre de 2024, gracias a un crecimiento interanual del 14%, que convierte a la comunidad en líder en ventas internacionales.

Este crecimiento está protagonizado principalmente por la importante subida registrada por las ventas de aceite de oliva, cercano al 61%, hasta alcanzar un registro histórico de 2.441 millones de euros.

Con todo este contexto, la agroindustria andaluza ha aportado en este primer semestre de este año 5.249 millones de euros de saldo positivo a la balanza comercial de la comunidad con el exterior, gracias a una tasa de cobertura del 243%, hasta 104 puntos por encima de la media en España (139%).

Así, el sector agroalimentario y de bebidas andaluz aglutina más de cuatro de cada diez euros (42%) que la comunidad vende en el exterior y genera cohesión territorial, ya que seis de las ocho provincias andaluzas alcanzan su mejor registro histórico en el primer trimestre analizado, siendo Almería la que más exporta, con 2.289 millones de euros.

Grandes retos del sector

La sequía y la falta de infraestructuras hidráulicas para paliar esta amenaza para el campo andaluz es uno de los grandes retos que tiene que afrontar el sector. No en vano, este año, antes de que se produjeran las lluvias de Semana Santa que salvaron muchos de los cultivos que se dan en Andalucía, se desarrollaron diferentes protestas por parte de los agricultores, muchos de ellos tras dos años en blanco por la falta de agua.

Además de las necesarias obras para garantizar que el agua llega al campo y el uso eficiente de este bien escaso, otro de los asuntos que preocupan para la viabilidad de las explotaciones agrícolas es el de la competencia desleal. Este mismo año se han sucedido varios episodios de entrada por los puertos españoles de alimentos que no cumplían con la seguridad alimentaria requerida y que habían sido pillados a tiempo, como una partida de fresas con hepatitis A que puso en alerta a las autoridades sanitarias y a los consumidores.

Esta situación ha generado alarma entre los agricultores, que ven que las producciones de otros países como Marruecos, Egipto o Suráfrica compiten en igualdad de condiciones con los de la Unión Europea sin que los requisitos de control sean los mismos -lo que se conoce como cláusulas espejo-, en cuestiones tan relevantes como el uso de fitosanitarios en sus parcelas que están prohibidos por la legislación comunitaria.

Otro de los retos es el del empleo en condiciones dignas. Tras años de parálisis por la sequía han sido muchos los que se han decantado por otros sectores como la construcción y ya no vuelven a las labores del campo, algo que preocupa mucho al sector, que se ha quedado sin parte de mano de obra necesaria para sacar adelante sus explotaciones. Además, a esta circunstancia se suman algunos casos que han saltado a la opinión pública en las que trabajadores desarrollan sus tareas en condiciones infrahumanas, ante las que las asociaciones de migrantes y los sindicatos han exigido tolerancia 0.

El relevo generacional -que garantice que la población permanezca en las zonas rurales- es otro de los problemas a los que se enfrenta el campo, donde la mayoría de las empresas están dirigidas por personas mayores de 65 años (el 40%), según un informe del Ministerio del ramo.

La falta de industrialización ha sido otro de los lastres de una comunidad históricamente virada al campo, si bien cada vez son más los proyectos que intentan dar un vuelco a esta tónica y las actuaciones vinculadas con investigación, innovación y transformación digital se van abriendo paso en muchas explotaciones andaluzas.

Precios agrícolas disparados

Otro de los grandes lastres a los que se tiene que enfrentar el sector es la diferencia de precio desde que sale del campo hasta que llega a la mesa. Según un informe de COAG, hay productos que ven incrementado su precio hasta en un 500% desde el origen al destino, como por ejemplo el ajo (502%). En el caso del pimiento verde, el alza es del 514%, aunque la cebolla es la que más sube: el 678%.