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Más frecuentes, largas y extremas: cómo la crisis climática agrava las olas de calor

Cada vez se registran episodios con anomalías térmicas más extremas, como la del histórico verano de 2022. "Nos estamos acostumbrando a temperaturas que no deberían ser normales", asegura la física, meteoróloga y divulgadora especializada en cambio climático, Isabel Moreno

Un termómetro marca 45 grados en Sevilla a 25 de junio

Un termómetro marca 45 grados en Sevilla a 25 de junio / Jose Manuel Vidal

Ana Ordaz

Ana Ordaz

Si cada verano escuchas o pronuncias las palabras "este calor no es normal", estás en lo cierto. Las altísimas temperaturas estivales están cada año más lejos de ser algo normal debido al avance de la crisis climática. Los datos y la evidencia científica son incontestables: cada vez sufrimos más olas de calor, son más largas y más intensas. Así lo demuestran los registros de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), analizados por El Correo de Andalucía. En plena cuarta ola de calor del verano, con mercurios que dan miedo, hacemos un repaso por los datos históricos de la Aemet.

Más olas de calor cada verano

La física, meteoróloga y divulgadora especializada en cambio climático, Isabel Moreno, explica que "en el caso concreto de España, la clave está en lo cerca que estamos del Sáhara. La crisis climática está favoreciendo que las masas de aire cálidas que afectan al norte de África lleguen con más facilidad a nuestro país".

Entre 1975 y 2023, la Aemet ha registrado 72 olas de calor. Como se aprecia en el siguiente gráfico, hace décadas lo habitual es que hubiera una o dos olas de calor al año (con la excepción de 1994). Incluso había años en los que no se registraban olas de calor. En la última década, esto es impensable.

Desde 2015 se registran olas de calor cada año, y el verano en el que sólo hubo una (2018) es la excepción. En 2016 hubo cuatro (igualando el récord de 1991); en 2017 se rompieron todos los registros, con cinco olas de calor en un solo año. Los veranos de 2019, 2020 y 2022 sufrieron tres olas cada uno, y en 2023 se volvieron a alcanzar las cuatro. En lo que llevamos de verano de 2024, ya hemos atravesado dos tres de calor.

Episodios más largos

Además de más frecuentes, las olas de calor son cada vez más largas. Según los datos de la Aemet, los episodios que duran más de una semana son progresivamente más habituales. Por ejemplo, las dos últimas olas de 2023 duraron 9 y 8 días. Especialmente duro fue el verano de 2022, que afectó a gran parte de Europa Occidental, y en el que se registraron olas que se extendieron durante 18 y 16 días.

Temperaturas más extremas

También el cambio climático hace que se registren temperaturas cada vez más altas. Moreno subraya que "tenemos una memoria meteorológica muy corta. Nos estamos acostumbrando a temperaturas que no deberían ser normales". "Y no es cierto que el calor de ahora sea el calor de antes. Esto, en los años 80 o 90, era impensable", apostilla Moreno. Tanto de día, como de noche: las noches ecuatoriales, en las que los mercurios no bajan de los 25 grados, son también cada vez más habituales.

Nos estamos acostumbrando a temperaturas que no deberían ser normales. Esto, en los años 80 o 90, era impensable.

Isabel Moreno

— Física, meteoróloga y divulgadora especializada en cambio climático

En las predicciones al inicio del verano, portavoz de la Aemet en Andalucía, Juan de Dios del Pino, adelantó que el de este año sería otro verano de récord, con una probabilidad muy alta (por encima del 70%) de que fuera "más cálido de lo normal".

"Tenemos que tener en cuenta que el calor es muy peligroso", advierte la experta, que insiste en la necesidad de alertar de los riesgos que presenta para la salud. "El calor mata a mucha gente. Las muertes por golpes calor son ínfimas en comparación con otras muertes que vienen dadas por el empeoramiento de enfermedades previas. Cuando te enfrentas a altísimas temperaturas, tu cuerpo tiene que hacer un esfuerzo para refrigerarse. Si tienes problemas cardiovasculares o respiratorios, a lo mejor tu corazón no se puede permitir el lujo de estar trabajando más para refrigerar", desarrolla Moreno.

Más anómalas

Además de las altas temperaturas, otro indicador para estudiar el fenómeno es la anomalía de una ola, ya sea de calor o de frío. Según explica la NASA, "una anomalía de temperatura es una forma de medir hasta qué punto las temperaturas del aire o del agua se han desviado de una media de referencia. Mostrar cuánto se ha calentado o enfriado la temperatura de la Tierra en comparación con una norma es una forma importante de visualizar cómo está cambiando nuestro clima".

Los datos de la Aemet sobre las anomalías de las olas de calor registradas en España (exceptuando Canarias) se resumen de un golpe de vista en el siguiente gráfico interactivo. Cada vez hay anomalías más extremas, como la del histórico verano de 2022, donde los mercurios alcanzaron 4,5 grados por encima de lo normal, rompiendo todos los récords hasta la fecha. Cada verano es más frecuente registrar olas de calor que superan los tres o que rozan los cuatro grados.

Sobre este punto, la meteoróloga explica que la distribución normal de las temperaturas "tiene forma de campana, como la boa que se tragó al elefante en El Principito. Con el cambio climático, la distribución se desplaza más hacia la derecha (más calor) pero, además, se está achatando". "Esto se traduce en que cada vez es más frecuente tener episodios cálidos que antes considerábamos extremos, y en que cada vez llegamos a extremos más extremos. Además, los extremos fríos no desaparecen, sino que se vuelven menos probables", desarrolla Moreno.