CAMBIOS EN EL GOBIERNO ANDALUZ

Una consejería propia para Cultura, un clamor atendido

Moreno recupera a Patricia del Pozo para esta cartera y pone fin al experimento fallido de convertir las políticas culturales en subalternas de las de Turismo

Patricia del Pozo, en su etapa como consejera de Cultura en el C3A de Córdoba junto Guillermo Pérez Villalta.

Patricia del Pozo, en su etapa como consejera de Cultura en el C3A de Córdoba junto Guillermo Pérez Villalta. / FRANCISCO GONZALEZ / CORDIGITAL

Patricia Godino

Patricia Godino

Era un clamor al que Juanma Moreno ha atendido. La necesidad de que Cultura volviera a tener una consejería propia ha sido una constante desde que, hace dos años, el presidente diseñara la estructura con la que quería gobernar su mayoría absoluta. Entonces, relegó Cultura como subalterna de Turismo. Una pinza que decepcionó desde su nacimiento y que no se ha reconducido en ningún momento a lo largo de dos años. "Patricia vuelve a su casa después de haber sido arrasada", escriben fuentes profundas conocedoras de la materia.

Una aceptación del error cometido

A la espera de la publicación del nuevo decreto de estructura, y de la prelación entre consejerías, a priori podría interpretarse que sacar a estas alturas de legislatura a Patricia del Pozo de la consejería de Educación para asumir de nuevo las competencias de Cultura sería una degradación a su figura política. Sin embargo no es una degradación sino la aceptación de un error propio por parte del presidente: no calcular en su justa medida el rechazo que provocaría ligar ambas competencias y dejarlas en manos de un perfil ajeno a la creación artística y el patrimonio en Andalucía.

Es, por demás, un reconocimiento a quien le tocó ser consejera de Cultura en tiempos de pandemia que supo hacer, en el primer gobierno de Moreno, una transición tranquila respecto a la anterior etapa del PSOE. También es un reconocimiento a su equipo, leal y conocedor del paño.

"El tránsito en la primera legislatura fue amable, imperó el respeto y nos dio todas las garantías. Con ella se trabajó estupendamente, confío en los trabajadores y les dejó hacer", traslada a El Correo de Andalucía un puesto de dirección intermedia bregada en muchas décadas de gestión cultural. "Que vuelva [Patricia] es una gran noticia aunque el daño ya está hecho".

Cuando esta fuente se refiere al daño, señala, como otras múltiples voces con las que ha hablado este medio, a los perfiles que fue incorporando en Cultura Arturo Bernal, muy especialmente la etapa como secretario general de Salomón Castiel, que hizo tabla rasa con la mayoría de puestos de dirección en los distintos institutos, centros y museos de gestión autonómica, y que fue relevado de su cargo el pasado febrero por José Ángel Vélez.

Cultura como subalterna

Dos años después se puede afirmar que Bernal se ha dedicado casi por entero al marketing de una comunidad vendible y vendida que tiene como reto incorporar el discurso de la sostenibilidad a las políticas de Turismo. Cultura ha formado parte de sus desvelos justo desde el momento en que Moreno ha percibido que faltaba dedicación y mimo a estas políticas, no antes. El carrusel de anuncios de las últimas semanas ha sido el mejor termómetro.

"Fuegos artificiales", así definen los dos años al frente de Cultura del que seguirá siendo consejero de Turismo. Toca ahora recomponer relaciones con los creadores y con los distintos sectores, recuperar alianzas con otras administraciones y elaborar un calendario serio, asumible y creíble en esta materia.

De momento, de modo perentorio, Patricia del Pozo debe impulsar o frenar el debate sobre la política de precios públicos en los museos andaluces, cuyo inicio de estudio comenzó en su etapa pero que ha sido puesto en la palestra de la mano de Bernal haciéndolo coincidir con el de la tasa turística, que reclaman alcaldes y que la Junta frena.

Le queda también a esta sevillana, discípula política de Javier Arenas, trabajar de la mano de Carolina España en Hacienda a paliar la precariedad de plantillas con la que surfean su día a día los museos andaluces, le queda proteger las distintas disciplinas artísticas o apostar sobremanera por los grandes eventos franquiciados; le queda trabajar decididamente por el fomento de la lectura y las artes escécnicas para la incorporación de nuevos públicos; le queda hacer del cine una gran industria a la altura del talento de sus grandes nombres y le queda calmar a un sector que, sea dicho, se ha mantenido más en silencio de lo habitual en sus denuncias públicas en estos dos años.

Le queda recuperar el diálogo con el Ministerio de Cultura, trabajar a una con los ayuntamientos... Le queda tarea por delante y sólo tiene dos años.

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