CÍRCULOS CONCÉNTRICOS

Los nueve mejores países del mundo

¿Por qué Suiza, Noruega, Irlanda o Singapur se han consolidado entre las naciones más desarrolladas?

La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen.

La primera ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen. / IDA MARIE ODGAARD / EFE

Martí Saballs Pons

Martí Saballs Pons

Hasta el 2010 España formaba parte de los veinte países con el mejor Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por las Naciones Unidas. En 2000 llegó incluso a situarse en la posición 15ª de un ranking que analiza indicadores de salud, educación y bienestar material y económico de todos los países y cuyos resultados, año tras año, corroboran las principales tesis de los premios Nobel de Economía de 2024 anunciados esta semana.

James Robinson, Simon Johnson y Daron Acemoglu han expuesto las claves que definen el éxito o el fracaso de los países a lo largo de la historia. La evolución del IDH, cuyo primera clasificación salió en 1980, es el barómetro más actualizado. La caída de España hasta la posición 27ª se une a las sufridas por otros países en los últimos cuarenta años: Francia, Italia, Grecia e incluso Japón y Estados Unidos, que ya no aparecen entre los veinte primeros. Entre las mayores subidas: Irlanda, Singapur, Emiratos Árabes y Hong Kong, que se analiza separadamente de su tutelador: China. 

Según Acemoglu, un país está destinado a fracasar "cuando un segmento muy estrecho de la sociedad controla tanto el poder político como los recursos económicos". Estas peculiares élites, que siguen radicadas en las zonas menos desarrolladas del planeta, generan lo que estos economistas bautizaron como economías extractivas para contraponerlas a las inclusivas. Esto puede ocurrir incluso bajo un aparente régimen democrático donde los mismos partidos, con nula democracia interna, pactan para ir repartiéndose el pastel y los poderes elección tras elección.

Para mantener el éxito en el tiempo, sintetizan los Nobel en sus obras, los factores que garantizan el éxito son la estabilidad política e institucional, anclada sobre la separación de poderes, un sistema de controles y garantías frente al Gobierno y el desarrollo económico que se reparte y afecta positivamente a toda la sociedad. La Revolución Gloriosa en Gran Bretaña, la Revolución Francesa "que destruyó el poder de las oligarquías y las élites opuestas al cambio económico" según Johnson, y la colonización de EEUU, Canadá, Australia o Nueva Zelanda, comparado con la realizada en África o Latinoamérica, son algunos de los ejemplos que abordan en sus estudios, donde las raíces de algunos éxitos territoriales hay que buscarlos en el siglo XIX. El caso de Argentina, uno de los países más ricos del mundo a comienzos de siglo XX, merece especial atención en Por qué fracasan los países, la obra de Robinson yAcemoglu.

Que los países con mejor IDH estén entre los más competitivos del planeta, tengan una mayor renta per cápita -incluyendo los microestados según el Banco Mundial- y haya menos desigualdades entre sus habitantes -conocido como coeficiente Gini- tampoco es casualidad a tenor de los estudios de los Nobel. Hay nueve países que repiten entre los primeros, según muestra el cuadro adjunto. De ellos, siete son europeos. Tres (Suiza, Noruega e Islandia) no forman parte de la UE; Dinamarca, estando en la UE no forma parte del euro; Países Bajos y, sobre todo, Irlanda, a quien debe parte de su éxito, han utilizado herramientas fiscales muy agresivas para atraer inversiones y Finlandia pasar por ser el país con el mejor sistema educativo del planeta. De estas siete naciones, la más poblada es Países Bajos, con 18 millones. Completan la lista de países privilegiados Australia (26 millones de habitantes) y la ciudad estado de Singapur . Su presidente y jefe de Estado, Tharman Shanmugaratnam, es el político mejor pagado del mundo: 1,5 millones de sueldo anual.

¿Cuántos de estos países que hoy dominan estas listas seguirán liderándola dentro de 40 años? Las inversiones en tecnología y ciencia que apuntan la debilidad europea según el informe de Mario Draghi y las transformaciones geopolíticos pueden girar el mapa.