PSOE ANDALUZ

Susana Díaz es mucha Susana Díaz: los errores del PSOE andaluz con la expresidenta

El PSOE andaluz ha reabierto las heridas internas a semanas del congreso federal del partido en Sevilla y la guerra entre la dirección y la expresidente es ahora a corazón abierto

La secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, en un Comité Director del PSOE-A.

La secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, en un Comité Director del PSOE-A. / Joaquin Corchero /Europa Press

Isabel Morillo

Isabel Morillo

Agua pasada ¿no mueve molinos? Cualquiera lo diría. Esta semana el cruce de declaraciones ha rozado el nivel de hace tres años, en plena batalla de primarias entre Susana Díaz y Juan Espadas por el control del PSOE andaluz. Entonces hubo incluso más guante de seda en mano de hierro.

“Indecente”, han llamado a Díaz esta semana, después de que ella dijera públicamente que Espadas le ganó gracias al trabajo de José Luis Ábalos, encerrado 15 días en un hotel llamando a los militantes andaluces para que votaran al entonces alcalde de Sevilla. Lo ha dicho la semana que la Guardia Civil y la Fiscalía Anticorrupción han avalado que el exministro de Fomento estaba implicado en la trama corrupta de mordidas de fondos públicos.

En junio de 2021, Espadas ganó a Díaz con un 55% de apoyo de los militantes. Díaz obtuvo el 38,4%. Desde entonces la integración del sector susanista ha consistido en que muchos de quienes se mantuvieron al lado de la expresidenta andaluza se pasaron a las filas del ganador. Poco más. El baile de nombres que saltan de una otra corriente no para en los últimos meses a las puertas del congreso federal de Sevilla, de final de noviembre, y del andaluz, previsto en febrero. Hay turbulencias aunque no se sabe si con fuerza para que las olas lleguen a maremoto.

Las "células durmientes"

Susana Díaz es senadora. Espadas la confirmó en la Cámara Alta en junio de 2022 tras una charla de ambos en Madrid que fue "cordial", dijeron. La cosa ya estaba entonces tensa. A Díaz la borraron de la última campaña electoral, solo fue mencionada por José Luis Rodríguez Zapatero y Javier Lambán. La mayoría absoluta del PP agitó el malestar pero en ese momento, en palabras de un veterano del PSOE-A, los susanistas eran “células durmientes”.

La expresidenta de la Junta de Andalucía no ha tenido una intervención pública en tres años en el Senado. No ha subido a la tribuna ni una sola vez porque no la han dejado. Sus preguntas son contadas y hay obstáculos a su labor como senadora. La han intentado hacer desaparecer del mapa y el borrado de una mujer que es muchas cosas pero, ante todo, un animal político es imposible. Acaba de cumplir 50 años esta misma semana y demuestra su agilidad y su gancho convertida en lo que ya fue en su momento, una estrella mediática en diferentes programas de televisión de éxito y audiencia. Si no le dan tribuna, tiene sitio en los tertulias.

Sus intervenciones no son la de una outsider. De hecho coordina muchos de sus mensajes con los argumentarios oficiales de Ferraz. Díaz se cuida de no desbarrar. En temas sensibles, como el de la financiación autonómica y el acuerdo singular con Cataluña, sus posiciones han sido moderadas y templadas. No da entrevistas a la prensa y la lista de peticiones es larga.

Incendio a las puertas del congreso

El último choque ha sido el de los delegados al congreso de Sevilla. Ella no va en las listas de Sevilla. Sí se ha integrado a susanistas. Da igual, la convivencia lleva mucho tiempo rota. No la llaman a los actos del partido, la esconden y desde la dirección del partido en Andalucía le atizan fuerte. El presidente del PSOE andaluz, Manuel Pezzi, arremetió contra ella por aceptar ser Hija Predilecta de Triana, y ahora la ha culpado de “la hecatombe” de haber perdido la Junta. La secretaria de Política Institucional de la actual ejecutiva, Irene García, dijo en ‘Acento Andaluz’ de 7TV que era “una indecencia” vincular a Ábalos con Espadas.

Todos siguen echando sal a unas heridas de aquellas primarias que ya deberían llevar años cerradas. Susana Díaz no es una enemiga política fácil. Es mucho más inteligente tenerla en el mismo equipo. Lleva la política en las venas desde las Juventudes Socialistas y, como ella dice, el partido le sale por los poros.

Ya dijo que su pantalla en el PSOE andaluz había pasado. Que no iba a estar en nada. Es lista como para saber de sobra que su momento en la primera línea pasó pero también es hábil de más para querer que los suyos estén donde cree que le corresponden y no laminados. Es inagotable, trabajadora y lista. Sin embargo, no le ha ido bien y no ha sido fruto de la mala suerte sino de errores cometidos con contumacia.

Hurgar en las heridas

Hurgar en las heridas es un error de la actual dirección de Espadas, que nunca le ha dado a Díaz su sitio aunque sí le ha mantenido todos sus extras en la nómina, sentándola como vicepresidenta de la comisión de suplicatorios del Senado y quitándola de otra que podía tener más foco, la de vivienda. Nadie reivindica nunca su legado en la Junta de Andalucía. Ni siquiera en asuntos tan evidentes como la gratuidad de las matrículas universitarias, que recientemente se trató de arrogar Juan Manuel Moreno. La desconfianza hacia ella es total y cuando se pregunta por esto la respuesta siempre va en la misma línea: “¿Es que no la conoces?”.

Todo el mundo conoce ya a Susana Díaz, en sus luces y en sus sombras. No se sabe si es un gesto de inseguridad o incluso de temor por parte de Juan Espadas no haber tirado de habilidad, de hipocresía o de inteligencia política haberle dado el sitio que tiene quien ha sido presidenta de la Junta de Andalucía de 2013 a 2019 y secretaria general del PSOE andaluz de 2013 a 2021. Dijo Felipe González dijo que los expresidentes son como jarrones chinos en un apartamento pequeño: "Se supone que tienen valor y nadie se atreve a tirarlos a la basura, pero en realidad estorban en todas partes". Con la expresidenta andaluza esta metáfora no sirve. Ella se ha buscado su propio apartamento, las tertulias de televisión, y sus sucesores no han tenido empacho en tirar su historia política a la basura o, al menos, tratar de hacerla invisible.

“¿De qué vais a escribir cuando yo no esté?”, preguntó una vez con soberbia a los periodistas que seguían sus batallas en el PSOE contra Pedro Sánchez. Tenía razón. Años después, por más que quieran borrarla, seguimos escribiendo de ella. Si hay políticas que solo brillan por fricción, ella está en esa categoría. Pacificar el partido, buscar la convivencia, integrar a todas las corrientes y no dar argumentos para la batalla habría sido mucho más inteligente. Sobre todo cuando las encuestas dicen que el PP está a diez puntos del PSOE en Andalucía. Susana Díaz es mucha Susana Díaz.

Tracking Pixel Contents